Editorial | Destituyente o dialoguista

La elección de Larreta

Este año se renueva la mitad de las bancas de la Legislatura y se eligen también la mitad de los diputados nacionales por el distrito, lo mismo que en el resto del país. Por no estar en juego ni gobernadores ni presidente, debiera ser una elección menos crispada, con espacio para la expresión de corrientes políticas minoritarias. Un momento donde se expresen más las preferencias que el cálculo de conveniencia.
Buenos Aires, 9 de marzo de 2021. Pero no será así en este momento excepcional de nuestro país. El impacto de la pandemia y la ausencia de certezas sobre cuál será la situación sanitaria para cuando deban realizarse las primarias obligatorias, abrió un debate sobre su oportunidad y necesidad, todavía no saldado. Pero, al margen de eso, la existencia de dos bloques políticos muy contrapuestos, polariza el escenario y lo impregna todo de una lógica de fuerte confrontación.

Esto es debido a que el bloque que resultó vencido en la última elección está liderado por una fracción que asumió desde el primer día una actitud beligerante extrema, tendiente a obstaculizar, sabotear y, de ser posible, destituir al nuevo gobierno, apoyada por los grupos económicos monopólicos. Esta lógica de guerra permanente no se desarma poniendo la otra mejilla. Y además deja poco espacio a los moderados en las propias filas de la oposición.

En vez de saludar el gesto ético del Presidente Fernández de separar de inmediato de su cargo a su amigo personal Ginés, al tomar conocimiento de favoritismos en la implementación de la vacunación, esos sectores de la oposición salieron a la calle a repudiar el llamado “vacunatorio VIP” por la prensa hegemónica, colgando bolsas mortuorias frente a la Casa Rosada. El nivel de violencia simbólica implicado se manifestó en que la Sra. Bullrich, titular del PRO por decisión de Macri, corrigió en público al ministro de salud porteño Quirós, cuando este calificó de “error” la inconducta de Ginés.

Precisamente entre esos dos nombres deberá elegir Larreta a quien encabece la lista por su espacio político. Bullrich, impuesta por Macri y Quirós, por la buena imagen pública ganada en el manejo de la pandemia. No es una cuestión menor para la salud de nuestra democracia. Sin la posibilidad de la construcción de consensos mínimos no será posible salir de la enorme crisis social, económica y política que atravesamos. Para ello no sólo hace falta diálogo, sino buena fe y voluntad de compromiso. 

La decisión de Larreta de no diferenciarse de la herencia funesta del macrismo que, con su endeudamiento irresponsable tornó prácticamente inviable el desarrollo nacional futuro, abre fuertes interrogantes sobre si será posible sustraerse a la lógica de la destrucción del adversario, recurriendo a cualquier método. Ya vivimos en los 70 los efectos de esa dinámica perversa. Tropezar como sociedad dos veces con la misma piedra no sería gratis. 

Para colmo de males, parte del descontento con la experiencia macrista es recolectado por un ultraliberalismo cerril, que encuentra que el defecto no fueron las políticas implementadas, sino la falta de firmeza para consolidarlas. Otra mala noticia para la sensatez requerida, si se pretende un futuro de prosperidad compartida.

La alternativa abierta, en la ciudad y en el país, es consolidar el triunfo popular, ensanchando su representación democrática. Pero para ello también es menester que las mayorías encuentren que en efecto la democracia sirve para mejorar sus condiciones de vida. Si no, pueden darle la espalda y apostar por otros caminos. El compromiso con las mayorías empobrecidas no es opcional si se quiere resguardar la democracia.

Lic. Gerardo Codina


Compartir nota en las redes sociales Enviar Imprimir

Dejanos tu comentario