Sociedad | El futuro de la cuestión social

La economía que viene

Siempre que llovió, paró, dice el refrán y aplica en caso de pandemia. Algún día será recuerdo. Pero la crisis económica parece endémica en Argentina y ahora no hizo más que empeorar, inevitablemente. Todos los que padecen el parate forzoso lo viven y piensan con preocupación su futuro. Cierto que el Estado acompaña activamente, pero no alcanza. ¿Cómo se puede relanzar la economía?
Buenos Aires, 7 de julio de 2020. Muchos se ilusionan con volver a la vida de antes, pero es probable que debamos inventar una nueva, parecida, pero no igual. Además de que se han generalizado las formas de teletrabajar y de comercializar a través de internet, con envíos a domicilio y banca electrónica, entre otras cosas, también sucede que muchos perdieron sus puestos de trabajo y no parece que vayan a recuperarlos rápidamente.

En ese horizonte, desde diferentes organizaciones sociales y también desde el gobierno, se busca consensuar alternativas que permitan un arranque lo más armonioso y veloz que sea posible. Por caso, la CTA Autónoma propuso un conjunto de medidas que llamó Manifiesto Nacional por la Soberanía, el Trabajo y la Producción, al que adhirieron más de 103 organizaciones, entre ellas la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y la Corriente Federal de Trabajadores de la CGT, por mencionar las más destacadas.

Entre otras propuestas, impulsan la construcción de un millón de casas para dar solución rápida a la necesidad de trabajo y al mismo tiempo resolver una de las falencias más dramáticas puestas de manifiesto por la pandemia, que se ceba entre los pobladores que no tienen vivienda digna o están hacinados. La construcción casi no requiere insumos importados y es un oficio que muchos tienen. 

También lo piensa el ministro Arroyo, al frente de la respuesta estatal al drama social que vivimos. Entrevistado por el diario Página 12 el 4 de julio afirmó que “no se puede entender el problema social argentino sin vincular trabajo, ingresos y acceso a servicios”, para precisar después que “la generación de trabajo viene a través de cinco sectores productivos mano de obra intensivos (textil, construcción, producción de alimentos, cuidado y reciclado)”. Dos de esos cinco sectores mencionados implican una novedad amplificada por la pandemia.

Por un lado, las tareas de cuidado (de personas mayores, niños y enfermos) tienen una importancia enorme y deben ser revalorizadas (y rentadas) como es debido. Por el otro, la pandemia es expresión de una enorme crisis ecológica que debemos atender con premura y un paso enorme en esa dirección es el reciclado de lo que ya no se usa, con el fin de no desperdiciar recursos naturales que no son infinitos.

Si construcción, también en opinión del ministro, es uno de los sectores que rápidamente puede dar respuesta a la crisis ocupacional y económica que vivimos, tanto desde el gobierno como de los movimientos sociales están plenamente de acuerdo en avanzar rápido en la urbanización de los barrios populares ya que, en palabras de Arroyo “implicaría combinar derecho con desarrollo económico” debido a que “una urbanización genera empleo”.

Los empleos del futuro

No se trata sólo de pico y pala. También en una época signada por la cuarta revolución industrial, las actividades intensivas en conocimiento deben ser promovidas. Precisamente se encuentra en trámite parlamentario una reforma de la ley de promoción de la industria de conocimiento, segmentando los beneficios para estimular el desarrollo de pequeñas empresas y de emprendedores. 

Están incluidas las actividades de “creación, diseño, desarrollo, producción e implementación o adaptación de productos y servicios y su documentación técnica asociada, tanto en su aspecto básico como aplicado, incluyendo el que se elabore para ser incorporado a procesadores y/u otros dispositivos tecnológicos”, según dice el artículo 2 de la ley. Alcanza a la producción de software y servicios informáticos y digitales; producción y postproducción audiovisual; biotecnología, bioquímica, microbiología, biología molecular, neurotecnología e ingeniería genética; nanotecnología y nanociencia; industria aeroespacial y satelital, tecnologías espaciales; ingeniería para la industria nuclear, entre otras. Claro que además de incentivos impositivos, ellos como todos los sectores productivos necesitan crédito barato ya. Entender al bancario como un servicio público esencial y nacionalizar el manejo del crédito como reclaman muchos, es el camino más rápido para lograrlo.

Argentina ya es fuerte en varios de estos rubros intensivos en conocimiento. Sólo la producción de software implicó en 2017 dos mil millones de dólares, según la Cámara de la Industria Argentina del Software . Pero hay más. La tensión generada por la pandemia ha movilizado a todo el sector científico argentino y rápidamente aparecieron (ya se están usando) tests para comprobar rápidamente si una persona generó anticuerpos frente a esta enfermedad, barbijos que debido a la nanotecnología tienen  propiedades antivíricas, lo mismo que desinfectantes que se rocían sobre las ropas del personal médico y otras novedades, muchas de las cuales además de ser aprovechadas por nosotros pueden exportarse, generando ingresos y promoviendo empleos de alta calidad en el país.

En este punto, no se trata de recorrer caminos nuevos. Argentina es uno de los pocos países del mundo que tienen una industria farmacéutica propia, que además exporta productos desarrollados en el país. Si se verifican en las pruebas clínicas en desarrollo las virtudes del suero equino hiperinmune, nuestro país además brindaría al mundo una alternativa terapéutica accesible antes de que se desarrolle una vacuna contra el coronavirus. Parece un sueño, pero es realidad. 

Lic. Gerardo Codina 


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