Editorial | Nuevo gobierno en Argentina
Crisis sin salida
La irrupción de Javier Milei en el escenario político es otro indicador de la crisis que atraviesa la sociedad argentina desde hace tiempo. Pasar en dos años de ser apenas un comentarista televisivo a primer mandatario electo es una fuerte señal del descontento de gran parte de la ciudadanía con los resultados de la política. Pero no anuncia la solución de la crisis, sino una nueva profundización.
Buenos aires, 12 de diciembre de 2023. Pensando en eso el Jefe de Gobierno entrante ya se prepara para “enfrentar los conflictos” con la represión policial. Al menos, así lo advirtió al asumir su cargo, unos días antes que el nuevo Presidente. No se tratará de resolver los conflictos, sino evitar que se manifiesten. Es que la conflictividad social creciente será inevitable con la concentración regresiva y brutal de los ingresos que se anuncian bajo la consigna de “no hay plata” y la liberación total de los precios de la economía. Ya se evidencian sus efectos, empobreciendo a los más pobres y pauperizando a los sectores medios de la sociedad.
La crisis de la que Milei es expresión, no empezó ayer. Muchos intentan explicarla con la vigencia del peronismo en el país, devaluado como “populismo” irresponsable, por haber procurado una justicia social que, a los ojos del libertario, es “aberrante”, dado que "es robarle a alguien para darle a otro, un trato desigual frente a la ley, que además tiene consecuencias sobre el deterioro de los valores morales al punto tal que convierte a la sociedad en una sociedad de saqueadores".
Se oculta así la realidad de que el poder económico tiende a concentrarse y que los monopolios no maximizan la eficiencia de la actividad productiva, sino que permiten ganancias extraordinarias basadas en su capacidad de regular la oferta disponible. Es uno de los rasgos salientes de la economía argentina, acentuado por el hecho de que además, muchos de esos monopolios son extranjeros. Evaluación que compartía Alberto Fernández con los técnicos del FMI antes de asumir su presidencia, pero que luego no se expresó en ninguna acción durante su gestión de gobierno.
Más allá de la existencia de los monopolios, de que traban la posibilidad de la libre competencia que posibilitaría que las fuerzas del “mercado” regulen los precios, y de la distribución injusta de la riqueza, Argentina enfrenta el problema de un modelo de desarrollo sometido a la traba continua de la falta de divisas suficientes para satisfacer el conjunto de los requerimientos de la sociedad, exacerbada por la enorme deuda improductiva contraída por el macrismo y el carácter bimonetario de nuestra actividad económica. Este problema no fue resuelto en los últimos setenta años y no la va a resolver Milei.
Las exportaciones del complejo agroindustrial son insuficientes para atender todas las demandas de divisas. Por ello muchos se entusiasman al avizorar nuevos sectores con potencial de exportación de riquezas, desde el gas y el petróleo de Vaca Muerta o el mar argentino, las exportaciones mineras, el turismo receptivo o la industria del conocimiento. Seguramente en su desarrollo se encuentran algunas de las claves para la solución de los problemas argentinos. Pero de nada serviría si se repite la concentración del ingreso que existe al interior del complejo agropecuario. Allí coexisten el trabajo esclavo, el empobrecimiento relativo de los sectores medios y la escandalosa y obscena exhibición de riqueza. Muchas veces acompañada de maniobras delictivas, como lo evidenció el caso Vicentín, con su secuela de estafas, desfalcos, evasiones y contrabando.
La ciudad tiene un rol a jugar en la definición de otro patrón de desarrollo. Lo demuestra el hecho de que encabeza el ranking de distritos que exportan bienes de mayor complejidad productiva, según el estudio realizado por el Centro de Estudios para la Producción (CEP XXI) del Ministerio de Economía. Todos esos productos se caracterizan por el denso componente tecnológico requerido para producirlos. Componente que exige trabajadores muy calificados y adecuadamente remunerados. En esa articulación virtuosa entre ciencia, tecnología, producción y trabajo, habremos de resolver la vieja crisis que nos atraviesa como sociedad.
Lic. Gerardo Codina