Comunales | A cuarenta años de su muerte

Homenajes a Raúl González Tuñón

El poeta Raúl González Tuñón, creador del célebre personaje "Juancito caminador", fue homenajeado días atrás en el Cementerio de la Chacarita al cumplirse cuarenta años de su muerte, el 14 de agosto de 1974. En el barrio lo recuerdan una placa en donde nació y una plaza en 24 de noviembre e Yrigoyen. Una propuesta olvidada reclamaba su nombre para una estación del subte H. Buenos Aires, 8 de setiembre de 2014. La comisión de homenaje que integran Horacio Salas, Tata Cedrón, Horacio Ferrer, Rubén Ferlis, Leonardo Busquet y su hijo Adolfo González, entre otros, colocó una placa en memoria del poeta en la bóveda familiar del Cementerio de la Chacarita.

Nacido el 29 de marzo de 1905 en el porteño barrio de Once, en una familia de inmigrantes españoles, Raúl González Tuñón fue parte sustancial de la Generación del 22 junto a Jorge Luis Borges y es considerado el fundador de una corriente moderna de poesía, eminentemente urbana pero también política. En 2005, al cumplirse el centenario de su nacimiento, integrantes de organizaciones vecinales dispusieron una placa recordatoria en el lugar en el que se hallaba su casa natal, en Saavedra al 600, exactamente 614, frente a la actual Plaza Velazco Ibarra.

Desde esa casa natal, el futuro poeta veía los muros de un extenso asilo de niños huérfanos que supo tener la Sociedad de Beneficencia en la manzana comprendida por Saavedra, México, Jujuy e Independencia. También desde allí partía, llevado por su abuelo, a participar de las manifestaciones anarquistas que bullían en la Plaza Once. En sus palabras, "Mi infancia fue la infancia de un nieto de obreros, hijo de obreros. Una dulce infancia porque mi padre trabajaba".

Criollo, cantor de las tabernas, las grandes fiestas, duelos e insurrecciones populares, Tuñón fue uno de los más importantes poetas argentinos del siglo XX. Poeta, periodista y viajero, supo encarnar a los tres arquetipos poéticos: el mago, el profeta y el cantor. En su obra siempre está presente de uno u otro modo la ciudad.

A los dieciocho años escribió su primer libro, El violín del diablo, aunque fue publicado dos años más tarde (1926). Mucho antes, a partir de 1922, había publicado sus primeros versos en varias revistas de la época: “Inicial”, “Proa”, “Martín Fierro” y “Caras y Caretas”.

Su oficio periodístico lo llevó a recorrer el país. Su primer encargo fue la cobertura de las huelgas de los peones rurales en Santa Cruz, sucesos luego conocidos como “La Patagonia rebelde”, cuando tenía 16 años. Luego fue corresponsal del diario Crítica en la guerra del Chaco, que enfrentara a Bolivia y Paraguay (1932-1935).

En 1933 fundó la revista “Contra”. Compartió con el llamado grupo de Florida la búsqueda formal y con el llamado grupo de Boedo, la preocupación social, que fue acrecentándose con el tiempo. Su activismo le llevó hasta el extremo de ser detenido y procesado por “incitación a la rebelión”. Amigo de León Felipe, Rafael Alberti, Nicolás Guillén, Conrado Nalé Roxlo y Nicolás Olivari, el poeta se embarcó también hacia España para participar de un congreso de intelectuales antifascistas y de la épica de la Guerra Civil Española, enrolado en el bando republicano.

En 1934 se instaló en Madrid, donde trabó amistad con García Lorca, Neruda (quien le denominó “el poeta que blindó la rosa”), Miguel Hernández, entre otros. Volvió a Buenos aires pero regresó a España durante la guerra civil. Posteriormente, vivió en Chile y viajó a Europa, a la Unión Soviética y a China.

Desde su primer libro, se distinguen las dos líneas esenciales de toda su poesía: la lírica y la social. Sus inconfundibles versos emplean el lunfardo y se ocupan de los marginales con una mirada cercana. Del paisaje urbano elige el de los desheredados, el de los “rincones canallas”, los “bodegones sombríos”, los “barracones inmundos” y el de los “circos pobres”. A uno de sus poemas más conocidos, “Eche veinte centavos en la ranura”, el Tata Cedrón le puso música (y, más recientemente, el cantante Ariel Rot).

Con El violín del diablo (1926) y Miércoles de Ceniza (1928), trae Tuñón a la poesía argentina el desenfado y la picardía de los muchachos de los puertos, de los marginales y de los incomprendidos. En el puerto y en los suburbios encuentra los motivos de sus poemas. A la ciudad de Buenos Aires consagró cinco poemarios: El violín del diablo, A la sombra de los barrios amados, Poemas para el atril de una pianola y El banco en la plaza. Algunos de ellos, contienen más de un verso memorable dedicado a Gardel y al tango.

Hoy en día su poesía es una de las más influyentes de la literatura argentina de los últimos años. Ya en los años 50 fue creado el grupo "El pan duro" por jóvenes poetas que retomaban el hilo estético y político de la obra de Tuñón. De allí nació la editorial La Rosa Blindada y el primer libro de otro gran poeta, Juan Gelman: Violín, y otras cuestiones.

LA PROPUESTA OLVIDADA

En 2004, cuando se proyectaba el subte H, en las páginas de La Fogata, se publicó una nota, titulada “De estaciones de subte, historias y presentes” . En ella la autora María Luján Leiva trazaba una comparación de las figuras históricas de Humberto Primero, Rey de Italia y Raúl González Tuñón, poeta libertario nacido en el barrio. Fue a propósito del nombre de una de las estaciones de la línea H, aquella ubicada en la intersección entre Avenida Jujuy y la calle Humberto 1º.

Decía Leiva en su nota “A pocos metros de Humberto Primero y Jujuy, donde se anuncia esa futura Estación Humberto Primero, allí en Saavedra 614, nació en 1905 Raúl González Tuñon, poeta, escritor, periodista. Nació allí en el Once Sur, el Once pobre que tanta influencia en su vida y en su poesía tendría.”

Y citaba al poeta: “Vi la luz en el barrio del Once, en el surero./Cerca de allí nació también Julio de Caro,/y escribió de la Púa sus memorables versos./Entonces aún la luna bajaba hasta los patios/¿Era todo mejor? No lo sé. Era distinto.” Raúl González Tuñón. El Surero.)

Leiva reclamaba que fuera González Tuñón el nombre de la estación de subte, en homenaje al vecino del Once, el poeta de Juancito el Caminador, La Rosa Blindada, el voluntario en la república de España, el maestro de poetas y de jóvenes que buscaban iniciarse en la cultura para cambiar el mundo y Gran Premio de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores en 1972.

Norberto Alonso


EL POETA MURIO AL AMANECER
(Fragmento)

Sin un céntimo, tal como vino al mundo,
Murió al fin, en la plaza, frente a la inquieta feria,
Velaron el cadáver del dulce vagabundo
Dos musas, la esperanza y la miseria.

Fue un poeta completo de su vida y de su obra.
Escribió versos casi celestes, casi mágicos,
de invención verdadera,
y como hombre de su tiempo que era,
también ardientes cantos y poemas civiles
de esquinas y banderas.

(......................................)

Los que le vieron dicen que murió como un niño.
Para él fue la muerte como el último asombro.
Tenía una estrella muerta sobre el pecho vencido,
y un pájaro en el hombro.

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