Historias de nuestra comuna | La eclosi贸n de la cuesti贸n social
106 a帽os de la Semana Tr谩gica
Buenos Aires, 14 de enero de 2025. El conflicto se origin贸 a ra铆z de una prolongada huelga declarada en la f谩brica metal煤rgica Talleres Vasena, en reclamo de mejores condiciones laborales. El conflicto escal贸, impulsado por la intransigencia patronal y de la FORA del V Congreso de tendencia anarquista, as铆 como el accionar violento de rompehuelgas, hasta que se desat贸 la represi贸n abierta por grupos parapoliciales amparados por el gobierno, la polic铆a y el Ej茅rcito, asesinando, deteniendo y torturando a miles de personas, mientras la poblaci贸n respond铆a con una pueblada generalizada.
El gobierno radical oscil贸 entre su pol铆tica de mediaci贸n en los conflictos laborales y la adopci贸n de una pol铆tica altamente represiva, que incluy贸 el apoyo a grupos parapoliciales, la orden de represi贸n por medio del Ej茅rcito, la tortura y la simulaci贸n de ataques contra objetivos gubernamentales.
La represi贸n dej贸 un saldo de cientos de muertos (las estimaciones de la 茅poca hablan de 700 muertos), decenas de desaparecidos -entre ellos gran cantidad de ni帽os-, miles de heridos y decenas de miles de detenidos.9鈥10鈥 El gobierno nunca inform贸 oficialmente sobre la represi贸n, ni public贸 la lista de muertos.
Contexto hist贸rico
El sindicalismo argentino hab铆a surgido cuarenta a帽os antes, a fines de la d茅cada de 1870. En las primeras dos d茅cadas hubo dos grandes corrientes sindicales, anarquistas y socialistas, a los que se sum贸 una tercera corriente en la d茅cada de 1900, el sindicalismo revolucionario. La corriente anarquista fue mayoritaria hasta 1910, mientras que la corriente sindicalista revolucionaria fue mayoritaria desde la d茅cada de 1910. En la segunda mitad de la d茅cada de 1910, los sindicatos de la corriente anarquista estaban organizados en la FORA del V Congreso, mientras que la corriente sindicalista revolucionaria y los socialistas estaban organizados en la FORA del IX Congreso.
En 1916 fue elegido por primera vez un gobierno democr谩tico, cuando el vecino de Balvanera Hip贸lito Yrigoyen de la Uni贸n C铆vica Radical (UCR) fue elegido Presidente de la Naci贸n al implementarse el voto secreto, obligatorio y universal, exclusivamente para varones. La UCR hab铆a realizado previamente tres sangrientas sublevaciones armadas en 1890, 1893 y 1905, contra el r茅gimen olig谩rquico conservador que gobernaba ininterrumpidamente desde 1874, sostenido en el fraude electoral.
Al llegar al gobierno, Yrigoyen aplic贸 una novedosa pol铆tica de mediaci贸n y arbitraje en los conflictos laborales, impulsando la negociaci贸n colectiva, que lo distingui贸 de la pol铆tica exclusivamente represiva que hab铆a caracterizado a los gobiernos conservadores que lo precedieron, que hab铆a causado varias masacres, siendo la m谩s importante la Masacre del 1 de mayo de 1909. Esta pol铆tica de di谩logo social impuls贸 una gran expansi贸n cuantitativa y geogr谩fica del sindicalismo argentino y tambi茅n fuertes cr铆ticas del sector empresario, las clases altas y el gobierno brit谩nico, que acusaban al sector radical de falta de autoridad ante la multiplicaci贸n de las huelgas.
Antecedentes
El centro de los hechos de la Semana Tr谩gica tuvo que ver con una huelga en la empresa metal煤rgica Talleres Vasena, cuyos establecimientos estaban ubicados en la zona sur de la Ciudad de Buenos Aires, en los barrios de San Crist贸bal y Nueva Pompeya.
Debido al modelo agroexportador que tuvo la Argentina hasta la d茅cada de 1930, el sector metal煤rgico era relativamente peque帽o, aunque la empresa Vasena era la m谩s importante del pa铆s. Los principales sectores econ贸micos era el sector agrario pampeano que produc铆a granos y carnes, los frigor铆ficos, el transporte ferroviario -uno de los m谩s extensos del mundo-, el puerto de Buenos Aires -que concentraba pr谩cticamente la totalidad del comercio exterior- y el transporte mar铆timo.
Consecuentemente con la estructura econ贸mica, las principales organizaciones obreras argentinas de la 茅poca eran los sindicatos ferroviarios (La Fraternidad y la Federaci贸n Obrera Ferroviaria) y mar铆timos (Federaci贸n Obrera Mar铆tima), todos ellos afiliados a la FORA del IX Congreso, con mayor铆a sindicalista revolucionaria y minor铆a socialista, cuyo secretario general era Sebasti谩n Marotta. Los sindicatos de la FORA IX, si bien cr铆ticos del gobierno radical, ten铆an una postura favorable a la pol铆tica yrigoyenista de mediaci贸n en los conflictos laborales para que se resolvieran a trav茅s de la negociaci贸n colectiva.
