Editorial | Elecciones porteñas

Las apuestas en juego

Las elecciones legislativas de medio término son siempre un indicador de cómo se percibe la gestión. Más en esta oportunidad, en que oficialistas y opositores buscarán convertirlas en un plebiscito sobre el gobierno de Mauricio Macri. Esto complica a su sucesor en el gobierno porteño, cuyos resultados al frente de la ciudad pueden empalidecer por la prolongada recesión, la fuerte carestía y la pérdida de fuentes de trabajo generadas por el gobierno nacional. Buenos Aires, 7 de febrero de 2017. La ventaja de Larreta es que pareciera no tener opositores de fuste por el momento. Por eso, su empeño en hacer jugar dentro de la interna de Cambiemos, una coalición que no termina de formalizarse en el distrito, al único que puso en riesgo a la gestión del PRO en la ciudad, el actual embajador en Washington de Macri, Martín Lousteau.

Por si eso falla, desea sumar al frente de la lista propia a Lilita Carrió, un crédito de peso en el armado oficialista. La chaqueña devenida porteña y con residencia fijada en la provincia de Buenos Aires, todavía deshoja la margarita y no anuncia dónde competirá, para disgusto de Larreta que no tiene un nombre propio destacado de reemplazo.

Esta ventaja de Cambiemos en el distrito, que le permite la posibilidad de ser oficialismo y oposición al mismo tiempo, con diferentes referentes que coinciden en lo nacional pero disputan en la Ciudad, se refuerza por la debilidad del espacio opositor, condenado al tercer lugar en las últimas elecciones de Jefe de Gobierno.

El kirchnerismo supo hacer mejor papel, pero en todo el ciclo macrista quedó relegado a una condición minoritaria. En parte, porque no logró construir alianzas consistentes con otras fuerzas políticas, limitadas por el peso del antikirchnerismo en el distrito. En parte, porque el PRO pudo sumar a importantes contingentes de origen peronista para su versión transversal de la derecha vernácula.

Ahora se intenta revertir ese panorama, con lo poco que asoma con algún perfil propio, caso Gustavo Vera de La Alameda, pero sin mucha expectativa real en el rendimiento electoral de las alquimias en gestación. Otras fuerzas, como los renovadores Massa, no lograron destacar en su presencia local y parecen supeditados al éxito de alguna jugada de laboratorio, que traiga al escenario político a personajes de fuerte conocimiento público.

Más allá de todos estos elementos de la cocina política, a Larreta lo desvelan otros problemas de la pragmática electoral. Por caso, aquí el PRO pudo imponer su visión posmoderna de dispositivos electrónicos para sufragar y contabilizar los votos, haciendo a un lado la obligación de movilizar una estructura de militantes que no tienen para controlar los comicios. Todo más aséptico, liviano y despersonalizado. Pero el mismo intento a nivel nacional por el momento fracasó. Volverán a insistir con el voto electrónico y ya tienen las máquinas compradas, en un exceso de autoconfianza que le costó un procesamiento al ministro de Modernización de Macri, Andrés Ibarra.

El asunto es que debemos elegir tanto legisladores nacionales como porteños. Si las dos elecciones tienen el mismo procedimiento, se pueden hacer juntas. Si no, deberán ser separadas. Además, para cada una deben contemplarse las PASO, que son obligatorias. En un caso, son dos convocatorias. En el otro, cuatro citas para votar.

¿Por qué es un problema para Larreta? Por ley local, las elecciones de autoridades porteñas deben hacerse por separado de las nacionales. Eso podría servirle si pudiera validar su gestión al frente del Ejecutivo local y ponerse a resguardo de un voto castigo a Macri. Pero si compite Lousteau, la ecuación se da vuelta y necesita o un candidato fuerte al frente de su lista, que todavía no tiene, o hacer campaña con Macri para convalidar el gobierno nacional en el distrito que lo vio nacer.

Dispone de tiempo todavía para decidir si separa o no las elecciones. Pero se agota. Seguramente el 1° de marzo, cuando haga la apertura del período ordinario de sesiones de la Legislatura, Larreta anunciará elecciones separadas. El tratamiento del proyecto de régimen electoral porteño, impulsado por el Ejecutivo y que lo faculta a juntarlas, le dará un margen adicional para hacer sus cuentas.

Lic. Gerardo Codina



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