Comunales | Los doce de la Santa Cruz

Homenaje con alegría

Se cumplieron 41 años de la desaparición de los militantes y familiares de desaparecidos que se reunían en la sede de la iglesia para organizar su búsqueda. Los doce secuestrados fueron también víctimas de los vuelos de la muerte. Su recuerdo fue para reafirmar su lucha y "con alegría", "porque nada grande se puede hacerse con la tristeza".

Buenos Aires, 11 de diciembre de 2018. Como todos los 8 de diciembre, los vecinos del barrio, familiares de “los 12 de la Santa Cruz”, miembros de esa parroquia  y organismos de Derechos Humanos realizaron este sábado un homenaje en memoria de sus compañeros y, a través de ellos, a todos los detenidos desaparecidos de la dictadura. Rosa Bizgarra de la comunidad parroquial, reivindicó su memoria recordando la solicitada que pretendían sacar en el diario La Nación, pidiendo saber la verdad sobre el destino de centenares de desaparecidos, cuyos nombres publicaban. Solicitada que estuvo en la edición del diario del día 10 de diciembre de 1977. "Porque hace 41 años, 12 personas desaparecieron por reclamar Verdad y Justicia! Por esta solicitada el infame Astiz las arrancó de sus familias! No olvidemos!"

Convocado para las 17,30 el acto homenaje tuvo este año la singularidad de brindar un semblanza individual de cada uno de ellos en las voces de mujeres artistas que leyeron fragmentos del libro que el periodista y músico Uki Goñi, que por entonces trabajaba en la redacción del Buenos Aires Herald, le destinó al accionar siniestro de Alfredo Astiz, infiltrado en el grupo para indicar quiénes debían ser desparecidos. En su obra, titulada precisamente "El Infiltrado", Goñi trazó una semblanza de cada una de las víctimas de Astiz, a quienes conoció al recibir sus denuncias en el diario de habla inglesa, el único que publicaba en aquel momento las denuncias de la desaparición de personas. 

Tras una misa en la Parroquia aparecieron sobre el escenario, las actrices Ana Celentano, Antonella Costa, Malena Sánchez, Lorena Vega, Moro Anghileri y Guadalupe Docampo, y las músicas y compositoras Lidia Borda, Celsa Mel Gowland, Barbie Recanati y Melo Saporiti, más el propio Goñi, se turnaron para leer fragmentos de El infiltrado. El acto culmino con la actuación de la orquesta La Delio Valdéz, que puso a bailar a los presentes, y entre ellos Madres que pese a todo, conservan la alegría.

“Reafirmamos la continuidad de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Después de todas las cosas que estamos perdiendo en cuanto a derechos adquiridos, sentimos que tenemos que estar bien y alegres porque nada grande puede hacerse con la tristeza”. Lo dijo Mabel Careaga en el acto a 41 años del secuestro y la desaparición forzada a manos de una patota de la ESMA del grupo que se reunía en la Parroquia de Santa Cruz para organizar su reclamo por la aparición de familiares y compañeros desaparecidos. Entre ellos estaba su madre, Esther Ballestrino de Careaga, una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo. "Para nosotros recordar este día es una mezcla de sentimientos, entre el dolor de que se los hayan llevado y la alegría por el reencuentro con nuestras madres, porque el mar las trajo y en el 2005 pudimos recuperar sus cuerpos", dijo a Página/12 la hija de Villaflor, Cecilia de Vicenti del acto, seg{un fue publicado el domingo pasado. 

La historia

La iglesia de la Santa Cruz del barrio de San Cristóbal es un sitio emblemático del terrorismo de Estado y sus acciones más siniestras, pero también de la Memoria y la lucha por los Derechos Humanos. Allí es donde se convocaban familiares de desaparecidos por la última dictadura para coordinar acciones, y es también allí donde comenzó un feroz operativo que arrancó el jueves 8 de diciembre de 1977 y culminó dos días después con el secuestro de la Madre fundadora Azucena Villaflor y las religiosas francesas Léonie Duquet y Alice Domon. En un jardín lateral de la parroquia se encuentran enterradas las Madres Esther Ballestrino de Careaga y María Ponce de Bianco, así como la religiosa Léonie Duquet y la activista Ángela Auad. 

Entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977 fueron secuestradas doce personas de la Iglesia de la Santa Cruz. Entre ellas, tres Madres de Plaza de Mayo, Villaflor, Ponce y Ballestrino de Careaga y las monjas francesas Leonie Duquet y Alice Domon. Cinco cuerpos de los doce secuestrados fueron encontrados en las costas de Santa Teresita, provincia de Buenos Aires e identificados en el 2005 por el Equipo Argentino Antropología Forense (EAAF).

La pieza clave de ese operativo fue el represor Alfredo Astiz, quien se había infiltrado en la naciente organización de Derechos Humanos bajo la falsa identidad de Gustavo Niño. Alegando ser hermano de un desaparecido, comenzó a participar de las reuniones que se llevaban a cabo en el lugar. Ese jueves tenían programado recolectar el dinero para publicar una solicitada con los nombres de los desaparecidos, pero al salir del templo los esperaba el grupo de tareas 332. Su objetivo era secuestrar a las personas previamente señaladas por el “Ángel rubio”. Vestidos de civil, se presentaron como policías y se llevaron a ocho personas: la religiosa francesa Alice Domon, Ángela Aguad, María Esther Ballestrino de Careaga, Raquel Bullit, Eduardo Gabriel Horane, José Julio Fondevilla, Patricia Cristina Oviedo, María Eugenia Ponce de Bianco y Horacio Aníbal Elbert. Más tarde secuestraron a Remo Carlos Berardo y Julio Fondovila y Horacio Elbert.

Para el sábado 10, la patota liderada por el represor Jorge "Tigre" Acosta, quien por ese tiempo también se hacía llamar "el dedo de Dios", completó la tarea. En esa misma fecha, en que se celebra el Día Internacional de los Derechos Humanos, aparecía publicada la solicitada en el diario La Nación.

La cacería organizada por la Armada argentina culminó esa etapa trasladando a los militantes de Derechos Humanos al centro clandestino que funcionaba en la ESMA. Allí fueron torturados entre diez y quince días y luego de que se les aplicara pentotal, los arrojaron vivos al mar en los conocidos vuelos de la muerte.

La historia sin embargo continuó el 20 de diciembre de ese año, cuando la marea comenzó a arrastrar algunos cuerpos a la costa de las ciudades de Santa Teresita y Mar del Tuyú, cinco de ellos fueron sepultados como NN en el cementerio de General Lavalle, en la provincia de Buenos Aires. Recién en 2005, el Equipo de Antropología Forense identificó cinco de esos cuerpos, pertenecían a las religiosas francesas y a tres de las Madres.  

“Todas por todas y todos son nuestros hijos” fue la consigna lanzada por Azucena Villaflor al comenzar las rondas a la Pirámide de Mayo en 1977, la que se convirtió en una de las fuerzas más potentes contra el plan de exterminio planeado por la dictadura. Aquella proclama inicial marcó el espíritu de la lucha, según Nora Cortiñas, “sin esta filosofía que que dice que nuestra lucha no es individual, sino colectiva y que planteó Azucena, hubiese sido muy difícil afrontar tantas adversidades”.

Algo de justicia llegó con la Megacausa ESMA, que llevó a cabo el Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 5 de la Ciudad de Buenos Aires, que dictó sentencia sobre varios de los responsables de estos crímenes de lesa humanidad.


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