Historias de nuestra comuna | El Manso que se desborda a veces

El arroyo que corre bajo Balvanera

En tiempos de la Colonia el suelo de la actual Ciudad de Buenos Aires se encontraba naturalmente surcado por una serie de arroyos, cañadas y pequeñas lagunas. En épocas de tormentas los anegamientos eran frecuentes y se tornaba imposible cruzar los cauces de los zanjones. Estos reducidos cursos de agua eran verdaderos pantanos más que arroyos, unas peligrosas zanjas que atravesaban el área central de la ciudad para culminar en la barranca del río.

Buenos Aires, 14 de noviembre de 2023. Junto con el agua sucia, por ellos corrían todo tipo de basuras y deshechos siendo verdaderos focos de infección y de epidemias. Uno de los zanjones de esta precaria red de desagües era el Manso, un arroyo con lagunas y bañados que nacía en tierras de Balvanera recorriéndola hacia el este para desembocar en el Río de la Plata y hacia 1850 constituía el límite occidental del área urbanizada de la ciudad de Buenos Aires.

El  Manso nacía de dos lagunas ubicadas en las cercanías de la intersección de las calles Venezuela y Saavedra, corría por 24 de Noviembre, cruzaba el barrio de Once por Anchorena, Corrientes, y salía por Sánchez de Bustamante hacia Palermo, descendiendo, en un pequeño delta, por Gallo, Austria y Tagle hasta el Río de la Plata. 

A principios del siglo pasado fue encauzado y rectificado, ya que con las crecidas causaba daño a la infraestructura de la ciudad y se mantuvo a cielo abierto respetando sus márgenes  hasta que en 1919 se dispuso la canalización cerrada, primando el criterio sanitarista de la intendencia de la ciudad de dar mejores condiciones de higiene y salud a un número cada vez mayor de habitantes. 

El arroyo Manso es hoy un curso de agua que corre entubado bajo la tierra con desembocadura rectificada y circulación hacia el río por una red de desagües programada también en esos años cuando el suelo absorbía un 40 por ciento del agua caída, y podía escurrir el caudal de precipitaciones de 100 a 120 milímetros en una hora. Por lo tanto, sigue produciendo inundaciones en algunos puntos de su recorrido en épocas de fuertes lluvias, aunque no desborde a cielo abierto.

Para el escritor y ambientalista Antonio Elio Brailovsky, la decisión de entubar los arroyos era coherente con la idea de usarlos como cloacas, esconder las zonas de riesgo y generar valorización inmobiliaria. El comportamiento de un arroyo entubado -expresaba- es peor que a cielo abierto porque libre el curso de agua no tiene obstáculos y entubado sí, desapareciendo de la vista su zona de desborde natural. 

En muchos frentes de viviendas sobre 24 de Noviembre y Anchorena pueden verse todavía los efectos del Manso en las protecciones de metal que sus propietarios han diseñado para evitar que ingrese el agua en medio de tormentas. En su recorrido hacia Palermo, las aguas del arroyo afectan considerablemente los subsuelos de la Biblioteca Nacional y con fuertes lluvias causa anegamientos en Avenida Libertador y Austria, y la caída de agua en cataratas en  las estaciones de las líneas de subte A, B y D que lo atraviesan. 

El arroyo Manso circula por Balvanera y aunque esté tapado y no lo veamos, se nos presenta arrollador en épocas de fuertes lluvias y tormentas.
                                                                                                                        Norberto Alonso


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