Buenos Aires, 7 de mayo de 2019. El Molino, la majestuosa confitería inaugurada en 1916, que supo ser reducto de políticos, intelectuales y bohemios hasta su cierre en 1997, volvió a abrir sus puertas. Esta vez, con visitas guiadas por el Día Nacional de los Monumentos en las que se develaron los trabajos de restauración en curso para su reapertura definitiva, aún si fecha cierta. La visita fue guiada por el arquitecto especialista en edificios patrimoniales Guillermo García y se expusieron además, algunos de los 15 mil objetos con valor patrimonial que encontró allí el equipo de arqueología urbana: asaderas, pirotines, bandejas, embalajes, cajas, diarios, cucharas y menús.

Como en La Noche de los Museos, el Día Nacional de los Monumentos permite recorrer las construcciones emblemáticas de la Ciudad de Buenos Aires y la famosa confitería estuvo en la lista de muchos turistas y ciudadanos, que hicieron fila en la intersección de avenida Callao y avenida Rivadavia para visitarla. 

Este evento estuvo organizado por la Comisión Nacional de Monumentos, Lugares y Bienes Históricos, de la Secretaría de Gobierno de Cultura, y la colaboración  de instituciones, asociaciones y particulares de todas las provincias argentinas. Más de 800 monumentos y puntos históricos estarán habilitadas para recibir a miles de personas que se acerquen para valorar el patrimonio cultural.

La famosa confitería fue inaugurada en ese lugar en 1916. Después de 8 décadas de ver pasar a celebridades, escritores y políticos, cerró sus puertas en 1997 y desde el año pasado está en proceso de restauración, tanto en su interior como en la fachada que da a uno de los puntos más emblemáticos de la Ciudad de Buenos Aires.

El recorrido de la icónica confitería de la planta baja, el salón principal del primer piso o charlar con los restauradores que actualmente trabajan en el edificio que supo ser un emblema del art noveau argentino fueron algunas de las actividades a las que tuvo acceso el público entre las 14 y las 18 del sábado.

También hubo visitas a la residencia Ortiz Basualdo, sede de la Embajada de Francia, el Teatro Cervantes, el Jardín Japonés, y las embajadas de Italia y Rumania. Otro de los lugares que atrajo un importante número de visitantes fue el notable Palacio de Aguas, en la Avenida Córdoba y Ayacucho, también en nuestra Comuna 3. El lujoso Club Español, ubicado en Bernardo de Irigoyen al 100 fue otro de los edificios incluidos en el recorrido y con una importante afluencia de visitas.

El Molino se encuentra frente al Congreso de la Nación, en la esquina de Callao y Rivadavia, pero su historia oficial comenzó en 1860 a unas cuadras de allí: en la intersección de Rodríguez Peña y Rivadavia, bajo el nombre de "Confitería del centro".

Y recién cuando el edificio donde estaba fue demolido, se trasladó a su sede actual donde reabrió sus puertas el 9 de Julio de 1916 - para celebrar el centenario de la patria- de la mano del arquitecto Francisco Gianotti. "Finalmente el lugar cerró en 1997, el mismo año en que fue declarado Monumento Histórico Nacional", dijo a la agencia estatal Télam Paloma Sánchez, responsable de comunicación del lugar.

Tras 21 años de intentos legislativos infructuosos, en 2014 se aprobó la ley 27.009 que permitió declarar de "bien común" la confitería y expropiarla. "Una vez que el Ejecutivo adquirió el inmueble, se lo donó al Congreso nacional que conformó una bicameral para hacerse cargo", señaló Sánchez. En julio de 2018 comenzaron las obras de restauración.

"La recuperación de este espacio tiene una característica particular y de vanguardia", advirtió Sánchez, quién destacó que eso incluye "la puesta en valor de la arquitectura del edificio pero también los aspectos inmateriales como la recuperación de la historia, la carta gastronómica y los personajes célebres que transitaron cotidianamente este espacio". Para eso cuentan con el trabajo de arquitectos especialistas en restauración pero también antropólogos, sociólogos e investigadores de las ciencias sociales.

Entre los tesoros que permanecían ocultos en esta joya de la arquitectura en pleno centro porteño, Sánchez destacó las carpinterías de roble, los vitrales -se trata de uno de los edificios con mayor cantidad, variedad y metros cuadrados de vitrales en Buenos Aires- "y muchísima historia que está alojada entre todas estas paredes".

Si bien todavía no hay una fecha estipulada para esperar la reapertura definitiva de El Molino, Sánchez detalló que la ley 27.009 establece que "la confitería tiene que volver a funcionar con una licitación que provea los fondos para poder sostener un edificio de esta magnitud, ya que tiene más de 7500 metro cuadrados".

Además, establece que "va a funcionar un museo que cuente la historia de la democracia argentina y un centro cultural llamado "De las aspas" para artistas jóvenes".

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