Sociedad | 3 de febrero de 1852
Batalla de Caseros
El Parque Tres de Febrero y el municipio de igual nombre son los recuerdos actuales de una confrontación que definió gran parte del rumbo histórico nacional. Ese día, en 1852, se enfrentaron las fuerzas comandadas por dos grandes caudillos provinciales, Urquiza y Rosas. Cerca de Caseros, más precisamente en los llamados “Santos Lugares”, el ejército de la Confederación Argentina, al mando de Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires y Encargado de las Relaciones Exteriores de la Confederación Argentina, fue derrotado por el Ejército Grande, compuesto por fuerzas de Brasil, Uruguay, las provincias de Entre Ríos, Corrientes y Santa Fe, liderado por Justo José de Urquiza, gobernador de Entre Ríos. Buenos Aires, 11 de febrero de 2025. Era el tiempo en no se había constituido aún un Estado nacional y las provincias eran las protagonistas principales de la política argentina. Agrupadas en torno de una Confederación Argentina que no tenía cuerpo propio, ligadas por tratados que suscribían entre ellas, Rosas había logrado que le adjudicasen el manejo de las relaciones exteriores de la Confederación y, en nombre del federalismo, había reducido a casi todos sus oponentes por un largo período. Urquiza, un poderoso hacendado del sur entrerriano que emitía su propia moneda se vio afectado por el sitio comercial impuesto por Rosas a Montevideo, principal plaza para los productos que el entrerriano exportaba. Ello lo llevó a sublevarse contra Rosas y aliarse con el Imperio de Brasil, que pretendía como Inglaterra, la independencia uruguaya de la Confederación Argentina.
Las provincias del Litoral coaligadas contra el dominio porteño de la Aduana obtuvieron una victoria efímera. A poco que el Ejército de Urquiza se retiró de Buenos Aires en septiembre del mismo año, las fuerzas porteñas se sublevaron contra la Confederación, desconocieron su autoridad y proclamaron un gobierno autónomo escindido del resto del territorio que se adjudicó el manejo exclusivo de la Aduana. En ese alzamiento contra las fuerzas de la federación tuvo un protagonismo central Bartolomé Mitre, que más tarde fuera Presidente y llevara al país a la guerra fratricida contra Paraguay.
La batalla de Caseros había abierto la etapa denominada "Organización Nacional", en que todas las facciones políticas estaban de acuerdo en la sanción de una Constitución como ley común para todo el país. No obstante, las clases dirigentes de Buenos Aires pretendían, en oposición al resto, imponer condiciones políticas a las provincias argentinas, de manera tal que se mantuviera la tradicional preeminencia política y económica de la ciudad capital.
El resultado fue la separación -que duró diez años- entre la Confederación Argentina y el Estado de Buenos Aires. Ambos bandos pregonaban pertenecer a una sola nación, pero en la práctica se comportaban como entidades separadas. El ejercicio actual del poder central por el porteño Milei, muestra hasta qué punto lograron su objetivo estratégico los alzados contra los vencedores de Caseros. El federalismo reducido a una cáscara vacía que depende del favor económico del Estado nacional.
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