Comunales | El Molino

El futuro de un símbolo porteño

La situación del edificio que albergó la tradicional confitería podría verse modificada a partir del proyecto de expropiación que volvió a ponerse en marcha en Ciudad. Contrapunto con una iniciativa que circula en el Congreso. Buenos Aires, 21 de octubre de 2013. El interés por la Confitería del Molino volvió a ponerse en el centro de la escena. En el ámbito local y en el nacional hay dos proyectos que intentan recuperar el esplendor del tradicional espacio que supo reunir personajes de entre otros rubros, la cultura, la literatura y política argentina.

Por un lado, la Ciudad pretende seguir negociando para la expropiación y convertirla en un proyecto rentable y ostentoso, como en sus mejores años. Y por otro, el Congreso de la Nación lo mira de cerca para integrarlo a un ambicioso proyecto que busca sumar toda la manzana de la confitería a unos nuevos anexos para diputados.

Una cátedra de la Facultad de Arquitectura de la UBA realizará el martes próximo una intervención y clase pública en defensa de la tradicional Confitería El Molino, ícono de la vida política del siglo pasado y de enorme valor patrimonial, que permanece abandonado desde hace 16 años por pleitos judiciales.

El martes de la semana pasada, docentes y estudiantes de la arquitectura de la FADU hicieron un acto público en defensa del lugar y volvieron a poner el tema en agenda. Hubo más de 150 personas, contando vecinos y adherentes.

Desde el Congreso tienen la intención de poner en marcha el Plan Rector de Intervenciones Edilicias (PRIE), que pregona la recuperación y preservación del patrimonio arquitectónico y cultural del Parlamento que empezó en 2012 y que deberá estar terminado este año, cuando se cumplan 30 años de la recuperación de la democracia. Ese proyecto considera a la Confitería del Molino como parte del nuevo complejo que las autoridades del Congreso quieren instalar en la manzana donde hoy funciona el Anexo A.

A la fecha están remodelando el Anexo original. Además, se está construyendo el anexo que da sobre Rivadavia y que se suma al C, que tiene su sede sobre Mitre, y al ex edificio de la Franco Argentina, que está en esa calle y Callao, donde estaba otro ícono porteño, el café El Águila. El Molino es el único edificio que aún está fuera de ese conjunto legislativo. La idea es sumarlo para ocupar la planta baja con un café y el resto con oficinas y así devolverle el esplendor a esa esquina histórica.

También circula por los despachos parlamentarios el proyecto de convertir a El Molino en un centro cultural y museo, ligado a la actividad legislativa.

EL VALOR DE EL MOLINO

El edificio, situado en la céntrica esquina de Rivadavia y Callao -frente al Congreso Nacional-, es único en el estilo arquitectónico "Art Nouveau" y, pese a estar protegido por leyes nacionales y porteñas, "su estructura se deteriora día a día por falta de mantenimiento", dijo a Télam Martín Marcos, titular de la Cátedra de Introducción a la Arquitectura Contemporánea de la UBA.

Marcos es el que impulsó esta "movilización situacionista que busca poner alarma, poner un grito para despertar a la sociedad y al Estado sobre cómo se arrumba cada día más un edificio que es un emblema histórico y representante más fiel del estilo vanguardista del siglo 19".

El arquitecto destacó que la cúpula de la Confitería "es extremadamente valiosa desde el punto de vista estilístico y hoy está llena de palomas, murciélagos y ratas. Arquitectos de todo el mundo no pueden creer que teniendo un edificio de semejante valor patrimonial se lo deje deteriorar de este modo".

"Buscamos generar una alarma y una demanda para sacar de su letargo a la sociedad y hacerla reaccionar frente a esta situación, ya que no alcanza con intervenir la fachada y ponerle una tapia a la planta baja", dijo el profesor.

El Molino acompañó desde 1917 la vida intelectual, política y social de la Argentina. Personalidades como Alfredo Palacios Lisandro de la Torre, Leopoldo Lugones, Carlos Gardel, Oliverio Girondo, Roberto Arlt y las jóvenes Niní Marshall, Libertad Lamarque y Eva Perón pasaron por sus elegantes mesas.

El proyecto de la Confitería fue obra del arquitecto Francisco Gianotti y posee una cúpula y aguja de 65 metros de altura, una marquesina metálica, refinados vitraux italianos, por lo que su estilo la transforma "en una verdadera joya de la arquitectura mundial", detalló Marcos.

Desde 1997, año de su cierre, el edificio fue declarado monumento histórico nacional por ley del Congreso Nacional, área de protección histórica por el gobierno porteño y edificio catalogado de alto valor patrimonial. "Pero tantos cuidados lo terminaron ahogando ya que finalizó atrapado en una telaraña judicial que discurre por pleitos por quiebra y por la disputa de la sucesión de su dueño original Cayetano Brenna", indicó Marcos.

Precisó además que "también naufragaron varios proyectos de ley que proponían la expropiación y el edificio sigue deteriorándose desde hace 16 años".

Indicó que la recuperación del emblemático e histórico edificio "está íntimamente relacionada con nuestro trabajo, con nuestra capacidad de generar riqueza y actividad económica; pero también con la memoria, la cultura y el patrimonio de todos los argentinos".

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