Porteñas | Milongueros protestan contra clausuras arbitrarias

El tango pide pista

Durante el Festival y Mundial de Tango de la Ciudad de Buenos Aires miembros del colectivo "El Tango No Se Clausura" pusieron de manifiesto esta problemática. Dicen que "las milongas nuevas se ven obligadas a funcionar bajo formatos clandestinos por falta de adecuación normativa, las milongas en espacios públicos ven constantemente amenazada su continuidad y las milongas formales están asfixiadas por las presiones tarifarias en un contexto económico recesivo". El Beso y Gricel opinan.
Buenos Aires, 5 de setiembre de 2017. El Festival y Mundial de Tango de la Ciudad de Buenos Aires se celebra en agosto. Es ya una marca registrada en el extenso cronograma de actividades culturales impulsadas por el Estado porteño. Este año, sin embargo, miembros del colectivo "El Tango No Se Clausura" aprovecharon este evento de proyección internacional para hacer una milonga al pie del Obelisco y poner de manifiesto la situación de clausuras arbitrarias que se viven en muchas milongas porteñas. Esta situación se da a un año de la aprobación de una ley, elaborada por Andrea Conde (Frente para la Victoria), para regular la actividad creando un Registro de Actividad Milonga. 

Los integrantes del colectivo explicaron que "las milongas nuevas se ven obligadas a funcionar bajo formatos clandestinos por falta de adecuación normativa, las milongas en espacios públicos ven constantemente amenazada su continuidad y las milongas formales están asfixiadas por las presiones tarifarias en un contexto económico recesivo".

Este colectivo también dio a conocer un petitorio que entregó a las autoridades locales con el objetivo de revertir la situación actual. Allí pide "que cesen las clausuras arbitrarias y se levanten las clausuras vigentes sobre los espacios culturales, particularmente aquellos relacionados con el tango".

"Que el Estado modifique la legislación de habilitaciones atendiendo a la realidad del hecho social cultural, particularmente la milonga, teniendo en cuenta sus diversidades y acompañando a los espacios para lograr su adecuación sin interrumpir las actividades arbitrariamente", solicitan.

"Que el Estado fomente, promueva y acompañe la difusión y práctica del tango en todas sus formas en todo el territorio de la ciudad. En ese sentido, exigimos el acompañamiento a las instituciones educativas artísticas, formales y no formales, semillero de profesionales de la música, la danza, el teatro entre otros, actores sociales en general que mantienen viva nuestra tradición cultural", estiman.

Esta situación relacionada con los cierres está latente desde hace tiempo. Incluso ha llegado a otros poderes del Estado porteño. En la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires se han presentado varios pedidos de informes. Un caso es el proyecto elaborado por Gabriel Fuks (Corriente Nacional de la Militancia) por una clausura aplicada en mayo al club Villa Malcolm de Villa Crespo (avenida Córdoba y Thames). 

En la Comuna 3 (Balvanera y San Cristóbal) también están en alerta por la situación. David atiende la barra de la Milonga El Beso, en Riobamba 416, casi esquina Corrientes. El ingreso está coronado con unas luces rojas. Tras un breve pasillo, uno abre una puerta roja y luego sube una corta escalera en zigzag. El mostrador está alumbrado por luces azules y brillan las copas y botellas que más tarde se servirán a los habitues de las clases y bailes.

"Este lugar es muy conocido en todo el mundo. Hay gente que viene exclusivamente a bailar y aprender acá", introduce y suma: "El tema con las clausuras es cierto. Los inspectores vienen seguido. Yo tengo una carpeta con todos los papeles. Está todo en regla, al día. Pero igual, si quieren buscarle la vuelta, decir que tal cosa no está bien, tienen el poder de hacerlo", lamenta.

Según su parecer, en el fondo hay un "ensañamiento" oficial contra las milongas y lugares de tango. "Es que las autoridades oficiales quieren acaparar los bailes y dejar de lado a las milongas tradicionales", agrega al respecto. "El tango se hace acá, con la gente que viene a bailar y aprender. Primero estuvieron los grandes maestros, los impulsores. Hoy están sus hijos, descendientes, discípulos. El tango existe más allá del protagonismo que quieren arrogarse las autoridades", afirma David. 

Otra milonga tradicional de la Comuna es Gricel, en La Rioja 1180, casi esquina San Juan. Es un local montado sobre una casa antigua, con labradas puertas de madera. Una vez adentro uno ve las mesas dispuestas en torno al gran rectángulo destinado al baile. La barra, con luces de neón en lo alto, está bien al fondo. Viviana es la administradora del lugar y cuenta ante este medio que la única vez que recibieron una intimación, no una clausura, por parte de agentes porteños el señalamiento "era entendible". "Desde entonces, porque antes uno dejaba siempre todo para después, es que tenemos todo al día, tanto los papeles como la infraestructura. Después de Cromañón se endurecieron los controles, pero también se tomó más conciencia al respecto", agrega.

"En el presente los inspectores pueden venir a la mañana, a la tarde, a la noche. Cuando hay gente bailando o cuando está todo vacío. Llegan sin avisar y empiezan a pedir papeles, a mirar todo de lado a lado. Si ellos quieren, por la mínima cosa te pueden hacer una intimación, vos después tenés que hacer tu descargo y es tiempo que perdés y que perjudica tu negocio. Por suerte nunca nos pasó, siempre que vinieron encontraron todo en regla", asegura.

Según su parecer, es correcto que sean intensos los requerimientos de los inspectores. "Uno desea que nunca pase nada, por eso tiene los matafuegos al día, la infraestructura preparada. Igual también hay lugares que no sé cómo hoy en día están abiertos. Lugares sin salida de emergencia, sitios donde se han hecho simulacros de evacuación y han rodado personas por las únicas escaleras por donde se podía salir. Si la ley se va a aplicar, y con esta rigurosidad, que sea pareja para todos", concluye. 


Juan Castro


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