Editorial | Transformados en operadores

Los medios y su realidad

Una de las peores consecuencias de la revolución comunicacional que sucede desde hace unas pocas décadas, es la creciente dependencia que tenemos de la información que nos proveen los medios sobre nuestra realidad. Desconfiamos de nuestros sentidos y de nuestra propia experiencia y nos refugiamos en la palabra autorizada por los mismos medios, de supuestos especialistas que nos cuentan qué sucede, cuándo y por qué ocurre, qué intenciones tiene sus protagonistas, etc. Todo masticado y presentado como un espectáculo que nos divierte, al tiempo que nos ahorra tiempo de investigar por nuestra cuenta y pensar con nuestra cabeza.
Buenos Aires, 12 de julio de 2022. Un ejemplo es lo que sucede con el electorado porteño en relación con un gobierno muy generoso con los fondos que destina a publicitar su gestión y que no tiene casi prensa crítica. Leemos que “la transformación no para” en cada esquina y sabemos que algo de cierto tiene la frase. Evidentemente, eso suma muchos votos. Al fin y al cabo, siempre nos tropezamos con obras pequeñas o grandes, aquí y allá, que muestran el intenso activismo destructivo-constructivo que tiene la gestión. Muchas veces nos damos cuenta que las obras se reiteran regularmente en los mismos lugares, con independencia de su necesidad y sin ningún control sobre su calidad. Lo que nadie nos dice es quién decide qué obra hacer y por qué.

Porque transformaciones puede haber muchas, buenas o malas. Y en muchos casos, las que impulsa el gobierno son rechazadas por la población. La remodelación del Casco Histórico en marcha, por caso. A contramano de lo que se hace en cualquier país que se toma en serio su propia historia, aquí se trata de intervenir en el espacio urbano, no para recuperar cómo se veía dos siglos atrás, sino para adecuarlo a una versión pasteurizada, decorada e insulsa que haga más fácil la comercialización del espacio urbano.

Otra obra de igual despropósito es la enésima remodelación de la Plaza del Congreso, con su hermoso monumento. De a poco se la ha pavimentado casi toda, salvo unos canteros que apenas abarcan un tercio de su superficie. Nada verde, ni el cemento que pusieron. Apenas unos viejos árboles que por ahora se salvaron. ¿Suelo absorbente para prevenir inundaciones? ¡No! ¿Quién lo necesita?

Un tercer ejemplo de estos días, encierra además la burla de los mecanismos participativos previstos en nuestra Constitución local. El mismo día en que culminaba la Audiencia Pública para consultar las opiniones vecinales sobre el proyecto de reconvertir la Avenida Honorio Pueyrredón en una “calle de convivencia”, masivamente rechazado por los habitantes del barrio, el Ejecutivo porteño terminaba de elaborar un proyecto de ley para imponer el cambio desde la Legislatura. 

La audiencia terminó un lunes y al viernes siguiente ya se estaba tratando en Comisión la norma para sancionar la “transformación” de Honorio Pueyrredón a contrapelo de lo que quiere la gente de Caballito. Claro, a los legisladores los votó la misma gente. Es cierto. También es verdad que ninguno de ellos expresa disidencias o confronta con el Ejecutivo, salvo casos aislados. Todos actúan como representantes de Larreta y no de sus electores. ¿Creerán que son sus empleados? 

Lo que resguarda este sin sentido de una transformación urbana impuesta y acelerada, con un propósito que no se consensua con la ciudadanía, es el espeso silencio de los medios sobre las disidencias y el comprometido esfuerzo publicitario con el que se da cuenta de la gestión de gobierno. Así los medios se han convertido en los principales operadores del poder local y la democracia fue degradada a una mera pantomima.

Lic. Gerardo Codina


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Comentarios
  • 15/07 | Liliana EtlisAcuerdo con el artículo Gerardo,agregaría que son los medios de comunicación,el poder judicial y sus leyes no aplicadas y la responsabilidad de cada persona en leer,organizarse y reflexionar sobre salida posibles.