Comunales | Creaciones en el hogar e incertidumbre

Artistas y vecinos en la pandemia

Vecinos de la Comuna 3 cuentan a este medio cómo es su rutina a casi tres meses del aislamiento social. Desde conciertos virtuales, colectas para sostener los espacios y actuaciones en los balcones, hasta ollas populares para socorrer a los más necesitados, los trabajadores de la cultura recurren a la imaginación para superar la dura prueba.
Buenos Aires, 9 de junio de 2020. La Comuna 3 de Balvanera y San Cristóbal se caracteriza por sus teatros, centros culturales, por ser el hogar de diversos artistas. Desde el inicio del aislamiento social obligatorio para detener los contagios y muertes de coronavirus la situación ha cambiado y los conciertos hogareños o las vaquitas para sostener estos espacios son parte del paisaje actual. 

Gustavo Codina es vecino de San Cristóbal, director de la Agrupación Sinfónica Municipal de Morón e integrante del Ensamble Lírico Orquestal (Combate de los Pozos 1551). En diálogo con este medio cuenta que previo al aislamiento tenía dos trabajos y su labor en el Ensamble, repartidos en viajes dentro de Capital y la zona oeste.

“Nuestra vida perdió el estrés y el desgaste de los viajes, pero al no haber horarios uno está trabajando más horas y más días”, reflexiona, pero niega que la cuarentena sea una pausa: “De alguna manera tenemos que seguir adelante, la gente no se quiere quedar cruzada de brazos”.

Cuenta que los ensayos entre músicos son mediante herramientas virtuales como Zoom, que facilitan el contacto pero tienen latencias o delay, lo que dificulta las prácticas. Por otra parte, ante el aislamiento se vio en la necesidad de aprender a editar material audiovisual para difundir su trabajo. Por caso, para el 25 de Mayo editó un video del Himno Nacional donde compiló medio centenar de grabaciones de distintos elencos. “Fue un laburón de una semana con 16 horas diarias, todo aprendido con tutoriales de Youtube. Tenés que hacerlo bien de una, estoy contento con el resultado final”.  Gustavo dice que habrá cambios con la post pandemia: “Se piensan alternativas como elencos más reducidos o protecciones en los instrumentos, pero todo es una fantasía porque no hay certezas”. 

En el mismo barrio, hace dos años vive Matías “Mata” Ciccolella, músico y referente de la revista poética La Anónima. Al habla con este medio, cuenta que previo a la pandemia hacía recitales solistas y con El Imaginario de las Manos y Reah Música: “Teníamos fechas cerradas hasta mitad de año; suspendimos todo, nos afectó bastante y no podemos ensayar”. “Con el aislamiento decidimos con los grupos que cada uno priorice su trabajo solista. Es tiempo de componer, escribir, crear”, agrega. Dice sobre el barrio y la Comuna: “Los centros culturales están cerrados, ya venían mal económicamente y con esto va peor. Hay espectáculos con gorras virtuales, pero es difícil”. 

Mata y otros artistas participaron a fines de mayo del evento La Noche de los Balcones, organizado por el Ministerio de Cultura porteño, para generar un espacio de arte en medio del aislamiento. Se transmitió por redes sociales. Contó: “Está bueno generar cosas y ver cómo se puede innovar. Se podría haber armado algo mucho más grande”. Otros artistas de la Comuna 3 que fueron parte son Juan Bracco, Mario Lozano (Balvanera), Mariana Carnovali, Ollantay Rojas (San Cristóbal).  

Al cierre de esta edición, el grupo de música para la niñez Che Lele iba a presentar de forma online el tema “Nunca en el mar” por el Día Mundial del Medio Ambiente. Integran esta banda Leandro Rossi (composiciones, guitarra y voz) y María Belén Duet (voz), que son vecinos de Balvanera. “Si bien el proyecto comenzó a tomar forma hace más de un año, se terminó de concretar en esta cuarentena, ya que aprovechando el quedarse en casa, posibilitó grabar las primeras canciones e incluso hacer los videos”, señalan los músicos.

Al iniciar el aislamiento los teatros, centros culturales y galerías debieron cerrar sus puertas. Todavía están sin actividad. Implicó que algunos deban cerrar definitivamente, como es el caso de Debar de Monserrat o Cultural Freire de Colegiales.
 
A nivel local, los centros culturales piden ayuda a sus habitúes para subsistir. Por ejemplo, en Sarmiento y Jean Jaurès está ubicado desde el verano de 2017 el Panda Rojo, fundado por poetas y gestores culturales que antaño participaron de experiencias como la Feria del Libro Independiente (FLIA). 

“El Panda hoy les necesita. Ayudanos a sostenerlo”, exponen desde sus redes sociales junto a un enlace para quienes puedan y quieran aportar dinero (entre $100 y $2.000) para garantizar la continuidad del lugar. Se trata de promociones que al terminar el aislamiento se pueden canjear por entradas para espectáculos y cenas en el espacio cultural. A pocas cuadras, en Humahuaca y Bustamante, la Casona Cultural Humahuaca, se encuentra en una situación similar. 

Al no poder desarrollar talleres, recitales, capacitaciones o ferias, algunos centros culturales utilizan su sede física como hogar de ollas populares para dar asistencia a la población vulnerable de Balvanera y San Cristóbal. Es el caso del Multiespacio Pasco (Pasco 689), ubicado en alrededores del bajo de la Autopista 25 de Mayo. Sus integrantes dicen a este medio que buscan dar una mano a los habitantes de hoteles familiares linderos: “Se nota la falta de empleo, la situación crítica. Hay casos donde les cuesta acceder a las comidas diarias, que es lo básico”.

La Casa de Carlino, ubicada en 24 de Noviembre 167 a metros de la Plaza Tuñón, fue el hogar del poeta Alfredo Carlino hasta su fallecimiento y luego desarrolló actividades sociales y artísticas. Al estar cerrada por la pandemia aloja una olla popular los martes y jueves a las 13. Sus referentes sentencian: “Esta zona en Balvanera se caracteriza por estar llena de hoteles y casas tomadas. Es una zona bastante delicada, por eso ameritaba hacer una ayuda concreta”.

              Juan Manuel Castro

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