Porteñas | Un capital en riesgo

El mayor polo científico argentino

Buenos Aires se ha consolidado como el principal centro científico-tecnológico de la Argentina y uno de los polos más relevantes de América Latina. Esta posición de liderazgo no es fruto del azar, sino de una combinación estratégica de recursos humanos altamente calificados, infraestructura física de vanguardia, políticas públicas sostenidas en el pasado y una cultura urbana que favorece la innovación. Todo en riesgo con Milei. Buenos Aires, 21 de octubre de 2025. En comparación con otros núcleos regionales como São Paulo, Santiago de Chile o Ciudad de México, Buenos Aires destaca por su densidad institucional, su capacidad de producción científica y su articulación entre academia, Estado y sector privado. Esta fortaleza que construye soberanía estratégica, está en riesgo por el desguace del sector público que lleva adelante la administración libertaria.

Uno de los pilares fundamentales del ecosistema científico-tecnológico porteño es su capital humano. Buenos Aires concentra la mayor cantidad de investigadores, tecnólogos y profesionales del país, muchos de ellos formados en universidades de prestigio como la Universidad de Buenos Aires (UBA), la Universidad Tecnológica Nacional (UTN), y la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM), entre otras.

Además, la ciudad alberga más de 30 institutos del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con miles de investigadores y becarios que desarrollan proyectos en áreas como biotecnología, física, informática, medicina, ciencias sociales y nanotecnología. También Buenos Aires es un nodo de intercambio académico internacional. Muchos investigadores participan en redes globales, acceden a becas en el exterior y colaboran en proyectos binacionales, lo que eleva el estándar de producción científica. La oferta de posgrados, maestrías y doctorados en ciencia y tecnología es amplia y diversa, con programas que integran investigación aplicada, innovación y transferencia tecnológica.

La ciudad cuenta con una infraestructura física robusta que permite el desarrollo de investigaciones de punta y la incubación de emprendimientos tecnológicos. Destaca el Polo Científico Tecnológico. Ubicado en el barrio de Palermo, este complejo alberga el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, institutos del CONICET, el Centro Cultural de la Ciencia (C3) y laboratorios de última generación. Es un símbolo de la política científica nacional.

Pero también importa el desarrollo de parques tecnológicos y clusters como el distrito tecnológico de Parque Patricios, que reúne empresas de software, startups, universidades y centros de investigación. Este modelo de aglomeración favorece la sinergia entre actores públicos y privados. Además, existen laboratorios y centros especializados como el Instituto Leloir, el Instituto de Investigaciones en Ingeniería Genética y Biología Molecular (INGEBI) y el Instituto Balseiro (con sede en Bariloche, pero vinculado a la UBA) que son referentes en investigación biomédica, genética y física.

Buenos Aires se distingue por su equilibrio entre investigación básica y aplicada, su tradición académica, y su capacidad para formar talento científico con impacto regional. Pero a pesar de sus fortalezas, Buenos Aires enfrenta desafíos como la fuga de cerebros, la necesidad de mayor inversión privada, y la articulación más efectiva entre ciencia y producción. 

La destrucción de Milei

El desarrollo científico y tecnológico en la Ciudad de Buenos Aires -y en Argentina en general- está atravesando una etapa crítica como consecuencia de los recortes presupuestarios impulsados por el gobierno de Javier Milei. Las medidas de ajuste fiscal, conocidas popularmente como la "motosierra", han tenido un impacto directo y profundo en el sistema nacional de ciencia, tecnología e innovación, que tiene a Buenos Aires como su principal núcleo operativo.

Según datos del grupo Economía Política Ciencia (EPC), entre diciembre de 2023 y marzo de 2025 se perdieron más de 4.000 empleos en el sistema científico nacional. El CONICET, principal organismo de investigación del país, fue el más afectado. El ajuste también golpeó a las universidades públicas, que son clave en la formación de científicos. Por caso, hubo un recorte del 31% en el presupuesto universitario en 2024. 

Esto se vio reflejado en la reducción de becas, cierre de programas de investigación y suspensión de actividades extracurriculares. Así la UBA, principal formadora de investigadores en Buenos Aires, enfrenta dificultades para sostener sus programas de posgrado y laboratorios.

La política de desregulación y apertura indiscriminada de importaciones ha afectado también al sector privado vinculado a la ciencia y tecnología. Por ejemplo, multinacionales como Clariant, Kimberly Clark y Dass cerraron sus plantas en Buenos Aires y alrededores. También empresas tecnológicas y farmacéuticas nacionales redujeron personal o suspendieron inversiones. Como consecuencia de lo anterior, el distrito tecnológico de Parque Patricios, que había sido un modelo de articulación público-privada, muestra signos de estancamiento.

Buenos Aires, que históricamente ha sido el corazón científico del país y un referente regional, ahora ve amenazada su posición por la paralización de proyectos estratégicos que ponen en riesgo avances en biotecnología, inteligencia artificial, medicina traslacional y energías renovables. Esta desarticulación del sistema científico debilita la capacidad del país para responder a desafíos globales como pandemias, cambio climático o transformación digital. Y debilita la posibilidad futura de desarrollo integral. 


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