Editorial | El programa de Macri

Volver a la deuda eterna

El proyecto de presupuesto 2017 de la Ciudad anticipa un nuevo endeudamiento por $16.175 millones, equivalente a casi el diez por ciento del gasto total previsto. Será destinado a cubrir los vencimientos de capital y de intereses de la deuda que ya tenemos. $10.944,6 millones por el primer concepto, a los que hay que sumarle por el pago de servicios de deuda, otros $ 6.416 millones. Nueva deuda para pagar vieja deuda y sus intereses por un total equivalente al 10 por ciento del gasto total presupuestado. Buenos Aires, 8 de noviembre de 2016. Cuando asumió Macri la administración porteña no había deuda. Al contrario. La Ciudad tenía ahorros. Macri los consumió y endeudó a Buenos Aires. Todavía en un nivel sostenible. Pero que se agranda cada año porque todos los presupuestos del macrismo han sido deficitarios. No en vano se le pagan jugosos contratos por hacer nada a tipos como Fernando Niembro o se publicitan las obras de la administración en todos los medios del interior, aunque muchos de ellos nunca vieron un cheque.

Puestos a gobernar el país, el equipo de los sueños de las grandes corporaciones multinacionales superó por mucho sus marcas locales. En apenas dos años planean incrementar la deuda argentina en un 60 por ciento, según lo que ellos mismos anotan en el proyecto de presupuesto nacional que ahora se debate en el Congreso.

Si al 31 de diciembre de 2015, la deuda externa del país era de u$s 148.881 millones, a agosto de 2016 ese monto ascendió a u$s 187.580 millones. ¡38.700 millones más en apenas ocho meses! Ahí no termina la cosa. Recién empieza. Porque proyectan llevarla a fines del 2017 a los u$s 234.155 millones.

Las deudas generan intereses, claro. Y esos hay pagarlos mientras no se cancele la deuda. El año que viene pagaremos dos millones de pesos por hora, sólo de intereses. Leyó bien: dos millones por hora. Cincuenta por día. Saque la cuenta de lo que significa en un año. ¿Cuántos jardines de infantes se podrían hacer con esa montaña de plata? El final de esta película ya lo vivimos. Fue en el 2001. ¿Se acuerda?

De los 38 mil millones de nueva deuda tomada hasta agosto, gran parte se fue en pagarles sin chistar a los fondos buitres todo lo que ellos pretendían y algo más, como quien deja una propina, total no era plata propia. Otra parte se fue en remesas de utilidades de las empresas extranjeras radicadas en el país. Esas, cuyas inversiones son tan necesarias que se hacen grandes eventos para promocionar las bondades del país y alentarlas a que vengan, pero que no pagan sus deudas como Edenor o Edesur, no quieren hacer inversiones reales con su plata sino con la de los usuarios y cuando pueden se llevan todas sus ganancias al exterior, de donde vinieron. Seguro que conoce el dicho. Pájaro que comió, voló.

Finalmente, otra porción de esa torta de nueva deuda se la engulleron los que sacan sus capitales del país para invertirlos en el exterior, donde es más seguro, ¿viste? A salvo de eventuales delirios populistas que se imaginan que los argentinos podemos vivir con lo nuestro, si somos cuidadosos e inteligentes. Acá quedó poco y nada. Sólo un treinta por ciento. Las reservas del Banco Central pasaron de 25 mil millones en diciembre a 39 mil millones en octubre. Veremos cómo están a fin de año.

Así que no era volver al mundo, si no a endeudarnos. ¿Para hacer qué o en beneficio de quién? De los que se llevan la plata fuera del país, toda la caterva de expertos en sociedades off shore en lugares remotos del planeta, en la que militan con ahínco los mismos egresados de los mismos colegios, ultra privados y ultra caros. No gente como uno, que vive de su trabajo y apenas llega a fin de mes, cuando llega.


Lic. Gerardo Codina


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