Buenos aires, 12 de diciembre de 2023. Así, derechos humanos y democracia quedaron enlazados estrechamente en nuestra historia política. Fue una marca consistente con la lucha contra la violación sistemática de los derechos humanos por la dictadura terrorista cívico militar, que practicó el terrorismo de estado contra el pueblo argentino, simbolizada en la figura de los desaparecidos, pero que abarcó la pérdida de derechos de millones de ciudadanos. 

La aprobación en 1948 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos también reflejó un momento significativo de la historia. Fue apenas concluida la Segunda Guerra Mundial, con su secuela de horrores inauditos contra la condición humana. Espantadas las mayorías por los actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad que se vivieron en su trascurso, se fijaron el norte de asegurar los derechos inalienables que toda persona tiene como ser humano, independientemente de su raza, color, religión, sexo, idioma, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición.

Así, la Declaración Universal de los Derechos Humanos es un documento que marca un hito en la historia de la humanidad, al ser propuesta como un ideal común para todos los pueblos y naciones. Durante su vigencia y hasta el momento, inspiró la adopción de más de setenta tratados de derechos humanos, que se aplican hoy en día de manera permanente a nivel mundial y regional (todos contienen referencias a ella en sus preámbulos) y que la República Argentina incluyó en su ordenamiento jurídico interno por la reforma de 1994.

Sin derechos humanos asegurados para todas y todos, sin importar su condición, no hay verdadera democracia. Unos y otra no son algo inevitable y asegurado, sino que resultan el producto de una defensa militante permanente frente a los avances autoritarios de los poderosos de turno, que procuran hacer prevalecer su voluntad frente a las mayorías. Solo el pueblo organizado y movilizado puede ser custodio fiel de la vigencia de los derechos humanos esenciales y resguardo de la legitimidad democrática. 

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