La empresa Pedro Vasena e Hijos hab铆a sido fundada en 1870 por el italiano Pedro Vasena, quien la llev贸 a ser la m谩s importante del peque帽o sector sider煤rgico argentino. En 1912 se hab铆a transformado en una sociedad an贸nima con importante participaci贸n de capitales ingleses y sede legal en Londres, cambiando su nombre por Argentine Iron & Steel Manufactury y Pedro Vasena e Hijos. Al morir Pedro Vasena en 1916, la presidencia de la compa帽铆a pas贸 a su hijo Alfredo, secundado por sus tres hermanos, Emilio, Humberto y Severino. El abogado de la empresa era el senador Leopoldo Melo, un alto dirigente de la Uni贸n C铆vica Radical, que tambi茅n era miembro del directorio. La empresa era la m谩s importante del sector en Argentina y empleaba a unos 2500 trabajadores, incluyendo varios cientos de trabajadoras en un lavadero de lana. Adem谩s de la f谩brica metal煤rgica, la empresa ten铆a tambi茅n un lavadero de lana en Barracas, as铆 como dos establecimientos en La Plata y Rosario.鈥 Se caracterizaba por tener malas condiciones de trabajo, ambientes de trabajo con temperaturas excesivas y sin ventilaci贸n, salarios considerablemente por debajo de lo que pagaban otras empresas comparables y jornadas m谩s largas, as铆 como una postura fuertemente antisindical y contraria a la negociaci贸n colectiva.
Cronolog铆a de los acontecimientos
El 2 de diciembre la Sociedad de Resistencia Metal煤rgicos Unidos declar贸 la huelga en los Talleres Vasena. La empresa ten铆a la f谩brica y la administraci贸n en algo menos de dos manzanas ubicadas en el barrio de San Crist贸bal, donde se ubica actualmente la Plaza Mart铆n Fierro, con entrada principal en Cochabamba 3075. A 25 cuadras de all铆 en direcci贸n sur, sobre el l铆mite de la ciudad en el Riachuelo y ya en el barrio de Nueva Pompeya, la empresa ten铆a los galpones en los que almacenaba las materias primas. La operatoria de la empresa inclu铆a por eso un transporte constante de materiales entre la f谩brica y los galpones, a lo largo de la calle Pepir铆-24 de Noviembre, en pleno barrio obrero. A pocos metros del cruce de la calle Pepir铆 con la avenida Amancio Alcorta, estaba instalado el local sindical de la SRMU. En esas tres ubicaciones se desarrollaron los principales acontecimientos que desencadenaron la Semana Tr谩gica.
El sindicato elabor贸 un petitorio que fue presentado a la empresa, pero Alfredo Vasena se neg贸 a recibir el petitorio y tratar con la delegaci贸n sindical, inici谩ndose as铆 un juego de desgaste mutuo, en el que la violencia fue creciendo. Los Vasena apostaron a quebrar econ贸micamente a los huelguistas recurriendo a rompehuelgas y civiles armados provistos por la Asociaci贸n Nacional del Trabajo, grupo de choque parapolicial creado ese a帽o por el entonces tambi茅n presidente de la Sociedad Rural Argentina Joaqu铆n de Anchorena para combatir las huelgas mediante la violencia directa.鈥 El sindicato, por su parte, apost贸 a causarle da帽o econ贸mico a la empresa, mediante piquetes que impidieran el transporte de materiales entre los dos principales establecimientos (la f谩brica de San Crist贸bal y los dep贸sitos de Nueva Pompeya) y disuadir a los rompehuelgas.
El sindicato logr贸 hacerse fuerte en el barrio, obteniendo el apoyo de los vecinos y los comerciantes, a la vez que gran cantidad de sindicatos y muy especialmente los mar铆timos y portuarios, declararon su solidaridad con los huelguistas, neg谩ndose a transportar u operar materiales de los Talleres Vasena. La solidaridad sindical y vecinal permiti贸 a los huelguistas prolongar la huelga y oblig贸 a los Vasena a responder garantizando que los rompehuelgas pudieran llegar a la f谩brica y realizar el transporte entre los establecimientos de San Crist贸bal y Pompeya. Para ello les entregaron a los rompehuelgas armas de fuego, con autorizaciones concedidas por el gobierno.
El 13 de diciembre se produjo el primer hecho de violencia con armas de fuego, cuando dos polic铆as y el chofer de un auto de la empresa dispararon contra una casa de familia sobre la avenida Alcorta, ubicada a dos cuadras del sindicato.鈥 El d铆a 14 de diciembre el jefe de la Polic铆a, Jos茅 O. Cas谩s, se ofreci贸 como mediador en el conflicto, pero el sindicato rechaz贸 la mediaci贸n, aceptando s贸lo tratativas directas con los due帽os de la empresa.
El 15 de diciembre se produjo el primer hecho de sangre, cuando el rompehuelgas Pablo Pinciroli dispar贸 contra uno de los huelguistas del piquete que intentaba impedir su trabajo, lesion谩ndolo gravemente en la espalda. Al d铆a siguiente otro huelguista, Ram贸n Sibacini, fue herido de un balazo en la pierna por los rompehuelgas Domingo Ratti y Juan Vidal. El 18 de diciembre uno de los due帽os de la f谩brica, Emilio Vasena, dispar贸 hiriendo al carbonero De Santis, vecino del sindicato, que se encontraba en la puerta de su casa.
El 19 de diciembre el gobierno le pidi贸 la renuncia al jefe de Polic铆a, debido a su postura favorable a endurecer la represi贸n contra los huelguistas, siendo reemplazado por Miguel Luis Denovi.
El 23 de diciembre se produjo la primera muerte: un rompehuelgas, Manuel Rodr铆guez, se arroj贸 al Riachuelo para huir del piquete que lo enfrent贸 f铆sicamente, muriendo ahogado a la altura de Puente Alsina.鈥 El 26 de diciembre, nuevamente el rompehuelgas Pablo Pinciroli dispar贸 su arma lesionando en la espalda al huelguista Manuel Noya y en la cara a la ni帽a Isabel Aguilar, que caminaba por la vereda.
El 30 de diciembre de 1918, el obrero pintor Domingo Castro, cuando se dirig铆a hacia uno de los locales anarquistas, fue baleado a sangre fr铆a en la calle por el polic铆a Oscar Ropts, y muri贸 al d铆a siguiente. El 1 de enero de 1919, el huelguista Constantino Otero fue herido de bala por un rompehuelgas.
