Editorial | Un triunfo que se derrite
Fin de fiesta
Larreta inicia la campaña electoral por su reelección en el peor escenario. Con todos los aliados posibles dentro de su lista, no alcanzó la deseada orilla del 50% más un voto en las PASO, porcentaje que le hubiese asegurado evitarse el esfuerzo de una segunda vuelta. Para peor, esa foto del 11 de agosto duró menos de 12 horas.
Buenos Aires, 3 de setiembre de 2019. Como un puñado de nieve al sol, a la mañana siguiente la foto comenzó a derretirse. Fue cuando el mismo gobierno decidió impulsar una brusca devaluación del peso. El Macri desencajado que por la tarde culpó a los votantes de esa reacción de los "mercados", dejó en claro que habÃa perdido hasta el control de sus emociones. No sólo, y por paliza, el plebiscito sobre su gestión que fueron estas PASO.
En el sálvese quien pueda del naufragio colectivo que resulta de este brusco agravamiento de la profunda crisis económica y social que generó el macrismo con sus polÃticas, tanto Vidal como Larreta optaron por el silencio y el segundo plano. Vidal, recalculando su futuro polÃtico en la provincia como eventual lÃder de una oposición que se desmembrará más temprano que tarde y Larreta, tratando de averiguar de dónde pueden salir esos 100 mil votos que necesita para dar vuelta la taba.
No es imposible que los reúna. Tiene que convencer a todos los que votaron a otras opciones, que lo mejor para la ciudad es que él continúe al frente de la gestión otros cuatro años. Matemáticamente, se puede. Sin embargo, como se vio en las PASO, la mayorÃa de los porteños no lo cree asÃ. Enfrente tendrá además a un Lammens que recién ahora empieza a ser visto como una opción por la mayorÃa de los porteños.
Habrá que ver si también, de ahora en más, la polÃtica permite lo que los números habilitan. Con ser un buen administrador no alcanza, eso es claro. La falta de un proyecto propio y de carisma personal le puede costar caro a Larreta en esta ocasión, en la que tendrÃa que diferenciarse de su mentor, mientras que Macri desesperado se aferra a él para tratar de no hundirse.
Que empeore la situación del paÃs y de sus pobladores, claramente le hace campaña en contra, por más que se esfuerce en mantener la sonrisa y trate de seguir haciendo "obras". Para peor, su administración genera malas noticias con más frecuencia. Chicos intoxicados por comida en mal estado en una escuela pública, policÃas karatecas que derriban un sospechoso de una patada y provocan finalmente su muerte, otro policÃa desaparecido de una Metropolitana sospechada de hacerse la distraÃda, escuelas sin vacantes, hospitales sin insumos, un mercado inmobiliario en caÃda libre y una pobreza que crece con cada aumento de precios, entre otras, configuran un cuadro inocultable de fin de fiesta para la revolución de la alegrÃa que prometÃa la propaganda oficialista.
Más allá de todo esto, Larreta tiene atada su suerte a Macri. No puede hacerse el distraÃdo como el gobernador de Mendoza que ahora afirma que no es de Cambiemos. Además de unir por primera vez la elección local a la nacional, Larreta pasó a la polÃtica de la mano de Macri y fue su gerente de gobierno a lo largo de los dos perÃodos que estuvo como alcalde porteño. En un escenario de consagración del triunfo nacional de Alberto Fernández en octubre, la campaña de la segunda vuelta lo encontrarÃa a Larreta rodeado de perdedores y con su principal adversario auspiciado por los ganadores. Unos ganadores que vienen a traer un cambio, esta vez en serio y sin globos amarillos.
Doce años de gestiones de Macri - Larreta son muchos y desgastan. Son un estilo y una marca que ya están viejos y no pueden reciclarse. Esto también juega en contra cuando la realidad aprieta y la mayorÃa busca una esperanza.
Lic. Gerardo Codina