Editorial | Otra Vuelta de Obligado

La cuestión de la soberanía

En noviembre se celebra el Día de la Soberanía Nacional. La fecha elegida es el 20, en conmemoración de la Batalla de la Vuelta de Obligado, librada en 1845. En aquel entonces, los argentinos enfrentaron a las dos mayores potencias navales del mundo, que pretendían forzar la libre navegación de los ríos interiores de la República, para comerciar sin regulaciones ni aduanas. Inglaterra y Francia nos querían imponer el llamado “libre comercio” por la fuerza de las armas. Buenos Aires, 10 de noviembre de 2015. Gobernaba entonces Juan Manuel de Rosas en Buenos Aires y el resto de las provincias le habían delegado las relaciones exteriores. Él fue quien ordenó resistir la navegación río arriba por el Paraná de la flotilla anglo-francesa, lo que se concretó en la Vuelta de Obligado.

Los gringos no navegaban solos. Venían con ellos algunos argentinos. Eran opositores a Rosas que, cegados por su odio al federalismo, no titubearon en aliarse a enemigos extranjeros que pretendían sojuzgar a su patria. Todo lo contrario a lo que predicó siempre San Martín.

Además creían que el comercio libre sería beneficioso para el país, porque era lo que pregonaban las grandes naciones del momento. Cerraban los ojos a la realidad de que ni Francia ni Inglaterra permitían la libre importación a sus países de aquello que ellos también producían. Siempre protegieron a sus industrias y actividades agrícolas. El libre comercio trataban de imponérselo a los países menos desarrollados, como el nuestro, para venderles sin restricciones sus mercancías.

Finalmente lo lograron después de Caseros. La consolidación en el poder de la oligarquía ganadera bonaerense convirtió a nuestro país en una semi colonia inglesa, en la que ellos vendieron todos los productos de su industria a cambio de los frutos de nuestros campos.

En nuestro barrio todavía se puede ver en las rejas de la Escuela Mariano Acosta la marca de la fábrica inglesa que las hizo. Las trajimos de allá, mientras decían que acá no teníamos hierro para producirlas. Como si el hierro fuera únicamente inglés.

Ciento ochenta años más tarde una nueva Vuelta de Obligado se libra. Otra vez vienen en los barcos gringos algunos nacidos acá pero que pactan con la antipatria. Aunque en esta oportunidad tenga un formato diferente, en el fondo se trata de lo mismo. Sólo basta con reflexionar sobre todo lo que se debate acerca de los fondos buitres, para ver clarito cómo se parten las aguas.

Están los que quieren pagar sin chistar lo que indique un juez municipal norteamericano, sin siquiera poner en debate que se trata de usureros que procuran ganancias extraordinarias, basados en el extraordinario poder de extorsión que tienen. Financian a diputadas de este país, como Laura Alonso, tienen asesores legales que estuvieron vinculados a la dictadura militar y hoy forman filas con el macrismo, y cuentan entre nosotros a lenguaraces y especialistas en predicar catástrofes si no nos allanamos a sus pretensiones.

Del otro lado hay un espacio político que siempre dijo que había que pagar en las mismas condiciones que al resto de los acreedores del país. Esa posición, que defiende los intereses soberanos de nuestro pueblo, no fue respaldada por la oposición. Como a los unitarios que iban a bordo de los barcos extranjeros, no les importa servir a intereses extranjeros, con tal de derrotar a su enemigo interno. Sólo que ahora a eso lo quieren disfrazar de “revolución de la alegría”.

Lic. Gerardo Codina


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