El 3 de enero, al cumplirse un mes del inicio de la huelga, la polic铆a cambi贸 de actitud y se involucr贸 por primera vez de lleno en los enfrentamientos armados, participando en una balacera generalizada frente al local sindical de Amancio Alcorta y Pepir铆, resultando gravemente herida la vecina Flora Santos, as铆 como Juan Balestrassi y Vicente Velatti, que se encontraban en el 谩rea jugando a las bochas.
El d铆a 4 de enero se produjo un nuevo enfrentamiento armado generalizado en el mismo lugar, donde se levant贸 una barricada y se rompieron los ca帽os de agua para inundar las calles. Los huelguistas y vecinos obligaron a la polic铆a a retirarse. En el enfrentamiento fue gravemente herido el cabo Vicente Ch谩vez, que morir铆a al d铆a siguiente.鈥 El enfrentamiento ocup贸 la primera plana de todos los diarios con el t铆tulo de 芦la huelga sangrienta禄.
El 7 de enero de 1919, nuevamente en la esquina de Pepir铆 y Amancio Alcorta donde estaba el local sindical (Alcorta 3483), aproximadamente a las 15:30, m谩s de cien polic铆as y bomberos armados con fusiles Mauser, apoyados por rompehuelgas armados con fusiles y carabinas Winchester, dispararon contra las casas de madera, los huelguistas y los vecinos. Durante casi dos horas se dispararon cerca de dos mil proyectiles. Una gran parte de las fuerzas de seguridad ya estaban apostadas desde mucho antes en el techo de la escuela La Banderita, ubicada en la esquina mencionada, y en la f谩brica textil Bozalla, ubicada frente al local sindical, que tambi茅n estaba en huelga. Entre las fuerzas atacantes estaba incluso uno de los due帽os de la empresa, Emilio Vasena.
El cronista del diario socialista La Vanguardia describi贸 el panorama con el que se encontr贸 al llegar al lugar, con estas palabras: "Hay que ver c贸mo est谩n las paredes, puertas, vidrieras y el interior de las casas. Unos obreros nos dijeron que para librar a sus hijos de las balas, los hicieron esconderse en el piso debajo de las camas. Casi todas las paredes de esas construcciones son de madera, de modo que las balas las atraviesan con facilidad. Con mayor raz贸n si los disparos se hac铆an de pocos metros de distancia. En una casa frente a la escuela, una bala atraves贸 tres paredes, rompi贸 el espejo de un ropero, atraves贸 las ropas y se incrust贸 en la pared. Hay habitaciones interiores en esas casas que tienen balas incrustadas a 50 cm del piso, lo que probar铆a que esos proyectiles se han disparado desde la azotea de la escuela."
Como resultado del ataque, murieron Toribio Barrios, espa帽ol de 50 a帽os, asesinado a sablazos en la calle; Santiago G贸mez, argentino de 32 a帽os, asesinado dentro de una fonda; Juan Fiorini, argentino de 18 a帽os, asesinado en su casa mientras tomaba mate con su madre; Miguel Britos, argentino de 32 a帽os; y Eduardo Basualdo, de 42 a帽os, que morir铆a al d铆a siguiente. Ninguno de ellos era empleado de Vasena. Las personas heridas de bala superaron las treinta, entre ellas Basilio o Cecilio Arce (argentino, de 48 a帽os); Segundo R谩dice (italiano, de 54 a帽os); Irene Orso o Irene Curso (italiana, de 55 a帽os); Jos茅 Salgueiro (argentino, de 18 a帽os); Miguel Ala (turco, de 19 a帽os); Pedro Velardi (italiano, de 29 a帽os); Mart铆n P茅rez (espa帽ol, de 48 a帽os); Humberto P茅rez (argentino, de 22 a帽os); Jos茅 Ladotta (italiano, de 55 a帽os); Jos茅 Santos (portugu茅s, de 46 a帽os); Gabino D铆az (argentino, de 40 a帽os).
El parte policial inform贸 que s贸lo tres polic铆as hab铆an recibido lesiones m铆nimas (dos golpes y un mordisco) y que uno solo hab铆a sufrido una herida de cierta consideraci贸n, al recibir una cuchillada.
La magnitud de la masacre fue verificada de inmediato en el lugar de los hechos por el diputado socialista Mario Bravo, por los cronistas del diario socialista La Vanguardia, por la revista Mundo Argentino y por la tradicional revista Caras y Caretas.
Inmediatamente despu茅s de la masacre el gobierno radical busc贸 terminar el conflicto. El ministro del Interior Ram贸n G贸mez dio instrucciones al jefe de polic铆a Miguel Denovi y al director del Departamento de Trabajo Alejandro Unsain, para que entrevistaran a Alfredo Vasena y obtuvieran de 茅l la concesi贸n de varios de los puntos del petitorio de huelga. Unsain y Denovi fueron a la empresa y consiguieron que Vasena aceptara aumentar los salarios un 12 %, reducir la jornada a 9 horas de lunes a s谩bado (54 horas semanales) y readmitir a todos los obreros en huelga. Esa misma noche a 煤ltima hora, Unasin y Denovi consiguieron que Vasena y los dirigentes sindicales se reunieran en la jefatura de polic铆a y llegaran a un principio de acuerdo, que se formalizar铆a al d铆a siguiente en la sede de la empresa. Vasena se comprometi贸 tambi茅n a no realizar actividades al d铆a siguiente, para evitar nuevos incidentes. El conflicto en los Talleres Vasena parec铆a a punto de quedar resuelto.
