Editorial | Después de las PASO

Empieza la campaña

Buenos Aires, 9 de agosto de 2017. El resto
de los espacios optó por evitar las compulsas internas y confeccionar listas de
unidad, muchas veces a la fuerza y aún a costa de fragmentar parte de su
espectro. Así, el oficialista Cambiemos no tiene boleta porteña. Rodríguez
Larreta vetó la participación de quien casi le gana la Jefatura de Gobierno
hace dos años, Martín Lousteau y lo obligó a ir por fuera en lista propia.
Forzado a la novedad, el ex embajador de Macri en Estados Unidos nombró a su
propuesta “Evolución”. Para redondear la maniobra, Larreta y Carrió llamaron a
su componenda electoral “Vamos Juntos”.  

El resto
de las propuestas son, a estar por los sondeos electorales que se han
multiplicado como ante cada elección, francamente minoritarias. Más allá,
desprovista la convocatoria a las primarias de su atractivo principal, que es
que la ciudadanía ordene cómo se organizan las candidaturas, muchos temen que
haya surtido efecto la campaña de ninguneo de la instancia y concurra un número
disminuido de votantes a convalidar lo que ya decidieron las cúpulas
partidarias.



Igualmente,
los resultados importan y mucho para una política que está tramitando una
crisis de proporciones, en la que se ha puesto en juego la legitimidad
democrática. El abierto abandono de las promesas de campaña y la instalación de
la mentira como herramienta de una disputa más orientada a destruir al
adversario que a ganar adeptos, termina divorciando la realidad cotidiana de lo
que dicen los gobernantes que sucede. Un ejemplo patético apareció los primeros
días de agosto. La Dirección de Estadísticas porteñas, contrariando el sentido
común, declaró que bajó la pobreza en la Ciudad, sumándose a la campaña
electoral con un titular a gusto del paladar oficialista.



El
creciente número de personas en situación de calle, sobre el que tratamos en
este número (ver nota en página 8), bastaría para desmentir las estadísticas de
Larreta. Pero además la mayoría de los porteños son asalariados y saben por
experiencia propia cuánto se les ha achicado la capacidad de compra de sus
sueldos con paritarias planchadas o a la baja, y una carestía incesante,
incrementada por los enormes aumentos de tarifas de servicios. El recurso de
negar la realidad y decirnos que vivimos en el mejor de los mundos no funciona
mucho tiempo para engañar a todo el mundo. Tarde o temprano la mayoría se da
cuenta del engaño. Entonces, habrá que ver cómo reacciona.



El 14 de
agosto empieza la campaña electoral de verdad, la que en octubre culminará
asignando la nueva relación de fuerzas en la Legislatura porteña y el
parlamento nacional. El momento en que habrán de elegirse las diputadas y
diputados que representen al pueblo de la Ciudad. Hasta
entonces tendrá que lidiar la estrategia de instalación de mentiras, que ahora
llaman “posverdad”, con el creciente malhumor de una sociedad desengañada, que
no se arregla con inauguraciones de veredas o paradas de colectivos.



 



                                                                                  Lic. Gerardo Codina   



 


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