Historias de nuestra comuna | Legendario foro tanguero de San Cristóbal
La sala de baile de María La Vasca
A principios del siglo XX muchas salas de baile de tango se destacaban en Buenos Aires. Eran casas particulares, en general regenteadas por mujeres, que abrían sus salones para bailar tango toda la noche varios días a la semana.
Buenos Aires, 8 de marzo de 2022. El negocio de las casas de baile escondía los prostíbulos que allí funcionaban, ya que en éstos estaba prohibido el baile y no podía consumirse alcohol. Como el baile y el prostíbulo eran complementos indispensables para atraer clientes, se habilitaba el local como lugar bailable, manteniéndose así oculto el prostíbulo.
Las casas eran consideradas lugares de diversión, desde las muy modestas como las de la China Rosa, Elvira Lastra, Doña Augusta, la Vieja Eustaquia, y la Parda Adelina hasta las más o menos reservadas a los “jailaifes” por su precio y jerarquía, como las de Laura y María La Vasca.
La mansión de María La Vasca, el legendario foro tanguero de San Cristóbal, con baile los siete días de la semana, funcionaba en la calle Europa (actual Carlos Calvo) 2721. Es una casa chorizo de medio patio, con un alto valor patrimonial y aún hoy se la puede ver con la misma arquitectura de sus mejores tiempos, sin reformas ni refacciones y en buen estado de conservación. Varios proyectos de ley se presentaron en los últimos años en la Legislatura para declarar el inmueble Sitio Histórico de la Ciudad de Buenos Aires.
María La Vasca era María Rangolla, de nacionalidad vasco francesa, que tenía en su casa de la calle Carlos Calvo su imperio indiscutido en la zona, en diaria competencia por atracciones y clientes con Laura, en realidad Laurentina Monserrat, dueña de un local que funcionaba a solo veinte cuadras, en los alrededores de Charcas y Pueyrredón.
Según el vecino historiador del barrio de San Cristóbal, Jorge Larroca “en la casita de María La Vasca, que aún se conserva con sus altas ventanas a la calle y tiene el encanto de una cancela de hierro forjado entre el zaguán y el soleado patio con jardín de macetas, se escribió noche a noche un capítulo imprescindible de la vida del tango. Por ella pasaron Manuel Campoamor, Ernesto Poncio y Vicente Greco, el bandoneón de Balvanera. Y allí el pianista Rosendo Mendizábal presentó su gran éxito El Entrerriano. Hablar hoy de María La Vasca es remitirse a uno de los altares bautismales del tango, erigido en lo que por entonces era el suburbio sureño de Buenos Aires”.
En la sala de baile se podía bailar el tango con orquesta a tres pesos la hora por persona. No era una tarifa baja por aquel entonces. Al lugar concurrían estudiantes, cuidadores y jockeys y en general gente de bien, según las crónicas de la época. Para los músicos que allí tocaban el lugar servía para perfilar sus estilos, estrenar sus tangos y obtener publicidad. Consideraban que era muy importante pasar por la casa de La Vasca, un interesante lugar de fogueo y un sitio desde el cual proyectarse.
Todas las noches La Vasca realizaba el mismo ritual: esperaba tras la puerta de calle a las bailarinas que ella misma convocaba, las que con trajes de lujo arribaban en coches de plaza y luego elegía la clientela observando por los visillos de la sala a quienes pedían turno para entrar. El “malevaje” no tenía cabida en la sala. Y a eso de las 23:00, el baile comenzaba a animarse.
Norberto Alonso