Comunales | Restaurant El Tropezón

Sitio de Interés Cultural

La Legislatura porteña declaró Sitio de Interés Cultural al restaurante El Tropezón, ubicado en avenida Callao 248, en el barrio de Balvanera, reabierto el año pasado, luego de un cierre que duró 34 largos años. Se fijará una placa conmemorativa en la fachada del lugar. Más de un siglo de historias enhebradas por nuestra pasión culinaria.
Buenos Aires, 1º de enero de 2019. El Tropezón nació en 1896 y cerró sus puertas en 1983. Hubo muchos años de abandono, hasta que sus nuevos propietarios lograron reabrirlo y con ello, recuperar una parte de la historia grande de la cocina de los porteños. El lugar quedó inmortalizado en la voz de Edmundo Rivero, en el tango "Pucherito de Gallina". Un puchero que El Tropezón sigue ofreciendo, aunque a un precio que no está al alcance de cualquier bolsillo. 
 
El Tropezón reabrió en 2017. El autor del proyecto es el legislador oficialista Omar Obboud, titular de la Comisión de Cultura de la Legislatura, y entre los fundamentos declara: "En 1896, en la esquina de Callao y Bartolomé Mitre, el asturiano Manuel Fernández y el gallego Ramiro Castaño inauguraron El Tropezón, restaurante que con el tiempo se constituyó en un lugar emblemático de nuestra Ciudad".

Cuenta el blog El arcón de historia, que un principio "funcionaba tipo almacén con anexo lechería, que transformarían luego en "fonda" dos galaicos de gran iniciativa y trabajo: MANUEL FERNÁNDEZ, un fuerte asturiano y RAMIRO CASTAÑO, un gallego de Santiago de Compostela, que atraídos por la perspectiva comercial del recientemente promovido vecindario del Congreso, jugaban en el mismo su futuro, abriendo este que bautizaron ?Tropezón?, nombre con final de zeta bien español, pero con cacofonía que acuna el oído, por su prosapia tanguera, el que brindaría una de las primeras casas manducatorias con trascendencia desde un ámbito barrial hacia toda la ciudad. Era una época conflictuada si las hubo: JOSÉ EVARISTO URIBURU era el presidente de la Nación, JUAN BAUTISTA JUSTO agita el socialismo, han llegado al país los primeros vehículos a motor "Decaville" de 2 cilindros, culminando este sucinto marco del año 1896 con el suicidio del líder popular, el doctor LEANDRO NICÉFORO ALEM, hijo de Balvanera. En este medio y en tales vivencias, comienza su existencia El Tropezón. Pero estaba destinado a progresar y su propio desarrollo lo impulsa al cambio y es en 1902 cuan­do se traslada a un local más amplio y cómodo, sito en Cangallo 1819. A metros de Callao, en la planta baja de un viejo edificio ocupado en los pisos superiores y con el Hotel Callao como vecino. Siempre dentro de su modestia y acogedora cordialidad, destacando especialmente sus especialidades culinarias, con lo que corre parejo su destino de atracción y cen­tro de reunión de la bohemia y la farándula porteña, que sabe compartir sus mesas con los personajes de la política nacional, senadores y diputados, anche influyentes. Es decir, toda la gama de representantes del poder, que allí ejercitan sus artes histriónicas, realizan negociaciones y palpitan discretos contactos. El reducto ya es famoso, la clientela muy especial y como tal, debe ser correspondida. Los diligentes propietarios han de conciliar las necesidades gastronómicas con los sutiles diálogos de los comensales y es así como sale a la cancha el famoso "puchero de gallina", que no es sólo gallina, sino de vacuno, de cerdo, mixto, etc. De indiscutible origen español, con el agregado de todos los ?chiches? imaginables, incluido un criollo "caracú". Cómo no se iban a relajar las famosas tenidas verbales de los contertulios, ante semejante "fuente de placeres". Llegamos así exitosamente, al año 1925. Es un 7 de julio a las 21:30 horas cuando alarmantes ruidos de mampostería resquebrajándose, conjuntamente con gritos de advertencia desde el exterior alertan a la selecta clientela del restaurante y a su personal procediéndose rápida y prolijamente al desalojo. Casi de inmediato se produce el derrumbe del local, arrastrando tras de sí a dos de los pisos del Hotel Callao. No hay víctimas que lamentar… o sí, muchos de los parroquianos tan bruscamente desalojados lamentaron la pérdida… del "pucherito" que se les había servido. La ciudad llora el siniestro y la desaparición del querido Tropezón. Insistentes ruegos del personal y clientes impulsan la apertura del tercer Tropezón en nueva y definitiva ubicación, en Callo 248/52. La inauguración del nuevo local, constituyó una fiesta ciudadana, fue un 11 de febrero de 1926 y concurrieron los recién arribados "Héroes del Aire", los españoles tripulantes del "Plus Ultra", con el comandante FRANCO a la cabeza acompañado por sus oficiales DURÁN, RUIZ DE ALDA y RUDA. Y lo hacen guiados por el intendente de la Capital MARTÍN NOEL. Los dueños, entusiasmados ante el desbordante éxito de la concurrencia, ordenan "menú gratuito" durante las 24 horas y se instalarán numerosas mesas en la vereda. El Tropezón funcionará así hasta 1983, año en que su último dueño, SEGUNDO RAMOS, con casi 30 años al frente del comercio, lo cierra definitivamente. Luego, la legendaria vajilla será obsequiada a amigos y habitués, cual cariñosos "souvenir"."

Por ese local pasaron personalidades como Federico García Lorca, Irineo Leguisamo, Lola Membrives, los hermanos Discépolo, Aníbal Troilo, Ricardo Balbín, Alfredo Palacios, Irigoyen y Carlos Gardel, entre otros. Ahora una placa dispuesta por la Legislatura señalará en su frente toda esa historia. Antes, en 1999 y estando todavía cerrado, la Junta de Estudios Históricos de Balvanera había colocado una placa recordatoria en el lugar que ocupaba este mítico restorán.
 




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