Porteñas | Primer aniversario de la tragedia de Once

Del dolor a la justicia

El 22 de febrero se cumplió un año del fatídico accidente. Miles recordaron a las víctimas en actos realizados en la Estación Once y en Plaza de Mayo. Hubo reclamos de justicia y críticas a las políticas gubernamentales. Unas horas antes el caso había sido elevado a juicio oral. Ahora los imputados se defienden. Por Santiago Pujol Buenos Aires, 11 de marzo de 2013. Para muchos, nunca volverá a ser un día como otro. El 22 de febrero de 2012, a las 8 y 32 de la mañana, sus historias cambiaron para siempre. Decenas murieron y centenares más fueron heridos. Otros perdieron amigos, parientes, compañeros. Muchos más acompañaron el desesperante y lento proceso de sanación de las lesiones. El dolor se esparció por toda una sociedad que miraba espantada cómo se verificaba una tragedia anunciada y se cobraba casi un millar de víctimas, entre fallecidos y lastimados.

“Si se puede evitar, no es un accidente”, dice un eslogan de una campaña de prevención de accidentes viales. Es sensato. Gran parte, si no todo, lo que pasó en Once el año pasado, pudo evitarse, si se hubiera actuado como correspondía a tiempo. En gran medida el juicio que se realizará en poco tiempo más, examinará precisamente eso: qué se tuvo que hacer y no se hizo, para evitar que ocurriera lo que pasó.

No sólo está en cuestión la responsabilidad de una empresa, sino la del estado, con su política de transportes. Es claro que la situación actual de los ferrocarriles, es el producto de décadas de un deliberado intento de destrucción que, paulatinamente, condenó a la obsolescencia a todo un sistema, con desinversión, negociados, desmantelamiento, robos, improvisaciones y negligencias para todos los gustos.

También es claro que en los últimos diez años se invirtió mucho dinero para que las cosas funcionen y lo hagan cada vez mejor. Fue en un momento del país en el que había múltiples prioridades que atender al mismo tiempo y no era fácil disponer de todos los recursos requeridos para hacer que los trenes funcionen como corresponde. Por eso habrá ex funcionarios que tendrán que explicar en la justicia su parte en la tragedia de Once.

La demanda de esclarecimiento y sanciones a los responsables son acompañadas activamente por muchos sectores de la sociedad. Eso se expresó sobre todo en el acto realizado por la tarde en la Plaza de Mayo. Como es lógico en el juego político democrático, algunos intentaron llevar agua para su molino, haciendo cálculos codiciosos con el dolor ajeno.

Un claro ejemplo fue la propuesta del Jefe de Gobierno de realizar un monumento en homenaje a las víctimas, al tiempo que recibía en audiencia a sus familiares. Todos los homenajes son válidos, claro. En tren de homenajear, el estado porteño debería también honrar la memoria de tantos que murieron por derrumbes en la ciudad en los últimos tiempos, derrumbes que asimismo podrían haberse evitado.

El justo reclamo de los familiares y amigos de las víctimas, encontró en el estado algunas respuestas rápidas. Otras están pendientes. La más significativa quizás sea el anuncio de la recuperación integral del sistema ferroviario nacional.

Si la tragedia que enlutó la estación de Once fuera finalmente el punto de inflexión a partir del cual se revirtiera el proceso de destrucción del ferrocarril, al menos el recuerdo de sus víctimas podría asociarse a un “nunca más” que, también en esta materia, nos merecemos como sociedad. Ese es el desafío.

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