Comunales | Hotel BAUEN

Una empresa recuperada en peligro

Los legisladores porteños expresaron su “preocupación” ante el “inminente desalojo” del Hotel BAUEN y manifestaron el acompañamiento a quienes “organizados en forma cooperativa, defienden sus puestos de trabajo”. Fue en la primera sesión ordinaria del mes de abril. El hotel fue construido con créditos del estado nacional, que la empresa que ahora lo reclama nunca pagó. Buenos Aires, 14 de abril de 2014. “El desalojo podría significar la pérdida de 130 puestos de trabajo y, también, la interrupción de un proceso que demuestra y hace posible una forma alternativa de gestión empresaria desde una mirada social y colectiva”, advirtieron los legisladores en la declaración aprobada en el marco de la sesión ordinaria realizada el jueves 3 de abril.

Allí, por iniciativa de los diputados de Nuevo Encuentro José Cruz Campagnoli y Edgardo Form, los legisladores porteños destacaron que “los trabajadores llevan años de lucha y autogestión (…) exactamente 11 años de consolidación que dejan ver los grandes resultados de un esfuerzo colectivo por preservar los puestos de trabajo”.

El Bauen había cerrado sus puertas el 28 de diciembre de 2001 y sus trabajadores lo ocuparon para volver a ponerlo en marcha el 11 de marzo de 2003, conformando la cooperativa Buenos Aires Una Empresa Nacional (BAUEN).

Justicia enceguecida

Una orden de desalojo amenaza ahora con poner fin a una experiencia que es un emblema de la recuperación de empresas por parte de sus trabajadores. La medida fue dispuesta por la jueza Paula María Hualde, que fijó a fines de marzo un plazo de 30 días para la desocupación del Hotel. Si se concreta la medida, los 130 integrantes de la cooperativa de trabajo quedarán en la calle. El 27 de marzo pasado la organización inició una campaña para frenar la medida, que culminará con un festival frente al hotel de la avenida Callao.

La orden judicial dispone que el edificio pase a manos de la empresa Mercoteles SA, en manos de la misma familia que construyó el hotel, con un préstamo del desaparecido Banco Nacional de Desarrollo (Banade), otorgado durante la dictadura con el auspicio del titular del Ente Autárquico Mundial 78, el vicealmirante Carlos Lacoste.

“La orden de desalojo es la misma que recibimos en 2007, pero esta vez la situación es distinta”, admitió ante Página/12 Federico Tonarelli, vicepresidente de la cooperativa. Es que los trabajadores ya agotaron todas las instancias judiciales, que incluyeron un recurso ante la Corte Suprema de Justicia, que fue rechazado, y hasta una causa penal por defraudación al Estado contra la empresa Mercoteles SA, que nunca pagó el crédito que le otorgó el Estado. Esa causa había logrado poner un paréntesis en la orden de desalojo, pero fue archivada por la Justicia, y el fantasma del lanzamiento volvió a pesar sobre la empresa recuperada.

“Nosotros somos la única garantía de que el Estado pueda cobrar esa deuda”, afirma Tonarelli, que muestra una de las últimas cartas que les quedan a los trabajadores. “Si Mercoteles se hace cargo del edificio y lo vende, como sospechamos, el Estado no va a ver un peso”, asegura. Según los trabajadores, hay un juicio civil en marcha impulsado por el Estado para cobrar esa deuda. Y el planteo que ellos hacen es que si el Estado logra ejecutar la deuda, el hotel puede quedar como propiedad estatal y la cooperativa podría continuar alquilando o mediante un comodato.

La celebración del trabajo

El 21 de marzo pasado, la cooperativa de trabajadores que mantiene con vida el Hotel BAUEN celebró once años de autogestión con un festival popular en la puerta del edificio de Callao al 300. La Cooperativa Hotel Buenos Aires Una Empresa Nacional (BAUEN) inició sus actividades con 28 empleados y actualmente tiene unos 130 trabajadores. En estos once años “aprendimos que si no hay compañerismo ni voluntad de modificar las cosas, nada funciona. Hoy podemos decir con orgullo que llevamos 130 puestos de trabajo recuperados, logramos salir de la quiebra y ya invertimos 15 millones de pesos en el hotel”, expresó Marcelo Ruarte, directivo de la cooperativa de trabajo.

Pasaron once años “desde el 21 de marzo de 2003, cuando ocupamos el hotel e hicimos la resistencia”, contó Ruarte, un empleado gastronómico con 32 años de servicio en el hotel, que tiene 600 plazas distribuidas en 224 habitaciones, restaurantes, siete salones para eventos, solárium, entre otras comodidades. “En 2001, los empresarios que regenteaban el hotel aprovecharon la crisis financiera estructural para cerrar nuestra fuente de trabajo. Los trabajadores estábamos muertos de hambre, algunos hicimos trueque desde que cerró hasta que lo recuperamos”, describió.

“Estamos muy orgullosos de este emprendimiento, y no en vano decimos que el BAUEN es de todos. Fue hecho con plata del Estado, porque a nuestros ex patrones, con una ligazón total con la dictadura -se construyó por el Mundial de Fútbol de 1978-, les otorgaron una línea de crédito y ese dinero nunca se devolvió”, dijo Ruarte. Los organismos del Estado “también nos acompañan: hoy, por ejemplo, estamos en una apertura con el Ministerio de Educación y tenemos otros mercados: acá se ha alojado gente de cooperativas que son empresas consolidadas, como Sancor Seguros”, señaló.

La historia del BAUEN está embarrada por los negocios sucios de la dictadura militar. Fue construido por Marcelo Iurcovich en 1978 con un crédito del Banade que prácticamente cubrió toda la inversión. El empresario no pagó ni una cuota de ese préstamo y mientras el hotel de la avenida Callao se consolidaba, construyó el Bauen Suite a la vuelta, sobre Corrientes. En 1997 vendió el complejo a la empresa chilena Solari, pero luego la volvió a comprar. El cierre, el 28 de diciembre de 2001, fue la consecuencia de un largo proceso de vaciamiento.

“La Justicia propone devolverle el hotel a una empresa fantasma que vació el hotel, intentó dejar en la calle a trabajadores y además tiene una deuda de cinco millones de pesos con el Estado nacional”, afirmó el legislador porteño José Cruz Campagnoli (Nuevo Encuentro).
Desde que lo administran los trabajadores, el hotel se convirtió en lugar de reunión para organizaciones sociales y sindicales y punto de encuentro para asambleas y congresos nacionales e internacionales de trabajadores y de la economía social.


Santiago Pujol

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