Historias de nuestra comuna | La red judía de prostitución

Presas en los burdeles de Once

La explotación sexual de mujeres jóvenes judías traídas de Europa del Este se inició en Argentina a fines del siglo XIX. La Zwi Migdal, una red de delincuentes y rufianes que se fundó originalmente en 1906 bajo la fachada del nombre “Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia”, cuya personería jurídica figuraba inscripta en Avellaneda y contaba con unos 500 socios afiliados, fue la mayor organización judía de proxenetas de la Argentina.
Buenos Aires, 7 de abril de 2020. Cuando esta organización hacía fabulosos negocios aquí a principios de siglo XX, sus mejores aliados eran jueces y policías, la Dirección de Migraciones y la de Sanidad. El apogeo de la Zwi Migdal se dio en la década de 1920, con 430 proxenetas que controlaban 2000 burdeles y 4000 mujeres.

La red traía mujeres adolescentes de Europa, reclutadas en pequeñas  aldeas de Rusia y Polonia, con promesas engañosas de casamiento o trabajo y que hablaban idish o polaco. Al llegar a Buenos Aires, las mujeres eran encerradas en los burdeles bajo la custodia de los rufianes quienes las sometían y explotaban. Una de ellas fue Perla Pezelorska. Nacida en Polonia, a los 14 años viajó a Buenos Aires para trabajar, con el acuerdo de sus padres cansados de los pogromos y la miseria. 

La familia sufrió un engaño organizado entre un empleado de Aduana en Gdansk, el puerto del que Perla partió y Arnaldo Neiman, el hombre de la promesa de trabajo como empleada doméstica de una rica familia judía, que la esperaba en Buenos Aires. Perla estuvo veintisiete días secuestrada en un prostíbulo cerca de Plaza Miserere, uno de los feudos de Zwi Migdal.  El rufián Neiman y su mujer eran los encargados de esconder la llave de la jaula en la que vivía hacinada y mal alimentada. La joven creyó morir ahí, como veía morir a todas sus compañeras, viejas o recién llegadas, hasta que un día de 1926, pudo tirar a la calle desde una de las ventanas del burdel un papel de auxilio escrito en idish. Alguien descifró el pedido y Perla fue liberada, aunque debió vivir por siempre oculta en Buenos Aires. 

El diario Mundo Israelita del 9 de octubre de 1926 refirió en su editorial la historia de Perla,  exigiendo a las autoridades que tomaran medidas para terminar con el proxenetismo. Pero la fuerza policial estaba sumergida en la corrupción y los únicos que perseguían o al menos marginaban a los integrantes de la Zwi Migdal estaban dentro de la comunidad judía que los había expulsado de las asociaciones mutuales y de crédito y les prohibía la entrada a los teatros y sinagogas. También al cementerio. Los delincuentes debieron generar entonces su propia organización y cuatro años antes que el resto de la colectividad tuvieron su propio cementerio en Avellaneda, en el que también inhumaban a sus víctimas. 

Tres años después de la liberación de Perla, otra inmigrante polaca aunque nacida en Rusia, que llegó a Buenos Aires a los 18 años y fue víctima cautiva de Zwi Migdal durante más de once años en un famoso burdel ubicado en Valentín Gómez 2888, logró escapar y pudo contar su historia en la Comisaría 7ª. Era Raquel Liberman (foto) y su denuncia permitió la primera gran investigación contra las redes de trata de mujeres en Argentina y el fin de la Zwi Migdal.

                                                                                                                   Norberto Alonso


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