Sociedad | Eleonora Cassano se despidió del ballet

Ultima función en el Obelisco

A los 47 años, la bailarina decidió ponerle fin a su carrera. “Prefirieron terminar el ciclo ahora y que digan ‘Mirá qué bien que estᒔ, explica. Bailó el Cascanueces de Tchaikovsky, acompañada por Herman Cornejo. Buenos Aires, 24 de diciembre de 2012. Eleonora Cassano, considerada una de las máximas figuras femeninas del ballet argentino, cerró su carrera en una velada de gran producción que brindó emociones fuertes. La cita, con entrada libre y gratuita, fue el sábado 22 a las 20.30 en el Obelisco porteño, en un escenario montado al aire libre. Allí, Cassano protagonizó junto a Hermán Cornejo (actual bailarín principal del American Ballet Theater de Nueva York) El Cascanueces, de Tchaikovsky, ballet completo en dos actos adaptado, coreografiado y dirigido por Liliana Belfiore.

Los acompañaron el Ballet Federal Argentino, una formación de 90 intérpretes que incluye a 26 estudiantes de danza de entre 14 y 16 años. Cassano los seleccionó especialmente para este evento en escuelas de distintas ciudades del país. Y a este cuerpo de baile se sumaron el Coro de Niños dirigido por Rossana Judith Bravo y la Orquesta Académica de Buenos Aires bajo la batuta de Carlos Calleja. Julio Bocca no podía faltar, después de tantos años juntos. Con él formó la pareja más célebre de la danza local durante casi dos décadas, recorriendo escenarios de todo el mundo. Radicado por estos días en Montevideo, donde dirige el Ballet del Sodre, Bocca se sumó al festejo y dió a las 20, en el mismo escenario, una clase abierta para alumnos de las escuelas de danza, que un rato antes van a desfilar encolumnados desde las adyacencias de la Plaza de la República.

“La idea de la despedida no me vino por el lado de ‘Estoy cansada, no aguanto más, no me da el cuerpo’. Fue otra cosa: casi sin darme cuenta, me alejé mucho del clásico, y me estaba quedando sin un cierre importante para mi carrera como bailarina de ballet. Charlando con Lino Patalano y con mi marido, decidimos hacerlo y contamos con el apoyo del Gobierno de la Ciudad, que nos brinda el marco increíble de bailar para todos en la 9 de Julio”, contó Cassano.

Todo este año fue, de algún modo, una preparación para el broche de oro de una carrera que se cimentó en la Escuela del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, la llevó a bailar por los mejores escenarios del mundo y a lucirse también en géneros como la danza contemporánea, el tango y el musical.

En efecto, Eleonora comenzó el año con una gira en Italia con el espectáculo ¡Chapeau!, compuesto por Carmen (la obra completa de cuarenta minutos) y una segunda parte titulada “Entre Tangos y Milongas”, una suerte de prólogo de esta despedida. “Si bien los tangos y las milongas no son ballet y Carmen no es una obra netamente clásica, todo se baila en punta y son cosas que he hecho a lo largo de mi carrera. Por eso la gira tuvo el significado de anunciar mi retiro del clásico”, explica.

Al regresar de Italia, bailó en La Plata el ballet completo La Bayadera y luego llevó ¡Chapeau! por el interior del país. “Tengo 47 años y la danza clásica te exige, para hacerla bien, estar en muy buenas condiciones. Así lo encaré siempre. Prefiero terminar ahora el ciclo y que digan: ¡Mirá qué bien que está! Admiré muchísimo a la rusa Maia Plisetskaia pero, en las últimas funciones, daba lástima verla bailar tan viejita.”

Cornejo fue convocado especialmente para la ocasión. Está feliz. Desde que se radicó en Nueva York en 1999, sólo pudo volver a actuar tres veces en su país. Para Cassano, reunir a bailarines diversos en cuanto a su formación, grado de profesionalismo y su edad le da a la despedida un sabor especial, como si le estuviera pasando la posta a nuevas generaciones. “Hubiera sido mucho más sencillo hacerlo con un ballet ya armado, pero la idea de sumar estudiantes de distintos puntos del país y darles la posibilidad de participar de un espectáculo con estas características es muy valiosa. Así que vale la pena el esfuerzo de todos –sostiene–.

El momento del balance es inevitable: “He hecho muchísimas cosas que jamás soñé, como cuando bailamos con Julio, Plácido Domingo cantaba, y él nos agradecía a nosotros por ese momento especial. Era yo la que no lo podía creer”, puntualiza.

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