Editorial | Después de las elecciones
Tiempo de reflexión
La derrota del PRO en las elecciones legislativas del pasado 18 de mayo, adelantada por este medio el mes pasado, puso fin por el momento, a la interna abierta entre los partidarios de Javier Milei y el macrismo. Milei se consagró como el mejor interprete actual de un electorado de derecha y ultra derecha que aboga por la liquidación de los derechos sociales de las mayorías. Buenos Aires, 10 de junio de 2025. El libertario fue un triunfo pobre, de todos modos. Se dio en un contexto de baja participación ciudadana, con pérdida de votos respecto del balotaje presidencial y sin que se haya vertebrado, todavía, un espacio articulador de todas las oposiciones que genera su cruel recorte del gasto público para pagar una deuda externa que solo saben aumentar.
Poco más de la mitad de los habilitados a votar concurrieron a las urnas. Con un padrón incrementado con un 20% adicional de extranjeros residentes porque se votaba autoridades locales, sólo un 53,33% ejerció su derecho. Pero el ausentismo electoral fue diferente entre los argentinos nativos y los residentes extranjeros. Apenas el 14% de los últimos hicieron uso de su posibilidad de elegir. En tanto que aproximadamente un 62% de los argentinos cumplieron su obligación. Este porcentaje se distancia del promedio histórico del 77% de votantes, e implica que alrededor de un quince por ciento de los electores argentinos se ausentaron de la compulsa. Más o menos unos 400 mil porteños que no encontraron razones para emitir su voto. Un poco menos que los votos que sacó Leandro Santoro.
De esta forma, el 30% de Adorni-Milei expresa la voluntad de apenas el 16% de los empadronados. No parece mucho. Menos si se compara con la cosecha del mismo Milei un año y medio atrás, cuando en segunda vuelta reunió el 57,24% de los votos, sumando a los partidarios del macrismo, ya que en primera vuelta solo había obtenido el 29,9% de los votos, casi lo que ahora sacó Adorni. Pero ya no son los mismos votantes. LLA retrocedió en los barrios populares del sur de la ciudad y le comió al PRO los votantes de la zona norte porteña. Por eso ahora sumados ambos, tienen un 12% menos de votos.
Muchos votantes del PRO desencantados con el seguidismo partidario ante los libertarios, optaron por Rodríguez Larreta, como los ex socios de Juntos por el Cambio, cada uno con su expresión autónoma. Aunque en algunos casos ni les alcanzó para entrar en la Legislatura, indican que hay una línea de fractura entre el centro y la derecha que nadie pudo capitalizar hasta el momento.
Sin embargo, esa articulación amanece cuando se trasciende la política electoral y se debaten los grandes temas de la agenda pública. Se evidenció hace pocas horas con la mayoría conformada en la Cámara de Diputados de la Nación en torno del incremento de los haberes jubilatorios, la sensibilidad social que acompaña la lucha de los trabajadores del Hospital Garrahan o la confluencia de movilizaciones el pasado 4 de junio en la que el movimiento Ni una menos, los científicos, los universitarios, las personas con discapacidades, los trabajadores de la salud y los jubilados, se mostraron juntos y acompañados de las organizaciones del movimiento obrero y partidarias populares.
Quizás el presidente Milei no se pregunte por la pérdida de votantes que tuvo el bloque de derecha-ultraderecha que logró hegemonizar. Su estilo es acelerar y generar siempre nuevos conflictos. Pero el resto de las fuerzas políticas necesitan hacerlo. La democracia está renga si un sector considerable de la población no se siente convocado a participar y la renovación del contrato social con la política también se alcanza trascendiendo las divisiones inútiles.
Lic. Gerardo A. Codina
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