Porteñas | Sin pirotecnia sonora

Ciudad calma

La Ciudad de Buenos Aires oficializó una prohibición integral del uso de pirotecnia sonora en todo su territorio, una medida que marca un cambio significativo en las celebraciones de fin de año y en la regulación urbana vinculada al ruido. La tradición china, que combina explosiones y luces de colores, se originó alrededor del siglo IX con el descubrimiento de la pólvora y era usada inicialmente para alejar malos espíritus y en ceremonias especiales. Buenos Aires, 23 de diciembre de 2025. El anuncio fue realizado por el jefe de Gobierno porteño, Jorge Macri, a pocos días de la Navidad, con el objetivo de proteger la salud de adultos mayores, bebés, personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA) y animales domésticos y silvestres. La decisión, que se aplicará tanto en el ámbito privado como en eventos organizados por el sector público, convierte a la Ciudad en una “zona calma libre de pirotecnia”, según establece la resolución de la Agencia de Protección Ambiental (APRA).

Macri comunicó la medida a través de sus redes sociales, donde explicó que la pirotecnia con efecto audible genera impactos severos en grupos sensibles y afecta también al ecosistema urbano. Señaló que la decisión responde a un reclamo sostenido de vecinos en reuniones barriales y que busca avanzar hacia una convivencia más saludable en una ciudad que ya presenta altos niveles de ruido ambiental. “La pirotecnia sonora afecta la salud de personas mayores, personas con TEA y bebés. Además, provoca daños a los animales y al ecosistema”, expresó el mandatario al anunciar la prohibición.

La normativa instruye a la APRA a adecuar la legislación vigente y establecer mecanismos de control para garantizar el cumplimiento de la medida. El primer artículo de la resolución declara a Buenos Aires como “zona calma libre de pirotecnia” y prohíbe el uso de cualquier artificio pirotécnico con efecto audible, sin distinción de tamaño, tipo o modalidad de uso. El artículo 4°, por su parte, extiende la prohibición a todos los eventos y espectáculos organizados por el sector público porteño, lo que implica que festividades oficiales, actos institucionales y celebraciones masivas deberán prescindir de elementos sonoros y optar por alternativas lumínicas o visuales.

Hasta ahora, la Ciudad contaba con una regulación parcial dictada en 2020, que establecía zonas de restricción en un radio de 100 metros alrededor de espacios sensibles como las reservas ecológicas Costanera Norte y Sur, el Lago Lugano, el Ecoparque y los hospitales. Con la nueva disposición, esa lógica de excepciones queda atrás y la prohibición se extiende a todos los barrios y comunas, sin distinción geográfica. La medida también se alinea con políticas adoptadas en otras jurisdicciones del país, donde municipios y provincias avanzaron en los últimos años hacia restricciones totales o parciales del uso de pirotecnia sonora, impulsadas por organizaciones de padres, entidades de defensa animal y profesionales de la salud.

La decisión fue celebrada por asociaciones vinculadas a la salud comunitaria, colectivos de familias con niños con TEA y organizaciones protectoras de animales, que desde hace años impulsan campañas de concientización sobre los efectos nocivos del estruendo. Entre los argumentos más reiterados se encuentran las crisis sensoriales que pueden sufrir personas con autismo, los episodios de estrés agudo en mascotas y fauna urbana, y los riesgos de accidentes domésticos asociados al uso de explosivos. Hospitales públicos y servicios de emergencia han registrado históricamente un aumento de quemaduras, lesiones oculares y traumatismos durante las fiestas, aunque en los últimos años estos casos disminuyeron en distritos donde se aplicaron restricciones similares.

La normativa porteña contempla excepciones específicas: quedan habilitados únicamente los artificios utilizados para emitir señales de auxilio, los empleados por las Fuerzas de Seguridad y Defensa Civil y aquellos indispensables por razones de seguridad operativa. No se prohíben los fuegos artificiales lumínicos ni los espectáculos visuales sin estruendo, que podrán seguir utilizándose en celebraciones privadas o públicas siempre que no generen impacto sonoro significativo. Funcionarios del Gobierno porteño destacaron que existen alternativas tecnológicas que permiten mantener propuestas festivas sin afectar la salud ni el ambiente, como shows de luces, drones o pirotecnia fría sin explosiones.

La medida se inscribe en una política ambiental más amplia, respaldada por el artículo 26 de la Constitución de la Ciudad, que reconoce el derecho de los habitantes a gozar de un ambiente sano y establece la obligación de preservarlo para las generaciones presentes y futuras. Desde la APRA señalaron que la prohibición forma parte de un conjunto de instrumentos de gestión orientados a reducir la contaminación acústica y mejorar la calidad de vida urbana, en una ciudad donde el ruido es uno de los principales factores de estrés cotidiano.

Con esta decisión, Buenos Aires se suma a una tendencia creciente en la región y en el país, donde cada vez más distritos avanzan hacia celebraciones más inclusivas, seguras y respetuosas del entorno. La implementación de la medida, a pocos días de las fiestas, supone un desafío operativo para los organismos de control, pero también un cambio cultural que busca consolidarse en los próximos años. Para el Gobierno porteño, la prohibición no solo apunta a reducir riesgos inmediatos, sino a promover una convivencia más armónica en una ciudad que aspira a ser más accesible, más saludable y más consciente del impacto de sus prácticas festivas.


Compartir nota en las redes sociales Enviar Imprimir

Dejanos tu comentario