Editorial | Cuando se agotan las respuestas
La tormenta perfecta
Si Milei y su elección fue el síntoma de la enorme crisis que atraviesa todo el sistema político, su gestión vino a profundizarla y, por si eso fuera poco, llegó Trump. El “amigo” no hizo discriminaciones y nos trató como a todos en América del Sur, mientras se ocupa de sus urgencias, entre las que no está Argentina ni su Presidente. Su ruptura de la globalización económica neoliberal implica un gigantesco cambio y también nos va a afectar en una medida difícil de anticipar. Como adelanto de sus consecuencias ya implicó la caída del valor de dos de nuestras principales exportaciones actuales, la soja y el petróleo. Y con eso el ingreso de dólares genuinos a nuestra economía. Buenos Aires, 8 de abril de 2025. Como síntoma de la crisis, gran parte de los votantes de Milei lo siguieron desencantados con el fracaso de Macri en su presidencia y por la vuelta del peronismo con Alberto Fernández, que ese fracaso posibilitó. Pero también recogió voluntades entre antiguos votantes de Fernández decepcionados con la falta de mejoras en la situación económica nacional. A la mayoría de ellos se los convenció de que el problema radicaba en un Estado ineficiente que ahogaba la actividad económica privada, la única generadora de riqueza.
Controlado el déficit fiscal, sin necesidad de emitir, la inflación dejaría de ser un problema y la economía se reactivaría. Eso prometió y muchos le creyeron. Pero no sucedió, salvo el brutal ajuste de las cuentas públicas que empobreció a muchos y condenó a otros tantos a la desocupación. Con el recrudecimiento de la inflación que se comprueba día a día al hacer las compras, las esperanzas de que las cosas cambien se están evaporando. El libertario va camino de ser más de lo mismo que nos hundió en la decadencia.
Ahora Milei está en el peor de los mundos. A la crisis institucional que generó en el plano doméstico nombrando cortesanos por decreto, que provocó su primera derrota parlamentaria importante, se le suma que perdió la confianza de los llamados “mercados” que, con creciente velocidad se retiran del peso para asegurarse en dólares. Justamente lo que no hay y por ahora el FMI no provee.
Cuando el poder se diluye también se alejan los amigos del poder. Más si sintieron el rigor de ser maltratados cuando se acercaron. Por eso ahora el PRO empieza a cobrarse algunas de los tantos desplantes. Veremos cómo sigue. Por lo pronto, en menos de dos meses competirán libertarios y republicanos en la ciudad, ambos con pronóstico reservado. Adorni puede perder frente a Marra y salir cuarto, mientras que Lospennato puede quedar tercera en el distrito que el PRO gobierna desde hace 18 años.
Resultados catastróficos para un Presidente debilitado y para una fuerza que supo reunir a más de la mitad de las voluntades en la ciudad que la vio nacer. Pero el problema no es ese, sino que ningún espacio podrá emerger como una nueva mayoría en condiciones de saldar las deudas de la política con la sociedad. La crisis sólo muestra por ahora su faz destructiva, que desalienta las expectativas de cambio y de involucramiento ciudadano.
Recrear la esperanza de los más castigados. Demostrar que la única salida no es Ezeiza y que el país tiene un futuro en el que entran todos con una vida digna, será el desafío de la política, más allá de las elecciones intermedias. Una contribución en ese sentido sería proponer una ciudad productiva, que genere trabajo de calidad para muchos y pueda proyectarse al mundo exportando talento argentino. Algo así es posible y Buenos Aires tiene potencial para lograrlo.
Lic. Gerardo Codina
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