Buenos Aires, 14 de mayo de 2024. La zona del Abasto, a fuerza de su gente y sus instituciones, es un polo de cultura independiente y alternativa, un semillero y a la vez un espacio para artistas consagrados. Entre 2020 y 2023, el Ministerio de Cultura porteño diseñó un programa exclusivo para fomentar las manifestaciones locales: festivales, convocatorias y hasta obras urbanas. En el inicio de la nueva gestión, a fines del año pasado, la iniciativa Abasto Barrio Cultural bajó la persiana y en la zona esperan que sea solo un hasta luego y no el fin de una experiencia con impacto positivo. 

“Más de tres años participando de la construcción colectiva de la cultura del barrio. Compartiendo con vecinas, vecinos, artistas y con nuestros Espacios Culturales que aportaron tanto para disfrutar plenamente de este gran ecosistema multicultural. Gracias a todas y todos y, sobre todo, gracias Abasto querido”, dice el último posteo de Abasto Barrio Cultural en Instagram en un tono que huele a despedida. 

Varios de los funcionarios que encabezaron el proyecto dejaron de trabajar en el Ministerio de Cultura tras el recambio de gestión en diciembre. Ante la consulta, señalan que el “programa está despriorizado”. Además, referentes de teatros y espacios culturales que participaron de Abasto Barrio Cultural señalan que la nueva gestión del GCBA no los ha convocado ni les ha transmitido que vaya a haber continuidad. 

Entre tanto, los espacios van “tanteando el terreno”. Vieron favorable la autorización de varios festivales autogestivos al aire libre con cortes callejeros, en medio de la polémica por los protocolos antipiquetes.  En esta línea, esperan que pase un tiempo prudencial para ver si se configura una política parecida a Abasto Barrio Cultural.

Por lo pronto, Macri se expresó en contra de los recortes en el área. En abril, la ministra de Cultura Gabriela Ricardes había expresado: “En la ciudad de Buenos Aires la intervención pública en la cultura no está en duda”. Era una forma de desmarcarse del “No hay plata” de la gestión nacional de Javier Milei y su motosierra. 

De todos modos, en estos primeros meses ya hay luces de alarma. La llamada Multisectorial de la Cultura Independiente de la CABA emitió en abril un comunicado para declarar “en emergencia” al sector por recortes en “programas históricos como lo son el Programa Cultural en Barrios, Carnavales Porteños y los programas contenidos dentro de la órbita de Impulso Cultural”. Exigieron una “política anticíclica que permita el sostenimiento de la cultura en la ciudad”. 

Tiempo atrás, el Abasto fue sede del Festival Internacional de Buenos Aires (FIBA) y experiencias similares. Con el objetivo de gestar más eventos y fortalecer a las instituciones locales, una de las promesas de campaña para el segundo periodo del jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta fue crear un programa exclusivo.

Con esta impronta, a fines de 2020 debutó Abasto Barrio Cultural. En ese momento los teatros y cines estaban cerrados por la pandemia. El inicio fue con espectáculos al aire libre sobre calles peatonales transitorias como Guardia Vieja y Humahuaca. De vuelta a la normalidad, Abasto Barrio Cultural profundizó su articulación con la ciudadanía. Lanzó convocatorias para realizar eventos junto a los espacios artísticos y celebró reuniones con los vecinos en las que se habló de seguridad y mejoras del espacio público.

En base a estas charlas, se construyó un corredor cultural y ambiental en la calle Agüero, entre Perón (frente al Parque de la Estación) y el Pasaje Zelaya. Se ensanchó la vereda, se colocaron canteros, se mejoró la iluminación y se agregaron murales en distintas medianeras, siendo la obra de Guardia Vieja y Agüero la más grande. 

Aparte, se financiaron diversos proyectos de espacios culturales y artistas mediante varias convocatorias. Entre ellas, Identidades Abasto buscaba el “reconocimiento del patrimonio existente” en la zona. Con Abasto In Situ se crearon obras de teatro sobre el Abasto y su gente en sitios no tradicionales, como comercios y terrazas. También hubo festivales al aire libre con música y espectáculos de centros culturales e instituciones educativas locales, y paseos gastronómicos.

A fines de diciembre la artista Mabel Vicentef realizó la última iniciativa de Abasto Barrio Cultural en Agüero y Perón. Se trata de un mural inspirado en el nuevo disco de la icónica actriz Nacha Guevara, quien se hizo presente durante la realización de la obra. Semanas atrás, esta obra fue vandalizada. Con aerosol blanco le escribieron la frase “Fuera feminazis”. 

No es algo nuevo en la zona del Abasto. Desde la época de la pandemia, muchas personas anónimas se sintieron legitimadas para salir a las calles a romper mobiliario público y privado, a dañar obras de arte u homenajes a luchas por los derechos humanos, con consignas de odio o simplemente con manchones de pintura.

Estos ataques fueron denunciados por vecinos e instituciones, incluso por la Legislatura porteña, pero continúan. Una pared o una placa parecen poca cosa, pero en el fondo, estas prácticas llevan latente el signo de la intolerancia y la violencia. Más aún, existe un contexto social y político que legitima estas acciones directas.

                                                                                                                     Juan Castro

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