Editorial | Pobres sin derechos

La limpieza seg煤n Macri

Nuestro Jefe de Gobierno se ufana de estar logrando una ciudad m谩s segura y m谩s limpia. Una, en las que las calles no est谩n cortadas por las protestas y en la que los espacios p煤blicos no est谩n ocupados por personas en situaci贸n de calle. Poco importa pensar en las causas de los fen贸menos que se intenta erradicar con m谩s represi贸n. Lo que se valora es la imposici贸n de un cierto orden en el que los perdedores del sistema son invisibilizados o silenciados.
Buenos Aires, 14 de mayo de 2024. Toda la perorata de defensa de la propiedad privada se tira al tacho cuando se trata de confiscar las escasas pertenencias de un pobre desahuciado. Colchones, mantas, cartones. Todo se destruye porque 鈥渆nsucia鈥 la ciudad pr贸spera, orgullosa de s铆 misma, admirada por los extranjeros adinerados que hacen turismo en ella para beneficio de los propietarios de sus inmuebles m谩s codiciados. 

Lo mismo ocurre cuando la polic铆a, 鈥渂rava鈥 con los m谩s d茅biles, se apropia ilegalmente de la mercader铆a que intentan vender en las calles para sobrevivir d铆a a d铆a en una ciudad que les da la espalda a los ca铆dos. Sean s谩nguches, frutas o ropa de marcas falsificadas, todo es saqueado en nombre del orden y la limpieza, por los mismos uniformados que hacen la vista gorda frente al narcotr谩fico, como sistem谩ticamente denuncian nuestros vecinos.

En esa ciudad hip贸crita que procura conformar Macri y que se desentiende de las consecuencias de una econom铆a excluyente y en ca铆da libre, no hay lugar para el esc谩ndalo frente a la brutalidad del desprecio por los afectados. Son descartados sin siquiera una mueca de verg眉enza. Nadie reclama por su dignidad violentada, como si se creyera que la pobreza carece tambi茅n de derechos. Y ese silencio colectivo es en s铆 mismo un verdadero esc谩ndalo moral que demuestra la degradaci贸n colectiva a la que nos ha arrastrado la l贸gica economicista del ultra liberalismo.

Vivimos tiempos en los que campea la l贸gica de la 鈥渁porofobia鈥, neologismo acu帽ado por la fil贸sofa espa帽ola Adela Cortina en 1995 para referirse al 鈥渞echazo, aversi贸n, temor y desprecio hacia el pobre, hacia el desamparado que, al menos en apariencia, no puede devolver nada bueno a cambio鈥. Tiempos en el que redit煤a pol铆ticamente mostrar c贸mo se limpia la ciudad de menesterosos, sin que nadie pregunte qu茅 fue de ellos. En los que un funcionario p煤blico puede inventar el supuesto delito de dormir en la calle y aprehender a los que lo cometen.

Tiempos dif铆ciles para la democracia aunque se hayan elegido los gobernantes por el voto popular, dado que la igualdad se niega radicalmente al que no posee un m铆nimo de bienes. A ese, ni derecho a protestar se le reconoce. Entonces, 驴de qu茅 ciudadan铆a hablamos? 驴Ser谩 por eso que consideran a la justicia social como una verdadera aberraci贸n?

Negar la igualdad pol铆tica de algunos en funci贸n de su carencia de recursos es un antiguo rasgo de las rep煤blicas modernas. As铆 fue fundado Estados Unidos, con una ciudadan铆a restringida a los hombres blancos, mayores de 25 a帽os, siempre que fueran propietarios. A falta de propiedad, los hombres blancos mayores de 25 no ten铆an derecho a voto. Igual que los no blancos, las mujeres y los menores de edad. 驴Tambi茅n querr谩n volver a esto? Deben saber que esas restricciones fueron barridas de la historia por la persistente lucha de los desamparados en reclamo de su lugar en la sociedad. Un lugar de  dignidad e igualdad sustentado en su condici贸n humana.

                                                                                                          Lic. Gerardo Codina




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