Sociedad | 174 aniversario de su muerte

El legado de San Martín

En apenas doce años de actuación en América del Sur, José de San Martín dejó una huella imborrable y conquistó la libertad de tres jóvenes naciones. Llegó de Europa a Buenos Aires para sumarse a la gesta libertadora el 9 de marzo de 1812 y retornó al viejo continente el 10 de febrero de 1824, después de su paso triunfal por Chile y Perú, cuyas liberaciones aseguraron la independencia de las Provincias Unidas, proclamada en Tucumán en 1816.
Buenos Aires, 13 de agosto de 2024. El genio militar, el general victorioso, el apasionado patriota prefirió el exilio a enredarse en los conflictos internos de sus paisanos. Puso su espada al servicio de la causa suprema de la libertad americana y nunca utilizó la fuerza de sus ejércitos para sojuzgar a un pueblo hermano, ni al propio. Tuvo la oportunidad de hacerlo especialmente en Perú, proclamado “Protector de la Libertad” y colocado al frente del gobierno desde julio de 1821 cuando entró vencedor a Lima. 

Sin embargo, cuando se concibió como un obstáculo para la unidad de las fuerzas americanas en la batalla final contra el dominio colonial español y se conformó el Congreso Nacional peruano, San Martín renunció a todos sus cargos y abandonó el mando de la República de Perú. Lo hizo con la íntima convicción de que “por rectas que sean las intenciones de un soldado favorecido por la victoria, cuando es elevado a la suprema autoridad al frente de un ejército, considerase en la república como un peligro para la libertad.”, como se lo dijo personalmente a los diputados peruanos que le pedían que reconsiderase su decisión y recuerda Tomás Guido, su entonces ministro de Guerra y Marina. 

La entrevista en Guayaquil con Bolívar lo había convencido de que era menester que él se retirase de la escena política para asegurar la unidad de las fuerzas americanas que culminaría con la derrota española en Ayacucho. Pero además, y lo expresó a los diputados peruanos, estaba persuadido de que un general victorioso al mando de un ejército, en una república, era una amenaza a la libertad, aunque fuese él mismo. 

Subordinar todo, incluso las ambiciones personales, al superior objetivo de la libertad de los pueblos americanos; nunca actuar para sojuzgar a los pueblos hermanos ni enredarse en las contiendas civiles de su propio  pueblo y deponer el poder político para no convertirse en una amenaza a la República, estos son algunos de los rasgos principales del legado político de José de San Martín. Legado que debe ser recuperado por las nuevas generaciones militares y que es amenazado cada vez que, como ahora, vuelve a pensarse a las fuerzas armadas como un ejército de ocupación de su propio país y órgano represivo de su propio pueblo.


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