Pero los asesinatos hab铆an generado una indignaci贸n generalizada en los sectores obreros y en los barrios populares del sur de la ciudad, que se reflej贸 de inmediato en la gran cantidad de gente que se congreg贸 en los locales sindicales, socialistas y anarquistas, especialmente en los dos en los que se velaron a los muertos, la sede del sindicato en Alcorta 3483 y la 芦casa del pueblo禄 socialista en Loria 1341, a dos cuadras de la f谩brica.
Esa misma noche los comerciantes de Nueva Pompeya decidieron cerrar sus negocios al d铆a siguiente, en se帽al de duelo por los muertos. Simult谩neamente, uno de los principales sindicatos del pa铆s, la Federaci贸n Obrera Mar铆tima (FOM), de la FORA IX, declaraba la huelga por la falta de respuesta a sus peticiones por parte del Centro Argentino de Cabotaje.
El 8 de enero de 1919 el conflicto se generaliz贸, el precario acuerdo alcanzado en Vasena se cay贸 y el optimismo que el gobierno hab铆a manifestado la noche anterior se diluy贸 r谩pidamente.
Durante la ma帽ana todas las f谩bricas y establecimientos metal煤rgicos de la ciudad suspendieron las tareas, mientras que decenas de sindicatos de las dos FORAs repudiaron la matanza y declararon huelgas para concurrir al entierro de los muertos, que se realizar铆a al d铆a siguiente:31鈥 calzado, construcci贸n, choferes, construcciones navales, tabaco, curtidores, toneleros, molineros, tejido, constructores de carruajes, tapiceros, estatales, etc. Adicionalmente, la huelga mar铆tima declarada el d铆a anterior se extendi贸 a los dem谩s puertos del pa铆s y la Federaci贸n Obrera Mar铆tima (FOM) convoc贸 a acompa帽ar el cortejo.
Mientras el conflicto se generalizaba, los miembros del sindicato metal煤rgico se hicieron presentes poco antes del mediod铆a en la sede de la empresa en la calle Cochabamba, para negociar los t茅rminos del acuerdo preconfigurado la noche anterior. Pero Alfredo Vasena impidi贸 primero el ingreso de los dirigentes sindicales que no eran empleados de la empresa y luego se neg贸 a recibir el petitorio o negociar cualquier condici贸n que modificara lo que hab铆a acordado con el gobierno: 12 % de aumento y jornada m谩xima de 9 horas de lunes a s谩bado. El sindicato pretend铆a m谩s aumento, equiparaci贸n salarial entre secciones y g茅neros, jornada de 8 horas, y no obligatoriedad de las horas extras, las que deber铆an pagarse con un suplemento del 50 % o 100 % si eran en domingo. La negativa de la empresa a negociar, a pesar de la tragedia del d铆a anterior, tens贸 a煤n m谩s los 谩nimos ya exacerbados por las muertes y los desmanes, como pudo percibirse en la asamblea informativa que el sindicato realiz贸 esa noche en el sal贸n Augusteo ubicado en Sarmiento 1374. Esa tarde en el Congreso el diputado socialista Nicol谩s Repetto criticar铆a 芦la impermeabilidad cerebral de algunos patrones禄, en referencia a la intransigencia mostrada por Alfredo Vasena en el conflicto.
Esa tarde se reuni贸 tambi茅n la C谩mara de Diputados en sesi贸n extraordinaria, debati茅ndose los 芦sucesos sangrientos禄 de Nueva Pompeya. El Partido Socialista sostuvo que era necesario sancionar una ley de asociaciones sindicales, sobre lo que hubo acuerdo general, raz贸n por la cual la C谩mara resolvi贸 pedirle al Poder Ejecutivo que incluyera en el temario de sesiones extraordinarias el tratamiento de la ley sindical. El tema sin embargo no se tratar铆a y la primera ley sindical se aprobar铆a reci茅n en 1943. La bancada socialista tambi茅n pidi贸 la interpelaci贸n del ministro del Interior para que respondiera sobre lo que el diputado Mario Bravo calific贸 en ese momento de 芦masacre禄. Bravo, que hab铆a estado en el lugar poco despu茅s de los hechos y entrevistado numerosos testigos, inform贸 en detalle sobre la forma en que se hab铆a producido el ataque policial. Cuando lleg贸 el momento de votar la moci贸n de interpelaci贸n al ministro, la C谩mara se qued贸 sin cu贸rum.
Durante todo el d铆a, el local sindical y el socialista en los que se realizaban los velorios se vieron desbordados de gente indignada por la matanza. La FORA del IX Congreso expres贸 su solidaridad con los huelguistas y al anochecer la FORA del V Congreso declar贸 la huelga general al d铆a siguiente, a partir de las 12 del mediod铆a, para asistir masivamente al entierro de las v铆ctimas de la matanza.
Cortejo con decenas de muertos
El historiador Edgardo Bilsky describe un panorama sobre el componente de clase de la movilizaci贸n popular de ese d铆a se帽alando que la participaci贸n fue masiva en los barrios obreros del sur y tambi茅n en los barrios en los que la poblaci贸n obrera conviv铆a con sectores de la clase media como San Crist贸bal, Balvanera y Almagro, mientras que la clase alta adopt贸 una postura de rechazo frontal, con fuertes componentes nacionalistas y xen贸fobos, lo que llevar铆a a partir del d铆a 11 a formar milicias civiles 芦patri贸ticas禄 para reprimir a los obreros y los inmigrantes, especialmente los jud铆os.
En ese momento Yrigoyen toma dos medidas, anticipando dos posibles escenarios opuestos. En primer lugar removi贸 al jefe de polic铆a que estuvo al mando durante la masacre del 7 de enero y puso a cargo de la misma al ministro de Guerra Elpidio Gonz谩lez, m谩s apto para presionar a Vasena y al sindicato para que llegasen a un acuerdo. Pero por otro lado, previendo una evoluci贸n negativa de los acontecimientos, Yrigoyen se comunic贸 con su fiel amigo el general Luis J. Dellepiane, miembro de la Liga Patri贸tica Argentina, quien estaba al mando de la II Divisi贸n del Ej茅rcito apostada en Campo de Mayo.
