Editorial | Elecciones 2023

Todos juegan

Se inició el año electoral y comienzan a movilizarse todos los actores sociales y políticos. Hay mucho en disputa. En especial, qué rumbo toma el país acuciado por los enormes desafíos que implican la necesidad del desarrollo en un mundo cada vez más tensionado por el choque entre EEUU y China, y la exigencia de afrontar la pesada hipoteca de la deuda externa asegurando al mismo tiempo la recuperación de mejores niveles de justicia social.
Buenos Aires, 14 de marzo de 2023. Dos circunstancias muestran a las claras que se trata resolver un nuevo modelo. Una sequía histórica que casi estrangula al Paraná y se comió una cosecha, evidencia que el país no puede depender del cielo para asegurar su sustento. La crisis climática ha llegado y todas sus malas consecuencias habrán de impactarnos. 

La otra es la ventana de oportunidad que se nos abre en un mundo en transición energética. Disponemos de abundantes recursos naturales para producir hidrógeno verde, energía eólica, solar y mareomotriz, tenemos la segunda reserva mundial de litio y estamos transitando el sendero para pasar a ser un país petrolero, aprovechando las reservas petroleras y gasíferas de Vaca Muerta y de nuestro Mar Argentino. 

Pero también fabricamos radares, satélites, centrales atómicas de baja y mediana potencia, empezamos a desarrollar vacunas y exportamos medicamentos y equipamiento sanitario. No es casual. Es el resultado de haber perseverado en el sostenimiento de una educación pública gratuita de calidad, de haber sido capaces de consolidar un sistema científico tecnológico propio y haber preservado una industria nacional competitiva. 

Argentina no necesita depender de las exportaciones agropecuarias para tener divisas. Puede hacer y hace muchas otras cosas. Por ejemplo, su industria de software ya es el tercer sector exportador en volumen y tiene para crecer, como la producción de contenidos para la industria del entretenimiento o el desarrollo de videos juegos.   

Apostar por el fortalecimiento de un tejido industrial sólido, que aproveche las ventajas comparativas de contar con los recursos naturales y el enorme potencial agrario nacional, permitiría pensar en un país con rápido desarrollo, mayores niveles de integración y una democracia consolidada con la participación popular y la justicia social. 

No es lo que pretenden todos los sectores del poder económico. Por caso, el núcleo de grandes productores sojeros no quiere perder su condición de privilegio a la hora de hacer valer que todavía generan la mayor cantidad de divisas. En todo caso, apuestan a quedarse con la renta de los nuevos recursos naturales que se pueden volcar al mercado mundial, como socios menores de grandes monopolios externos. Por eso dicen que el estado no debe intervenir o que tiene que hacerlo en la menor medida posible. Es lo que sostienen sus voceros en esta campaña.

Y como también ellos juegan, mueven sus fichas para desestabilizar o hundir en una derrota electoral a quienes piensan diferente. Por el contrario, los movimientos sociales y sindicales, que perciben lo que puede ocurrir en el mediano plazo, también se movilizan para asegurarse que haya un debate esclarecido y un voto inteligente de las grandes mayorías populares. 

Es que no se trata sólo de cambiar de gobierno. En el juego que todos juegan lo que se decide es el futuro nacional y de las próximas generaciones. Algo demasiado importante como para dejarlo en manos de pocos o de supuestos expertos, que sólo hablan por los intereses que representan. 
Lic. Gerardo Codina


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