Editorial | Rumbo a las elecciones

Terminó el juego

La convivencia que forzó la pandemia al comienzo del aislamiento social se fue resquebrajando con el correr de los meses y Larreta volvió a sus orígenes. Es un hombre de Macri. El mismo que gestionó la ciudad durante los dos períodos que el fundador del PRO estuvo de Jefe de Gobierno y que ahora aspira a reemplazarlo en el liderazgo de la coalición Juntos por el Cambio.
Buenos Aires, 1º de diciembre de 2020. De la adhesión formal a las medidas precautorias adoptadas por el gobierno nacional a la reanudación forzada de las clases presenciales hay una sola distancia, la de la conveniencia política. Cuando el pánico dominaba la escena nacional, primó la pose racional. Cuando todos nos acostumbramos a la “nueva normalidad”, Larreta se convirtió en el paladín de la reapertura económica que le reclamaba su base electoral.

Hasta dejó de lado la supuesta diferencia entre halcones y palomas que algunos creían ver en la escudería macrista. Su ministra de educación salió a embestir cruelmente a los docentes que se pusieron la educación pública al hombro todos estos largos meses y él la bancó. Los acusó de militantes, fracasados, viejos y carentes para ganarse los elogios de Patricia Bullrich y el mismo Macri, que no tuvo la suerte de “caer” en la educación pública y nadie sabe dónde se recibió de ingeniero, si eso ocurrió.

El fin aparente de la pandemia, vacunación mediante, pondrá en el centro de la escena la competencia política. El PRO, que hasta ahora encabezó la coalición antiperonista, hizo todo lo posible durante el primer año del gobierno de Fernández para precipitar una crisis que lo desestabilice y lo haga caer. Desde bloquear rutas preventivamente en rechazo de supuestos incrementos de retenciones, hasta especular contra el peso para provocar una devaluación, pasando por promover la desobediencia civil al ASPO en nombre de libertad de enfermarse. Siempre con la apuesta al caos provocado, un caos del que los poderosos, los que se creen dueños del país y de su suerte, están resguardados por sus posesiones.

Si unos meses atrás Larreta no se mostraba así, fue para evitar que la epidemia hiciera estallar el sistema público de salud en esta ciudad, la más afectada por la nueva enfermedad. O, en caso de que ocurriera, compartir responsabilidades con las autoridades sanitarias nacionales. Pero eso ya pasó. Lentamente, aprendimos a convivir con el COVID y los números nefastos de los contagios y fallecidos descienden semana a semana.

Ahora en el sepelio de Maradona la actuación represiva de la policía macrista mostró su inveterado odio a lo popular y el regreso de las hostilidades con el gobierno nacional. Otro paso en la misma dirección, más sutil, es el intento de grabar impositivamente las operaciones financieras del Banco Central. Habrá allí una batalla jurídica. De lograrlo, podría Larreta sabotear la recuperación económica nacional, por la magnitud de las operaciones que se realizan en nuestro distrito. 

La otra pelea, que se abrió en estos días, es por frenar la privatización de la ribera. Esa muestra que no se trata de un conflicto entre partidos, sino entre visiones de la sociedad. Una ciudad y una ribera para todos, abierta y atenta al cambio climático u otra para que las minorías acaparen el privilegio de ver el río, mientras especulan con las tierras públicas, sin pensar en las consecuencias futuras de sus acciones.

Lic. Gerardo Codina


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