A las 2 de la tarde el multitudinario cortejo f煤nebre parti贸 del local sindical ubicado en el cruce de Amancio Alcorta y Pepir铆, hacia el cementerio de Chacarita. La columna estaba encabezada por una vanguardia de 150 anarquistas armados que se fue ampliando con el saqueo de las armer铆as que se encontraban en el camino.
La columna march贸 por La Rioja hasta la f谩brica Vasena, donde se encontr贸 con la columna socialista. All铆 se produjo una enorme confrontaci贸n armada con los guardias que custodiaban la empresa y sus due帽os. Los manifestantes intentaron en vano prender fuego al port贸n de hierro de la entrada y a los forrajes para los caballos, como se ve en algunas fotograf铆as. Los enfrentamientos en la zona de la f谩brica dejaron un n煤mero indeterminado de muertos y heridos. Oddone menciona que al centro socialista del barrio (circunscripci贸n 8.陋) fueron llevados cinco cad谩veres.
La mayor parte del cortejo rode贸 la f谩brica y sigui贸 hacia el cementerio con algunos incidentes, y al llegar a la Iglesia de Jes煤s Sacramentado, en Corrientes 4433, casi esquina Yatay, a eso de las 4 de la tarde, se produjo otro choque sangriento con los bomberos que custodiaban el templo, mientras que parte de la manifestaci贸n incendiaba parcialmente la iglesia.
Raleados por la violencia, algunos cientos de manifestantes lograron abrirse paso hasta llegar al cementerio. Pero para entonces el gobierno hab铆a dado 贸rdenes de disolver la manifestaci贸n en el cementerio, donde ya se hab铆an parapetado un regimiento de infanter铆a y varios agentes policiales al mando del capit谩n Luis A. Cafferata. Mientras se pronunciaban los discursos, las fuerzas de represi贸n descargaron los fusiles a mansalva contra los familiares y militantes presentes, disolviendo la manifestaci贸n y dejando un tendal de muertos y heridos adicionales, mientras que los cuatro cad谩veres de la masacre del 7 de enero quedaron insepultos. El diario La Prensa contabiliz贸 doce muertos en el cementerio, entre ellos dos mujeres, mientras que La Vanguardia contabiliz贸 cincuenta.鈥 Todos los cronistas coincidieron en se帽alar que no hubo bajas entre las fuerzas de seguridad.
Al promediar la tarde Yrigoyen ya hab铆a decidido reprimir con el Ej茅rcito, militarizando la ciudad y encomendando la tarea al general Dellepiane, a quien nombr贸 como comandante militar de Buenos Aires. A las seis de la tarde Dellepiane hab铆a instalado dos bater铆as de ametralladoras pesadas sobre Cochabamba, en una de las esquinas de la f谩brica, ordenando fuego continuo durante m谩s de una hora.
La cantidad de muertos ese d铆a fue de varias decenas, sin que hayan podido ser precisados: el socialista Oddone verific贸 el registro de 39 muertos en los hospitales esa misma noche; el diario radical La 脡poca inform贸 sobre 45 muertos y 119 heridos; el Buenos Aires Herald, diario de la colectividad brit谩nica en Buenos Aires, contabiliz贸 80 muertos.
Ante la cantidad de muertos, in茅dita en la historia del sindicalismo argentino, esa noche la FORA IX sac贸 una resoluci贸n por la que dispuso "asumir la conducci贸n del movimiento de la capital federal" y convocar a una reuni贸n urgente de secretarios generales al d铆a siguiente para definir los pasos a seguir. Por su parte, el peri贸dico anarquista La Protesta publicar铆a sus conclusiones sobre la jornada del 9: "el pueblo est谩 para la revoluci贸n".
El terror blanco
Luego de la matanza del d铆a anterior y la militarizaci贸n de la ciudad al mando del general Dellepiane, el diario oficialista La 脡poca transmiti贸 en la ma帽ana del 10 de enero la postura del gobierno: "Conviene establecer con toda precisi贸n lo que ocurre para disipar malos entendidos emanados de falsas informaciones. Se trata de una tentativa absurda, provocada y dirigida por elementos anarquistas, ajenos a toda disciplina social y extra帽os tambi茅n a verdaderas organizaciones de los trabajadores... Jam谩s el Presidente de los argentinos ceder谩 a la sugesti贸n amenazante de las turbas desorbitadas..."
La editorial sosten铆a textualmente que el movimiento estaba dirigido por una "minor铆a sediciosa". El Buenos Aires Herald, diario de la colectividad brit谩nica en Buenos Aires, titul贸 en consonancia que "Buenos Aires tuvo ayer su primera prueba de bolchevismo". La Prensa y La Vanguardia recogen las declaraciones de grupos radicales que esa misma ma帽ana salieron a la calle proclamando que "si hay barricadas de revoltosos, se deben formar barricadas de argentinos".
La ciudad segu铆a paralizada y llena de barricadas. Solo circulaban autom贸viles que llevaban la bandera roja que les garantizaba el paso por los piquetes. Nuevos gremios declararon huelgas por reclamos puntuales en diversas partes del pa铆s. Por su parte, el general Dellepiane empez贸 a organizar sus fuerzas para recuperar la ciudad. Dos mil marinos se sumaron a las fuerzas del Ej茅rcito y dos bater铆as de ametralladores fueron tra铆das desde Campo de Mayo.
