Comunales | El doble discurso electoral

Cierre del Jardín del Ramos

Aparecer como preocupado por la educación parece que rinde sus frutos en materia electoral. Larreta actúa en consecuencia y desacata una ley nacional para forzar la presencialidad en las escuelas. Pero, por otro lado, cierra un jardín emblemático, destinado a los trabajadores del Hospital Ramos Mejía, del mismo modo que no hizo nada por garantizar la educación a distancia de los chicos sin conectividad.

Buenos Aires, 5 de abril de 2021. El
22 de abril terminó el desguace del Jardín del Ramos, una historia con muchos
capítulos, reflejados en nuestro medio. En varios de ellos, las autoridades
porteñas se movieron con engaños y promesas falsas.

Tres
años atrás, Larreta recorría las obras de reacondicionamiento de la Manzana 66
como un nuevo espacio verde de la ciudad, de acuerdo a lo reclamado por los
vecinos y resuelto por la Legislatura. En el planeamiento de los usos futuros
del predio se incluyó a pedido de las autoridades y con acuerdo con los
vecinos, una futura escuela inicial que, atento a la falta de vacantes
suficientes en escuelas públicas, iba a sumar 300 nuevos lugares para los
pibitos del barrio. Sumar más vacantes era el compromiso. Se trataba de una
escuela nueva. Así lo decía el cartel de la obra.



Pasaron
los meses y cambió el cartel. Se puso “escuela de reemplazo”. En octubre se
conoció cuál sería reemplazada. Al momento de hacer la inscripción para el año
siguiente, el Lactario del Jardín del Ramos no aparecía. Preocupados, los
padres investigaron. La supervisora del distrito les informó que “el lactario
no aparece en el sistema no debido a un problema informático sino porque se
cierra, y que se van a trasladar las salas de tres, cuatro y cinco años al nuevo
edificio de la Manzana 66”.  No terminaba
allí la cosa. Con el lactario también cerrarían la sala de deambuladores -bebés
de un año- y la sala de dos años.



Hay
que agregar un dato. Este era uno de los pocos jardines maternales públicos que
funcionaba con jornada extendida de doce horas, de 7 de la mañana a 19 horas.
Era así, para ajustarse a los horarios de trabajos de los padres de los niños,
en general parejas jóvenes en las que ambos trabajan. Por eso estaba dentro del
hospital, aunque con un acceso propio desde la calle Venezuela al 3158, para
que las mamás que trabajan dentro del hospital pudieran amamantar a sus bebes
durante la jornada de trabajo. También eso se destruyó.



En
ese momento, para más zozobra de las familias la nueva escuela ni siquiera
estaba edificada. Pocos días después, como informamos en nuestra edición del 30
de octubre de 2018, los trabajadores del hospital hicieron un paro de dos en
protesta por el cierre y, en paralelo, “La comunidad educativa de la escuela
infantil del hospital Ramos Mejía se reunió con los sindicatos Unión Argentina
de Maestros y Profesores (Camyp), la Asociación de Enseñanza Media y Superior
(Ademys), la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y el Sindicato Único
de Trabajadores de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Sutecba) para organizar
los pasos a seguir”. Se sucedieron múltiples reuniones con funcionarios sin
ningún resultado, salvo promesas incumplidas.



El 4
de diciembre de ese año se publicó la resolución oficial de trasladar la
Escuela Infantil 6 a la Manzana 66. “Niegan el cierre de salas, pero el
lactario fue eliminado del sistema de inscripción para 2019”, informábamos
entonces. Tras un recurso de amparo, en marzo de 2019 el juez interviniente,
ordenó al gobierno de la ciudad la reapertura inmediata del lugar. Esa
sentencia quedó firme en mayo del 19 cuando
 
la Cámara de Apelaciones en lo Contencioso Administrativo y Tributario
de la Ciudad rechazó el recurso de apelación que había presentado el ministerio
de Educación.



 El
lactario se reabrió pero la resolución que trasladaba la escuela no se derogó.
“Lo logrado judicialmente por la apertura del Lactario 2019, no fue el final de
nuestra lucha. La ministra de Educación de Ciudad de Buenos Aires, Soledad
Acuña, y el jefe de Gobierno Horacio Rodríguez Larreta, a partir de una
resolución de 2018, pretenden cerrar el jardín del Ramos y mudarlo a un edificio
que se está construyendo”, decía entonces José Machaín, padre de una alumna del
jardín y aclaraba: “Eso no es una escuela nueva, sino un reemplazo; por lo que
no implica nuevas vacantes”.



Con
la inscripción del año 2020 se evidenció que el gobierno de Larreta no tenía
intenciones de volver sobre sus pasos. “En la inscripción online, que se
habilitó el 7 de octubre, nos sorprendimos al notar que nuestra escuela ya
figura con la dirección del edificio en construcción, Catamarca 342”, dijeron
los integrantes de la comunidad educativa del Jardín del Ramos, según
consignamos el 29 de ese mes.



 Al
mes siguiente, el Jefe de Gobierno recorría la obra en la Manzana 66 y se
enorgullecía diciendo “esta es una de las 54 escuelas nuevas que estamos
haciendo”. Los vecinos que habían bregado para incorporar un nuevo espacio
verde y público a la Comuna se indignaban. “Nos podrán dar 1000 vacantes, pero
los vecinos nunca vamos a perjudicar a los trabajadores del Hospital Ramos
Mejía, por eso mantenemos que Larreta miente y falsifica”, expresaron los
vecinos autoconvocados por una Manzana 66 Verde y Pública en Balvanera.



 Ahora
viene un nuevo capítulo de la lucha por el Jardín del Ramos, que habrá de
proseguir, aún en pandemia. Pero vale recordar esta historia a la hora de
considerar la sinceridad del compromiso del gobierno porteño con la educación y
con sus propias promesas.



                                                                                                           Santiago
Pujol


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