Comunales | Fiestas patronales
Santa Rosa de Lima
Cientos de fieles participaron el viernes 30 de agosto de la fiesta patronal de Santa Rosa de Lima, que se celebró en la basílica y santuario de la patrona de Latinoamérica, en el barrio porteño de Balvanera, pese al clima hostil que preanunciaba la tormenta nominada como la Santa. El arzobispo de Buenos Aires presidió la misa central por la fiesta patronal en honor de la santa en la basílica y santuario del barrio de Balvanera, donde animó a "vivir la esperanza".
Buenos Aires, 3 de setiembre de 2024. En la Basílica Santa Rosa de Lima de Balvanera se celebró el viernes pasado la fiesta patronal en honor de la santa patrona de Latinoamérica. Hubo celebraciones durante toda la jornada y también una procesión por las avenidas y calles que rodean al templo. El arzobispo de Buenos Aires, monseñor Jorge García Cuerva, presidió la misa central dentro de la basílica y no en el atrio como estaba previsto debido a las inclemencias del tiempo. Concelebró el párroco, junto con otros sacerdotes.
En la homilía y a la luz de las lecturas bíblicas, el arzobispo porteño señaló: "A veces las sorpresas de la vida son golpes duros, que en algún momento de la vida nos tocan a todos. Siempre y en algún momento de la vida, ésta nos golpea duro, que nos marcan y nos duelen". "Pero también -dijo- hay sorpresas en la vida que son lindas, que son las sorpresas de Dios, que es animarnos a creer que lo mejor está por venir".
Monseñor García Cuerva animó a "recuperar esa capacidad de dejarnos sorprender". "Pidámosle juntos a santa Rosa que nos dejemos sorprender por Dios, que creamos que en tu vida, en la mía y en la de todos, lo mejor está por venir".
Además, instó a que "vivamos con esperanza; ese es el don que le queremos pedir a la santa, vivir con esperanza, no tenerle miedo al futuro y creer que nos pueden pasar cosas lindas, que Dios nos puede sorprender".
"Pero también -aseguró- tenemos que tener la capacidad de buscar, no quedarnos de brazos cruzados, ponerle pila a la vida, ponerle ganas. No nos resignemos a vivir mal. ¿Por qué no vamos buscar paz, justicia, fraternidad? ¡Vamos! Le pedimos a santa Rosa que no perdamos las ganas de buscar".
Al finalizar cada misa se realizó una visita al pozo de los deseos ubicado en el campito, con la finalidad de que cada fiel pueda dejarle a la patrona del templo una petición o expresar su agradecimiento.
Santa Rosa de Lima y la tormenta
Cada 30 de agosto el fenómeno climático se repite con variada intensidad y los cielos se pintan de gris y truenan con fervor para desatar tormentas que se extienden en todo el hemisferio austral. Más allá de lo poético, la melancolía que trae muchas veces los días de lluvia y lo difícil que se hace secar la ropa por la humedad, este fenómeno climático tiene nombre, se la conoce como la tormenta de Santa Rosa y se caracteriza por manifestarse en los últimos días del octavo mes del calendario.
El origen de este evento natural viene a partir de la primera santa de América y patrona de Lima, Perú: Isabel Flores de Oliva. Alrededor de esta mujer hay múltiples mitos que se esparcieron por la cultura popular latinoamericana.
Isabel Flores de Oliva, más conocida como Santa Rosa de Lima, nació el 20 de abril de 1586 en la ciudad de Lima, capital del Virreinato del Perú. Desde muy joven, mostró una profunda devoción religiosa y un compromiso con los más necesitados, dedicando su vida al cuidado de enfermos, indígenas y afrodescendientes.
A pesar de la oposición de su padre, quien deseaba que contrajera matrimonio, Isabel ingresó a la Tercera Orden de Santo Domingo como laica consagrada. Su vida estuvo marcada por la penitencia y la austeridad, practicando ayunos prolongados y mortificaciones corporales, siguiendo las costumbres de la época.
El origen del mito de la tormenta se remonta al año 1615, cuando una flota de barcos corsarios neerlandeses amenazaba con atacar la ciudad de Lima por el puerto del Callao. Según la leyenda, Rosa de Lima reunió a un grupo de mujeres en la Iglesia de Nuestra Señora del Rosario para orar por la salvación de la ciudad. Tras sus plegarias, se desató una intensa tormenta que obligó a los piratas a replegarse, salvando así a Lima de la invasión.
Los fieles atribuyeron este hecho climático a un milagro obrado por Rosa, ya que en aquella época del año era poco probable que ocurrieran lluvias torrenciales en la región. La leyenda cobraba fuerza debido al particular microclima de Callao.
El supuesto “milagro” de la tormenta contribuyó a que Isabel Flores de Oliva fuera beatificada en 1668 y canonizada en 1671 por el Papa Clemente X, convirtiéndose en la primera santa americana. Desde entonces, se la conoce como Santa Rosa de Lima y se le atribuyen diversos milagros y hechos prodigiosos, como hacer llover rosas en el escritorio del Pontífice cuando este solicitó una prueba de su santidad.
Cada 30 de agosto, miles de fieles se congregan en el Santuario de Santa Rosa en Lima, lugar donde vivió y murió la santa. Allí se encuentra el famoso “Pozo de Santa Rosa”, donde los devotos depositan cartas con sus deseos y peticiones. Según la tradición, Rosa arrojó en ese pozo la llave del candado de una cadenilla que se puso en la cintura a modo de silicio para hacer penitencia.
A pesar de que la explicación científica apunta a los cambios en la circulación atmosférica propios de la transición hacia la primavera, el mito de la tormenta de Santa Rosa sigue vigente en la cultura popular latinoamericana, perpetuando la leyenda de la santa que conjuró una tempestad para salvar a su ciudad.
Un factor clave es la llamada “Corriente en Chorro en Capas Bajas de Sudamérica”, una corriente de vientos que transporta humedad desde el océano Atlántico hacia la cuenca del Amazonas y, posteriormente, hacia el sur, bordeando la Cordillera de los Andes. Esta humedad, al ingresar a la región central de Argentina, crea un ambiente propicio para la formación de nubes de tormenta y precipitaciones abundantes.