A las once de la ma帽ana un grupo de huelguistas intent贸 nuevamente tomar por las armas la f谩brica de Vasena, defendida por fuerzas policiales y militares instaladas desde la tarde anterior, con gran cantidad de bajas. Entre los soldados movilizados por Yrigoyen y Dellepiane, estaba el joven teniente Juan Domingo Per贸n, que se desempe帽aba en el Arsenal de Buenos Aires y ten铆a la tarea de abastecer de municiones a esas tropas.鈥 Simult谩neamente, un destacamento de bomberos armados atac贸 el local del sindicato metal煤rgico de Amancio Alcorta, matando a uno de sus ocupantes y detuvo al resto.
El 10 de enero, durante un violento tiroteo en cercan铆as de la estaci贸n Once de Septiembre, el soldado conscripto Luis Demarchi del Regimiento 8 de Caballer铆a cae mortalmente herido por los disparos que elementos exaltados efectuaron contra su pelot贸n de fusileros del Ej茅rcito Argentino.
Al promediar la tarde las fuerzas militares y policiales hab铆an comenzado a tomar el control de la ciudad. En su libro La Semana Tr谩gica, el comisario Jos茅 Romariz, uno de los protagonistas de los hechos, cuenta que entre los telegramas que se recib铆an del general Dellepiane -con instrucciones de destruirlos en cuanto fueran le铆dos-, se encontraba la orden de "hacer fuego sin previo aviso contra los revoltosos que se sorprendan levantando v铆as, produciendo incendios u otras depredaciones". Las tropas del gobierno ten铆an tambi茅n orden de que "no se desperdiciaran municiones con tiros al aire".
Las violaciones de derechos humanos por parte de las fuerzas del gobierno fueron generalizadas. En Cabrera 3275 una patrulla conjunta militar-policial ingres贸 disparando a la vivienda de las familias Viviani y Di Toro, matando a la ni帽a Paula Viviani, de 13 a帽os, y a David Di Toro, de 21 a帽os. Poco despu茅s las ambulancias retiraron los cad谩veres y los soldados detuvieron a dos hermanos de las v铆ctimas.
El 11 de enero la FORA del V Congreso extendi贸 los objetivos de la huelga general, transform谩ndola en "revolucionaria" y con el objetivo expreso de liberar a Sim贸n Radowitsky y a todos los presos pol铆ticos y sociales. Radowitsky era un anarquista que hab铆a matado al coronel Ram贸n Falc贸n en venganza por la masacre del 1 de enero de 1909; 茅ste ser铆a finalmente indultado por el presidente Hip贸lito Yrigoyen en 1930, tras 21 a帽os en la c谩rcel.
Esa noche las fuerzas sindicales fijar铆an posiciones. La Federaci贸n Obrera Ferroviaria (FOF), el sindicato m谩s poderoso del pa铆s, declar贸 la huelga en todo el pa铆s reclamando la reincorporaci贸n de los trabajadores despedidos en las famosas huelgas iniciadas el a帽o anterior. La FORA del IX Congreso dispuso priorizar como objetivo los reclamos establecidos en los petitorios de huelga de los metal煤rgicos de Vasena y de los ferroviarios. La FORA del V Congreso decidi贸 continuar "por tiempo indeterminado" la huelga general, d谩ndole a partir de ahora el car谩cter de "revolucionaria" y estableciendo como objetivo de la misma obtener la libertad de Sim贸n Radowitsky -condenado por el homicidio del exjefe de polic铆a Ram贸n Falc贸n-, Apolinario Barrera -preso por haber organizado una frustrada fuga de Radowitsky- y los dem谩s presos pol铆ticos y sociales, mayoritariamente anarquistas. La Protesta dej贸 de salir y tanto la FORA V como los principales dirigentes anarquistas pasaron a la clandestinidad.
Una vez recuperado el control de la ciudad y con las primeras sombras de la noche se desat贸 lo que se conoci贸 como "el terror blanco", que se extender铆a los pr贸ximos tres d铆as, ya no solo por las fuerzas militares y policiales, sino ahora tambi茅n por grupos civiles de j贸venes de clase alta identificados como "patriotas".
En el Centro Naval se crear铆a ese d铆a la Comisi贸n Pro Defensores del Orden, una organizaci贸n parapolicial de extrema derecha e ideolog铆a fascista, liderada por influyentes militares, curas, empresarios y pol铆ticos radicales y conservadores, que pocos d铆as despu茅s cambiar铆a su nombre por Liga Patri贸tica Argentina. Entre las personalidades que arengaron a los j贸venes de clase alta para salir a la calle y reprimir a los huelguistas se encontraba el dirigente radical y abogado de Pedro Vasena e Hijos, Leopoldo Melo.
El terror blanco tuvo como objetivo expreso reprimir y matar a los "jud铆os" y "rusos" ("mueran los jud铆os" fue uno de los lemas m谩s utilizados),鈥 "maximalistas", "bolcheviques" y "anarquistas", extendi茅ndose tambi茅n a extranjeros, sindicalistas y obreros en general. Al d铆a siguiente el diario La Naci贸n informaba que esa misma noche el general Dellepiane hab铆a anunciado a la prensa que el objetivo del gobierno era "hacer un escarmiento que se recordar谩 durante 50 a帽os".鈥
Esa noche el gobierno comunic贸 a la prensa que los huelguistas anarquistas hab铆a intentado "asaltar" varias comisar铆as, asesinando en el intento contra la 24陋 al cabo Te贸filo Ram铆rez y al agente 脕ngel Giusti. Silva ha estudiado en detalle ese evento y llegado a la conclusi贸n de que no existieron tales intentos de asalto, sino que se trat贸 de enfrentamientos entre diversos grupos de las fuerzas de represi贸n, causados por el nerviosismo existente. Siempre seg煤n Silva, el objetivo del general Dellepiane era obligar a las corrientes sindicalista revolucionaria y socialista de la FORA IX a denunciar a los "elementos perturbadores", justificar las acciones del gobierno y ganar espacio para la escalada represiva que se iniciar铆a esa noche.
