Editorial | Segundas PASO

La consolidación de la democracia

A horas del cierre de nuestra edición, se celebrarán las segundas primarias abiertas, simultáneas y obligatorias, de la historia de nuestra joven democracia. Esta vez las PASO, como se las conoce por su sigla, vendrán acompañadas de otra novedad, para festejar los treinta años ininterrumpidos de vida democrática, sin proscripciones ni partidos ilegalizados. Se trata de la ampliación de los derechos políticos a los jóvenes desde los 16 años, que de ahora en más podrán votar optativamente en todas las elecciones. Buenos Aires, 12 de agosto de 2013. La incorporación de los más jóvenes es una gran innovación, aunque su efecto cuantitativo sea menor, en línea con el reconocimiento del voto femenino en 1947 y el establecimiento del sufragio universal, obligatorio y secreto, en 1916. Un nuevo piso de ciudadanía que configurará en adelante el escenario institucional de nuestro país.

Claro que en las PASO no se distribuyen representaciones, sino que sólo se seleccionan candidatos. Los representantes habremos de elegirlos 75 días después, el 27 de octubre, en elecciones generales. El carácter de obligatorias y simultáneas, establecido para evitar que cualquier sector irrumpa en la vida interna de otro partido y para promover el involucramiento ciudadano en la selección de los candidatos de cada parcialidad, confunde a quienes todavía no asimilaron el mecanismo. Empezando por los mismos partidos, la mayoría de los cuales no recurre a estas internas para dirimir candidaturas. En algún caso, como el kirchnerismo, porque prefiere mostrarse monolítico detrás de su conducción nacional. En otros, porque sólo son viables los acuerdos de cúpulas. Como fuere, pocas parcialidades determinarán sus listas según los sufragios que obtenga cada pre candidato en las PASO del 11 de agosto.

Entre los que tendrán verdaderas internas, el sector más significativo eligió como nombre una expresión de deseos: UNEN. A estar por lo visto en la campaña y atendiendo a los antecedentes de los últimos diez años o más, difícilmente lleguen unidos a las elecciones de octubre, de forma que mal podrán presentarse como un factor de integración de todos los sectores de la sociedad, como se proponían desde el voluntarioso nombre de su extraña coalición.

El experimento despierta alguna curiosidad. Sin otro factor de unidad real que la oposición a los gobiernos existentes en la ciudad y a nivel nacional, y una cortísima historia de caminar juntos, el desafío que tienen es mostrar el mismo nivel de votos en octubre, cuando se establezcan las representaciones, que los obtenidos ahora, cuando se dirimían las candidaturas. ¿Votará a Terragno en octubre alguien que prefirió a Solanas en agosto?

Distintas son las situaciones del PRO y del FPV. En el primer caso, se trata de consolidar un piso de votos propios que no esté lejos de los obtenidos en 2011 para la jefatura de gobierno en primera vuelta. Claro está que ahora no se elige Jefe ni es Macri candidato, pero pesa la evaluación que tienen los porteños sobre la gestión municipal. Por eso, para el futuro de Gabriela Michetti sería valioso no caer muy por debajo de los 47 puntos que obtuvo entonces el PRO. Es que todos piensan en el 2015 y aquí también habrá que encontrar sucesor al actual mandatario, que no puede reelegir a la cabeza del Ejecutivo.

En el caso de los dirigentes del Frente para la Victoria, el objetivo es otro. Acercar la cosecha porteña a los niveles de aprobación que tiene el gobierno nacional entre los vecinos de la ciudad. Más de un tercio de los habitantes de la capital argentina aprueban la gestión de Cristina Fernández y, ni los candidatos que se postulan ni la bandera partidaria que los distingue, son desconocidos en nuestros barrios. Así, todo indica que Filmus está cerca de alcanzar esa meta.


Lic. Gerardo Codina


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