Comunales | Confitería del Molino

Volvió una noche

La mítica Confitería del Molino abrió sus puertas al público en La Noche de los Museos. A pesar de la lluvia que apenas dió tregua, la emblemática confitería fue una de las vedettes de la decimoquinta edición del evento. De acuerdo con lo comprometido por las autoridades responsables del proceso de su restauración, la Confitería abrió sus puertas y el público pudo recorrer sus salones.
Buenos Aires, 13 de noviembre de 2018. Con motivo de la decimoquinta edición de La Noche de los Museos, la Confitería del Molino, ícono del estilo Art Nouveau porteño y Monumento Histórico Nacional desde 1997, fue nuevamente habilitada al público por una noche, después de permanecer cerrada por 21 años.

En el recorrido, además de tomar contacto con los espacios originales en los que se iniciaron los procesos de restauración, el público pudo apreciar una muestra de fotos de la Dirección de Cultura de la Honorable Cámara de Diputados de la Nación que documenta el estado del inmueble al ser recibido por la Comisión Bicameral Administradora del Edificio del Molino. Asimismo, especialistas en recuperación de maderas, vitrales y ornatos expusieron piezas originales del monumento.

Por otra parte, y como regalo para hacer más memorable la jornada de celebración, en el espacio de la confitería, tres formaciones musicales presentaron diversos estilos de la historia del tango. 

Al finalizar el recorrido, los visitantes fueron despedidos por el personal de Imprenta del Congreso de la Nación, quienes con una minerva manual -máquina tipográfica de pequeñas dimensiones empleada desde fines del siglo XIX- mostraron el proceso de sellado con línea de plomo.

Un lugar, muchas historias

Sobreviviente de una quiebra, luego de mas de dos décadas de cierre, en enero de este año el inmueble de la Confitería Del Molino fue transferido al Congreso de la Nación. En julio su administración pasó a estar bajo la supervisión de una comisión –la Comisión Bicameral Administradora del Edificio Del Molino– que dirige su reacondicionamiento.

"Lo que nosotros comúnmente llamamos Del Molino en realidad es la suma de tres edificios. La confitería y los edificios aledaños", explica Mónica Capano, asesora de la comisión bicameral administradora de Del Molino.

Cuenta que, allá por 1905, "la confitería era propiedad de dos genoveses, Cayetano Brenna y Constantino Rossi. La mudaron acá y, como les fue muy bien, compraron los terrenos linderos y construyeron hacia arriba. Todo esto con la confitería funcionando, ¡nunca cerró! –señala Capano. Querían tenerlo listo para el Centenario de Buenos Aires, pero no llegaron. Lo inauguraron en 1917".

El proceso de restauración

Con más de un siglo de historia, el Edificio del Molino está ubicado en la llamada Manzana Legislativa de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Posee una estructura metálica, con mampostería de ladrillo como cerramiento, entrepisos de perfilería metálica con bovedilla y piezas de hormigón premoldeado en escaleras y torre-cúpula. Cada espacio presenta, según sus usos, pisos de piedra -mármoles de procedencia europea-, finos pisos de madera u ornatos pre moldeados de yeso estucado o con toques dorados.

En el marco del plan de Restauración Integral del Edificio del Molino –RIEM–, un equipo multidisciplinario de especialistas del Congreso Nacional se encuentra trabajando para recuperar el patrimonio material e inmaterial del inmueble. Su Comisión Administradora, en forma conjunta con el Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda de la Nación y con el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, lleva adelante un proyecto modular para su puesta en valor.

En el mismo sentido, se han establecido convenios de colaboración con las universidades de Buenos Aires y Nacional de Arte para brindar apoyo en sus distintas áreas de incumbencia.

"Entramos por primera vez hace dos meses", explica Capano. Dedicado a la limpieza, recolección y reparación, un equipo que incluye cien restauradores, asesores de la comisión nacional de Monumentos y bienes históricos y especialistas se enfrentó a los primeros problemas, "el tercer subsuelo estaba lleno de agua", detallan.

También había agua en el primer subsuelo, pero esa filtración ya fue reparada. Esos espacios subterráneos eran el corazón de la confitería, allí preparaban sus históricos platos. Hoy se trabaja en conjunto para componer estructuras (fachada, terrazas, pisos), retocar vitrales y la marquesina.


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