El 煤nico pogromo de Am茅rica
En la noche del 10 al 11 de enero se intensific贸 la represi贸n. Las fuerzas de seguridad y los grupos parapoliciales "patri贸ticos" fascistas comenzaron a realizar cientos de razzias ingresando a los domicilios particulares sin autorizaci贸n judicial, asesinando y golpeando a sus ocupantes, violando a las mujeres y ni帽as, destruyendo bienes y quemando libros. "Meterse, meterse en nuestras casas... Meterse era pisar... Meterse era violar".
Por la ma帽ana la ciudad segu铆a paralizada pero la poblaci贸n comenzaba a sentir el desgaste que generaba el conflicto. Las fuerzas represivas continuaron todo el d铆a y los dos d铆as subsiguientes actuando sin limitaciones de ning煤n tipo. A los objetivos obreros se hab铆an sumado ahora los objetivos jud铆os y en menor medida catalanes. "La caza del ruso" ("ruso" en el argot argentino es un sin贸nimo habitualmente despectivo de "jud铆o"), como se conoci贸 el 煤nico pogromo de la historia en suelo americano, arras贸 el barrio jud铆o del Once y dio origen a una siniestra expresi贸n que subsiste en el habla argentina hasta el presente: "yo, argentino", frase con que las personas jud铆as suplicaban para no ser asesinadas. El apoyo a los actos criminales de los grupos fascistas fue una parte sustancial del plan represivo del gobierno. El propio general Dellepiane dio 贸rdenes terminantes de 鈥渃ontener toda manifestaci贸n o reagrupamiento con excepci贸n de los patri贸ticos鈥.
Con ese escenario de fondo y mientras la matanza alcanzaba su pico, el presidente Hip贸lito Yrigoyen convoc贸 por la tarde a la FORA del IX Congreso, encabezada por su secretario general Sebasti谩n Marotta, y a Alfredo Vasena -que concurri贸 acompa帽ado del embajador brit谩nico- a la Casa Rosada para imponerles el levantamiento de la huelga a la central sindical y la aceptaci贸n del pliego de huelga al presidente de la empresa. El gobierno pondr铆a en libertad tambi茅n a todos los detenidos, con excepci贸n de aquellos condenados por delitos graves, entre los que se encontraba Radowitsky.
La FORA IX dispuso entonces "dar por terminado el movimiento recomendando a todos los huelguistas de inmediato la vuelta al trabajo".
El fantasma sovi茅tico
Pese al acuerdo mediado por el presidente Yrigoyen y a la resoluci贸n de la FORA IX del d铆a anterior, dando por "terminado el movimiento", la huelga general continu贸. La huelga se hab铆a extendido a otras ciudades del pa铆s (Rosario, Mar del Plata, San Fernando, San Pedro, Santa Fe, Tucum谩n, Mendoza y C贸rdoba), impulsada incluso por sindicatos y secciones de la FORA IX. En Buenos Aires la actividad se recuper贸 parcialmente por la tarde.
El sindicato metal煤rgico sac贸 un comunicado diciendo que no hab铆an formado parte de las negociaciones, que nadie les hab铆a hecho llegar una copia del supuesto acuerdo con Vasena y que se desconoc铆a el paradero del propio Vasena, raz贸n por la cual anunciaban que la huelga en los talleres no pod铆a ser levantada.
Durante todo el d铆a las fuerzas policiales y parapoliciales continuaron realizando acciones criminales y detenciones en toda la ciudad. Decenas de miles de ciudadanos estaban detenidos, saturando las c谩rceles y comisar铆as. El gobierno decidi贸 entonces poner en marcha una operaci贸n para hacer creer a la poblaci贸n que las protestas sindicales hab铆an sido parte de una conspiraci贸n internacional ruso-jud铆a para establecer un r茅gimen sovi茅tico en la Argentina.
Como parte de esa operaci贸n fue detenido el periodista Pinie Wald, su novia Rosa Weinstein, Juan Zelestuk y Sergio Suslow. El gobierno anunci贸 que Wald era el "dictador maximalista" del futuro soviet argentino y que Zelestuk y Suslow eran, respectivamente, su jefe de polic铆a y su ministro de Guerra. A pesar de la inverosimilitud de la noticia, los principales diarios del pa铆s le dieron amplia cobertura y garantizaron su seriedad. Wald y los dem谩s detenidos fueron severamente torturados hasta el punto de dejarlos al borde de la muerte. "Por ese motivo, al d铆a siguiente la prensa 鈥損ara cubrir a la polic铆a鈥 daba a Wald por muerto y a Zelestuk en grav铆simo estado, a consecuencia de unas supuestas 芦heridas recibidas禄 al 芦resistir al arresto禄".
Por la noche la FORA V ratific贸 su decisi贸n de mantener la huelga general por tiempo indeterminado hasta que fueran liberados "todos los detenidos por causas sociales", agregando la exigencia de que "el gobierno retire todas las tropas".
Se levanta la huelga metal煤rgica
El d铆a amaneci贸 con las fuerzas de seguridad baleando la Federaci贸n Obrera Ferroviaria (FOF), principal sindicato de la FORA IX que permanec铆a en huelga por sus propias reivindicaciones, deteniendo a 17 gremialistas heridos y clausurando el local. El Ej茅rcito adem谩s ocup贸 las instalaciones ferroviarias y control贸 la normalizaci贸n de los servicios.
