Editorial | El feudo macrista

La transformación sigue

Más allá del resultado de las PASO, un dato se conoce de antemano. La alianza Juntos por el Cambio continuará gobernando el segundo distrito más importante del país por quinto período consecutivo. Aunque resulta casi seguro que haya una segunda vuelta en noviembre entre el candidato que emerja de la compulsa interna de JxC y Leandro Santoro de UxP, es poco probable hoy que los seguidores de Mauricio Macri tengan que resignarse a perder en el bastión que los vio nacer y proyectarse a la escena nacional.
Buenos Aires, 15 de agosto de 2023. El dato impresiona más si se lo pone en el contexto de la corta historia de la autonomía porteña. Este año será el 27 aniversario de la primera elección de Jefe de Gobierno. Hasta ahora fueron siete períodos de gobierno, de los cuales el primero de Ibarra se acortó para hacerlo coincidir con el mandato presidencial. Cuatro de esos siete periodos fueron ocupados por dos hombres del PRO. Primero por dos periodos sucesivos Mauricio Macri, su fundador, que tuvo como su jefe de gabinete a Horacio Rodríguez Larreta y luego, el mismo Larreta, también por dos períodos. En cambio, en los primeros once años pasaron cuatro titulares del Ejecutivo, dos de ellos para completar el período de su antecesor. Olivera completó el primer mandato de De la Rúa, que no reeligió por postularse a la Presidencia. Y Telerman, el segundo período de Aníbal Ibarra. 

Así las cosas, todo indica que la mayoría de los porteños está satisfecho con las transformaciones que impulsa el PRO en la ciudad. Una ciudad de servicios, vistosa para el turismo, en la que se generan oportunidades de negocios inmobiliarios que no existen casi en otros puntos del país y con buena calidad de vida para quien pueda pagarla. Poco más. Sin embargo, existen muchas  quejas que no logran conjugarse en una sola expresión de cambio político. 

Por un lado, el ultraliberalismo reclama despejar de protestas las calles de la ciudad, mano dura con la delincuencia y desregular más la actividad económica y social. Por el otro, el peronismo demanda mayor inclusión social, con salud y educación públicas de calidad y accesible a todos, además de mejor calidad ambiental. La izquierda pide un mayor protagonismo de los trabajadores en la gestión de las empresas y servicios públicos, además de su jerarquización. Más allá de eso, grupos vecinales protestan por el arrasamiento de los barrios de casas bajas, el desguace del patrimonio urbano, la ausencia de vacantes suficientes en la educación pública, la tala indiscriminada del arbolado público y la falta de espacios verdes, entre otros temas. 

El tránsito endemoniado, la inseguridad en los barrios pese a la saturación policial de las calles, el auge del narcotráfico y la falta de una política de acceso a la vivienda han tenido poco espacio en las campañas y en el debate público. Tampoco los porteños fueron convocados a pensar otra ciudad mejor y posible. Una explicación de este silencio es el avieso manejo de la agenda pública que hace el oligopolio mediático que subordina al PRO y sus expresiones auxiliares. Oligopolio que desde nuestra ciudad marca la agenda política nacional y condiciona el funcionamiento de la economía.
 
Para saltar el cerco de esas condicionalidades y construir otra mayoría, en primer lugar se requieren fuerzas políticas desligadas de compromisos con el aparato de poder del PRO, algo que apenas sucede y que además, sean capaces de permear la sociedad con su propia red de propalación de ideas y debates; una red que no sea una expresión testimonial y pueda forjar agenda pública. ¿Se podrán construir en los próximos cuatro años?  

                                                                                                     Lic. Gerardo Codina


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