Buenos Aires, 9 de marzo de 2021. Aunque el Gobierno de la Ciudad definió el reinicio de la presencialidad escolar en el marco de la pandemia de coronavirus como un éxito, los gremios plantearon otro panorama. “Estuvo marcado por la desorganización, las aglomeraciones que se repitieron en numerosas escuelas de la Ciudad, y la falta de insumos suficientes para hacer frente a la pandemia”, denunció la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE).

Y detallaron: “En establecimientos emblemáticos como el Instituto Bernasconi y el colegio Otto Krause la aglomeración de estudiantes generó alarma entre las familias. Una de las razones fue que, tanto a esas como a otras numerosas instituciones, el Gobierno no les garantizó la cartelería y la señalética que había comprometido”.

No obstante el registro de casi un centenar de contagios en las dos primeras semanas de reinicio de la actividad escolar presencial, llamó la atención que las estadísticas porteñas de nuevos casos se mostraron sorpresivamente a la baja. Si el jueves 18 de febrero hubo 794 nuevos casos, sólo se contabilizaron 295 una semana después. ¿Habrán retocado el contador?

Tras un año de educación a distancia, el regreso a clases presenciales obligó a las familias a armar un rompecabezas para cumplir con los horarios del cronograma que cada escuela generó para satisfacer la doble exigencia de la presencialidad posible y el menor riesgo sanitario. Esto debido a que el gobierno delegó en cada escuela el esquema definitivo y se desentiende de los resultados.

“Poder organizarnos con tan poco tiempo de jornada presencial es realmente imposible”, aseguró el papá de Vicente, de 4 años, que comenzó su ciclo lectivo el miércoles pasado con una hora diaria semana de por medio. “Nos matamos pensando cómo hacer para llevarlo al colegio por una hora y qué hacer la semana que no le toca asistir; es absurdo”, continuó el padre. No es un caso excepcional. Se repite en casi todos los establecimientos, con diferentes modalidades. Por caso, un curso de 1º año que se dividió en tercios para asegurar el distanciamiento requerido, y los chicos asisten un día de cada tres.

 

La noticia de que el ministro porteño de Salud, Fernán Quirós, decidió no inmunizar prioritariamente a las y los docentes provocó el enojo de los trabajadores. “Una vez más el Gobierno de Larreta muestra su desprecio por la educación. Después de habilitar un regreso a la presencialidad lleno de falencias, el ministro de Salud porteño Fernán Quirós anunció que desconocerá el plan del Gobierno nacional de inmunizar a las y los docentes”, publicó la UTE.

Más adelante, agregaba la organización sindical: “Es más, Quirós se jacta de negar las vacunas a las y los trabajadores de la educación el mismo día que se da a conocer su imputación junto al Jefe de Gobierno, tras ser denunciados por suscribir convenios con empresas de medicina privada para entregarles vacunas a sus asociados, pasando por encima de la población general”.

La decisión, cuyo probable fundamento se vincule con que sólo se inmunizó al 40 % de los profesionales del sistema de salud, debido al desvío de dosis a profesionales independientes y a prepagas privadas, resulta antipática y ya motivó un pedido de informes. En efecto, la legisladora del Frente de Todos (FdT), Lorena Pokoik, solicitó informes sobre el Plan de Vacunación a docentes en la Ciudad. 

El documento solicita que el ejecutivo porteño informe si procederá a la vacunación de las y los docentes de acuerdo a lo establecido en la 102° Asamblea del Consejo Federal de Educación. En caso negativo que explique los motivos. “Sería muy grave que Larreta incumpla con este punto, ya que la Ciudad firmó su compromiso de hacerlo, como el resto de las jurisdicciones”, aclara la legisladora.

No es la primera vez que el gobierno porteño escribe su propia hoja de ruta en la pandemia. Al abrirse un registro de interesados en vacunarse con el único requisito de tener una matrícula nacional de salud, muchos jóvenes profesionales que realizan prestaciones a distancia y no tienen comorbilidades aprovecharon para vacunarse.

Norberto Alonso

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