Comunales | Bombas en Recoleta y asesinato de músico punk

Los anarco vecinos de San Cristóbal

A días de la militarizada cumbre G20 que se hizo en la Ciudad, un grupo quiso explotar la tumba de Ramón Falcón. Y falló. En paralelo, un sujeto intentó atentar contra la casa del Juez Bonadío. Los hechos desencadenaron un allanamiento en el barrio con diez detenidos, dos de ellos ligados al crimen del baterista de Superuva.
Buenos Aires, 4 de diciembre de 2018. Eran las dos y media de la mañana cuando entró la policía. Un patadón al ingreso de Pavón 2345 y unos gritos en el nombre de la ley. La Federal puso a los diez anarquistas cuerpo a tierra. El pasillo del caserón antiguo estaba regado de crestas, parches, mucha A de anarquía y sobre todo borcegos y caras malas. Los vecinos del barrio los conocían hace mucho, pero el país entero empezaba a saber de ellos por el frustrado atentado a la tumba de Ramón Falcón en el Cementerio de la Recoleta. Faltaban pocos días para la cumbre de líderes G20 y había paranoia en la opinión pública. 

A simple vista, la casa de Pavón es de esas que deberían estar protegidas, una joya patrimonial de las tantas que subsisten en San Cristóbal. Sin embargo, ya desde su frente se evidencia el abandono. Los diez anarquistas y ocupas eran algunos de los tantos habitantes del lugar. Hay familias, gente de trabajo, personas solas, un poco de todo. Las aguas están divididas para los vecinos de edificios y casas linderas. Hay quienes se quejan del lugar, piden más seguridad y un desalojo. Otros opinan que la mayoría es buena gente y que la apariencia desvencijada del lugar les juega en contra. Una historia como otras.

Lo que la vuelve excepcional es la presencia de los anarco-ocupas, que tomaban varias habitaciones. Habían puesto su impronta con murales contra la policía, calaveras y leyendas de muerte al Estado. Usaban el lugar como depósito con elementos precarios para hacer explosivos caseros. Tubos, caños, cables, mechas, pólvora. También tenían objetos como miguelitos y bulones. Todo este inventario lo hicieron efectivos de la Federal en la madrugada del 15 de noviembre El día previo sucedió uno de los hechos más inexplicables de los últimos tiempos. Una pareja ligada a los diez de San Cristóbal, quiso detonar una bomba casera en la tumba de Ramón Falcón. Fue porque se cumplían 109 años del atentado con el que el obrero Simón Radowitzky hizo volar por los aires al entonces jefe de policía.  La reivindicación salió mal. El explosivo detonó antes de tiempo. La onda expansiva dio de lleno en el rostro de Anahí Esperanza Salcedo, quien perdió tres falanges y tuvo que ser intervenida. Ella y su pareja, Hugo Alberto Rodríguez, quedaron detenidos. Al cierre de esta edición el juez federal Julián Ercolini iba a procesarlos por intimidación pública. 

También se procesó a un joven de 26 años que tiró un artefacto explosivo en la casa del juez Claudio Bonadío, en el límite entre Belgrano y Villa Urquiza. La investigación judicial indaga la conexión entre ambos hechos y sospecha que ambas bombas caseras fueron confeccionadas en la propiedad de la calle Pavón. Todo esto aconteció a días de la realización de la cumbre mundial G20. Antes y durante la cumbre hubo una seguidilla de falsas amenazas de bomba, objetos sospechosos en el espacio público y hasta una bomba de juguete (tubos de plástico atados a un cable de teléfono) dentro del Hospital Garrahan de Parque Patricios. 

Lejos de la espuma de la cumbre y las bombas, de vuelta al barrio de San Cristóbal, un dato que conmueve a los vecinos es que en la casa de Pavón dos de los detenidos están vinculados al asesinato de Juan Ledesma, baterista de la icónica banda punk Superuva. El hecho ocurrió en la madrugada del 4 de febrero de este año en la puerta de un boliche en Quilmes Oeste. Ariel "El Largo" Christian Genez está acusado de apuñalar al músico tras una discusión. Testigos dijeron que hubo otros partícipes. 

"El Largo" era vecino de San Cristóbal. Solía parar en la casa de Pavón. En los años noventa integró el grupo punk Los Obelos (porque se juntaban en el Obelisco), famosos por hacer peleas callejeras injustificadas. "Genez participó de incidentes en una marcha por Mariano Ferreyra, rompió autos y después participó del homicidio de Juan y ahora que están poniendo bombas, si los hubieran detenido antes no nos hubiéramos comido el garrón con el asesinato de Juan", dijo Martín Lalo, el bajista de la banda el día de las detenciones. 

La criminalización del diferente

La comunidad anarquista que hay en la Ciudad es diversa y con intereses contrapuestos. Quienes residían en Pavón formaban un grupo atomizado, radicalizado y violento. Hay otros grupos ligados a la autogestión, el veganismo y otro tipo de vínculos comunitarios. Desde el asesinato del baterista de Superuva la comunidad punk y anarquista está movilizada. Muchos de sus integrantes sienten que un hecho así favorece los prejuicios y la estigmatización. 

Un hecho palpable de este temor es que tras la fallida voladura en la Recoleta se allanó el Ateneo Anarquista de Constitución, una de las bibliotecas de la temática más importantes de Latinoamérica. Sus miembros no tienen vínculo con los anarquistas de la casa en Pavón. En paralelo se allanó también el club social La Cultura del Barrio, gestionado por skinheads antifascistas. Ambos operativos dieron negativo y no detuvieron a nadie. Los socios del club se quejaron: "Lo que nos queda es la impotencia ante los medios masivos de comunicación inventando, usando fotos de otras cosas para alimentar el morbo, la tristeza infinita de un espacio marcado, violentado y totalmente tergiversado. Somos un club social y deportivo, que lucha contra todo prejuicio, que día a día, desde lo cotidiano, trata de poner su granito de arena para construir una sociedad más justa."

                                               Juan Castro


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