La ciudad volv铆a lentamente a funcionar, con dificultades de abastecimiento y actos de sabotaje, como el descarrilamiento de un tren proveniente de Rosario.74鈥 Algunas ciudades aleda帽as, como Avellaneda, todav铆a estaban completamente paralizadas y bajo control de los piquetes de huelga.鈥
Por la ma帽ana, el gobierno envi贸 a un delegado al sindicato metal煤rgico, que se hallaba en plena asamblea, para negociar las condiciones de la vuelta al trabajo. Una delegaci贸n sindical (Juan Zapetini, Mario Boratto, Marcelino Gammi, Jes煤s Lacambra, Jos茅 Boca y Fidel Calafati) se dirigi贸 a la Casa Rosada, donde se encontraron con Alfredo y Emilio Vasena y el abogado-director de la empresa, el senador radical Leopoldo Melo. La reuni贸n fue mediada por el ministro del Interior Ram贸n G贸mez, asistido por el director del Departamento de Trabajo Alejandro Unsain. La empresa acept贸 la totalidad de los reclamos obreros, con excepci贸n de la situaci贸n del lavadero de lana, cuya negociaci贸n fue derivada a una nueva reuni贸n, y el sindicato levant贸 la huelga, luego de 43 d铆as de declarada y una de las masacres m谩s sangrientas de la historia latinoamericana. Los obreros volver铆an al trabajo el lunes 20, luego de reparar los establecimientos y maquinarias, pero percibiendo su salario desde ese d铆a.
Martes 14 de enero: fin de la huelga general y segundo pogromo
El 14 de enero el general Dellepiane se reuni贸 por separado con las dos FORAs, para acordar el levantamiento definitivo de la huelga general y el cese de los conflictos. Ambas exigieron la libertad de los detenidos, "la supresi贸n de la ostentaci贸n de fuerza por las autoridades" y el "respeto del derecho de reuni贸n". El gobierno acept贸 las condiciones de las centrales sindicales y ambas levantaron la huelga.
Pese a ello ese mismo d铆a las fuerzas de seguridad bajo el mando de Dellepiane allanaron y destruyeron las instalaciones del diario anarquista La Protesta y de varios locales anarquistas y sindicales, incluso donde se encontraba sesionando la asamblea de la FORA V, deteniendo a todos sus ocupantes.
Esa tarde, la C谩mara de Diputados aprob贸 la declaraci贸n del estado de sitio con el voto favorable de las bancadas radical y conservadora, pronunci谩ndose en contra la bancada socialista, pero tres d铆as despu茅s la C谩mara de Senadores no convalidar铆a la media sanci贸n.
Ese d铆a se produjo el segundo pogromo, cuando las fuerzas del gobierno y los grupos parapoliciales volvieron a asaltar el barrio del Once. La embajada de Estados Unidos, la 煤nica que realiz贸 un recuento individual de los muertos en esos d铆as, cont贸 que en el Arsenal del Ej茅rcito en San Crist贸bal yac铆an 179 cad谩veres de "rusos jud铆os" que no hab铆an sido sepultados.
Los d铆as siguientes
Al d铆a siguiente, Yrigoyen orden贸 hacer efectiva la puesta en libertad de todos los detenidos. Por su parte, Dellepiane dict贸 la siguiente orden del d铆a: "Quiero llevar al digno y valiente personal que ha cooperado con las fuerzas del ej茅rcito y armada en la sofocaci贸n del brutal e inicuo estallido, mi palabra m谩s sentida de agradecimiento, al mismo tiempo que el deseo de que los componentes de toda jerarqu铆a de tan nobles instituciones, encargadas de salvaguardar los m谩s sagrados intereses de esta gran metr贸poli, sientan palpitar sus pechos 煤nicamente por el impulso de nobles ideales, present谩ndolos como coraza invulnerable a la incitaci贸n malsana con que se quiere disfrazar prop贸sitos inconfesables y cobardes apetitos."
Ese d铆a, en la calle Pueyrred贸n, un grupo de huelguistas mata a tiros al sargento del ej茅rcito Ram贸n D铆az,鈥 y en la calle Corrientes es muerto el comandante de un pelot贸n de fusileros, el subteniente Agust铆n Ronzoni y un civil a manos de los huelguistas. Un pelot贸n bajo el mando del sargento Bonifacio Manzo tambi茅n cae en una emboscada y parte del Regimiento de Infanter铆a 7 es obligado a recurrir al uso de una ametralladora pesada Vickers para repeler a los atacantes.鈥 El Regimiento de Infanter铆a 3 tambi茅n se ve obligado a intervenir y liberar a 400 trabajadores que se negaron a participar en las huelgas, y que ahora se encontraban atrapados en los Talleres de Vasena por los anarquistas, quienes planeaban incendiarlos junto con el edificio. Los conductores de ambulancias y los m茅dicos a bordo tuvieron que salir armados con rev贸lveres para poder defenderse de los huelguistas que buscaban venganza.
Al d铆a siguiente, Dellepiane amenaz贸 con "emplazar la artiller铆a en la plaza del Congreso y atronar con los ca帽ones toda la ciudad" si la violencia de ambos bandos no cesaba. Mientras tanto, un destacamento del ej茅rcito instalado frente a la f谩brica abri贸 fuego contra los obreros y en otros lugares dos polic铆as son muertos, el cabo Te贸filo Ram铆rez y el agente 脕ngel Giusti, al ser atacados por los huelguistas.
El 12 de enero, los Regimientos de Caballer铆a 5 y 12 y 600 marinos de los cruceros acorazados Belgrano y Garibaldi entraron en Buenos Aires como refuerzos.83鈥
Yrigoyen ratific贸 con la FORA socialista la liberaci贸n de los obreros detenidos, un aumento del 40 %, y la reducci贸n de la jornada laboral. Cit贸 a Alfredo Vasena a su despacho y le exigi贸 la aceptaci贸n total e incondicional de lo que acababa de acordar con la FORA. Vasena no tuvo otra alternativa que ceder.
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