Editorial | Elecciones porteñas

Saboreando el triunfo

El ciclo amarillo viene en alza y nada parece que vaya a detenerlo por el momento. Lousteau va a pagar caro su atrevimiento de cortarse solo con sus amigos radicales, cuando la mano ganadora la tenía Larreta en su poder. Los electores que pierda respecto de agosto migrarán hacia Carrió seguramente, haciendo posible el sueño de la chaqueña de alcanzar un record histórico de votos.
Buenos Aires, 10 de octubre de 2017. Quienes creen que la fama es efímera pueden recordar varios imbatibles en el distrito que ya no existen en política. Es el caso de De la Rúa, Chacho Álvarez, Aníbal Ibarra, por mencionar algunos, que en su cuarto de hora fueron rutilantes estrellas que parecían inoxidables y hoy ni siquiera intentan jugar. Carrió podría mirarse en ese espejo para no entusiasmarse sobremanera con su momento, pero sabe que pertenece, a diferencia de aquellos caídos en desgracia, a la estirpe de los factores permanentes de poder, los que siempre han estado y pretenderán estar en la cima de la sociedad. 

En buena parte Cambiemos es sobre todo eso. Una Argentina atendida por sus dueños. Pocas veces sucedió algo así en nuestra historia, sobre todo desde que irrumpieron en escena los grandes movimientos populares, como el yrigoyenismo y el peronismo, ahora en reflujo. Pero de todos modos, aún en los más suntuosos palacios hay internas y zancadillas, traiciones y trampas. Y gente con pasado oscuro, como la candidata Joanna Picetti, que se hizo conocida gracias al empeño de Carrió por empujarla fuera de lista ya consagrada. 

Sin embargo, no es Picetti la que tiene pesadillas en las que una Carrió desaforada se le aparece y quiere engullirla. Esos malos sueños perturban al Jefe de Gobierno, que sabe que si Lilita lo pretende, puede disputarle el cargo con éxito dentro de dos años. Larreta apuesta a que la tarea administrativa cotidiana de una gran ciudad como Buenos Aires no resulte demasiado atractiva para una dama que ha hecho carrera haciendo declaraciones periodísticas desde el living de su casa o en los estudios de televisión. Pero nunca se sabe. Los políticos siempre ambicionan más y sólo se conforman con repetir. 

Es lo que le pasa a él. Soñaba con la presidencial, pero alertado de que Mauricio le va tomando el gusto a la Rosada, se aferra a la posibilidad de continuar otro período al frente de los porteños. ¿Y Lilita? ¿A qué puede aspirar una señora que ya es habitué de la Cámara de Diputados de la Nación y fue Convencional Constituyente? Quizás a ser parte de la fórmula presidencial y presidir en esa condición el Senado, una tarea algo venida a menos en manos de Gabriela Michetti, que seguramente no habrá de repetir. Puede ser. Pero en ese caso seguiría teniendo como jefe a Mauricio. ¿Durará otros seis años esa relación?

Lilita prefiere cortarse sola, a menos que encabece. La Jefatura de Gobierno le daría un enorme espacio de poder autónomo, que bien podría servirle para diferenciarse si las cosas empiezan a ir mal en Cambiemos. Nada es para siempre, dice la canción y ella lo sabe. Pero en ese caso debería habilitarse una compulsa interna porque el PRO, forjado en las canteras del gobierno porteño, no querrá resignar así nomás semejante posición. Compulsa que no estuvo ahora habilitada para Lousteau y que pondría en crisis todo el tinglado de la coalición oficialista.

Quizás no llegue la sangre al río y la chaqueña se conforme en el 2019 con seguir en su banca, siempre disponible para excomulgar a los pecadores que vaya reconociendo. Es el juego que mejor sabe jugar. Entre tanto, Larreta seguirá con sus pesadillas. 

Lic. Gerardo Codina
 




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