Sociedad | 20 de noviembre

Día de la Soberanía Nacional

La batalla de la Vuelta de Obligado, el 20 de noviembre de 1845, marcó un hito de afianzamiento de nuestra soberanía. Las fuerzas nacionales frustraron el avance de una flota anglo francesa que pretendía navegar por el Paraná como si fueran aguas internacionales. La Confederación Argentina se encontraba gobernada en ese momento por Juan Manuel de Rosas, y les dio pelea. Buenos Aires, 12 de noviembre de 2024. El recuerdo de esta fecha clave fue propuesto, junto con la repatriación de los restos de Juan Manuel de Rosas, por el historiador José María Rosa en 1974, aprobada por el Congreso de la Nación Argentina y promulgada por la presidenta María Estela Martínez de Perón ese mismo año. Más tarde, el 3 de noviembre de 2010, año del Bicentenario de Argentina, fue promovida a feriado nacional mediante un decreto de necesidad y urgencia por la entonces presidenta Cristina Fernández de Kirchner.  

Los europeos pretendían establecer relaciones comerciales directas entre Gran Bretaña y Francia con las provincias de Santa Fe, Entre Ríos y Corrientes, sin pasar por Buenos Aires y su aduana, ni reconocer la autoridad de Rosas como encargado de las relaciones exteriores de la Confederación Argentina. Por eso el enfrentamiento.

Las fuerzas invasoras buscaban remontar el Paraná con una flota numerosa de barcos de guerra y mercantiles. Sin embargo, las tropas al mando de Lucio Mansilla, se anticiparon en un estrecho recodo de ese río: la Vuelta de Obligado, en el distrito bonaerense de San Pedro. El número de fuerzas enemigas superaba ampliamente en cantidad a las argentinas y además tenían armamento más moderno. Sin embargo, los criollos no se amedrentaron y pelearon durante siete horas. La resistencia a la invasión extranjera logró la defensa del país en términos de fronteras y comercio, ya que se evitó que colocaran en el mercado los productos extranjeros desplazando a los artículos locales.

El acontecimiento, que sirvió para ratificar y garantizar la soberanía nacional, derivó en la firma de un tratado de paz entre Argentina, Francia y Gran Bretaña, por el que los europeos reconocían la soberanía argentina sobre los ríos interiores y quedó grabado en la historia como un símbolo de independencia, libertad y unidad nacional.

En el presente ese esfuerzo por afianzar la soberanía nacional persiste no sólo en la reivindicación de las Malvinas y las islas de Atlántico sur como parte integral de nuestro territorio, sino en la necesidad de robustecer las capacidades autónomas en la economía, el comercio, la ciencia y tecnología. Cuando se atenta contra ellas con el argumento de que “no hay plata”, en realidad se apuesta a debilitar la nación para que otros intereses extranjeros puedan dominarla. Lo opuesto a lo que hicieron Rosas y los bravos de Obligado.


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