Editorial | Aniversario del golpe cívico militar

40 años

El golpe de estado que instauró la peor dictadura cívico militar de nuestra historia, arrasando con los derechos humanos de gran parte de los argentinos y que impuso un terrible baño de sangre para asegurar la continuidad de un orden social injusto, no fue producto de una invasión extranjera. Fue hecho por argentinos contra argentinos. Allí estaban presentes dos bandos bien definidos. Buenos Aires, 8 de marzo de 2016. Se los trató de esconder inventando un tercer sector, no involucrado, a su vez víctima involuntaria del accionar de los violentos, los “dos demonios” culpables de todos los males. En ese tercer lugar habrían estado muchos, que no se involucraron en las salvajadas de los fanáticos. Pero también fueron víctimas. De la pobreza, de la exclusión, de la censura, del retraso, del autoritarismo. Todas situaciones resultantes de la violenta represión que se impuso a la sociedad.

El golpe de estado tuvo sus promotores. No sólo entre muchos de los militares, instruidos por años para actuar como ejército de ocupación del país ante el supuesto enemigo comunista, en una época que se argumentaban las fronteras “ideológicas” y se veía al pensamiento crítico como un factor disolvente de nuestra supuesta esencia “occidental y cristiana”. También entre los civiles. Y siguen estando entre nosotros.

El primer triunfo electoral de la derecha argentina ha vuelto a poner en evidencia esa profunda fractura que existe desde antaño en nuestro país. Se refleja en el intento de banalizar lo sucedido, con declaraciones como las realizadas nada menos que por el ministro de Cultura de nuestra ciudad, argumentando que la cifra de desaparecidos fue “arreglada en una mesa para recibir subsidios”. Peregrina idea emparentada con el “curro de los derechos humanos”, que Macri prometió terminar.

Como si no hubieran existido los torturados, los exiliados, los asesinados, los desaparecidos. O como si estuvieran bien informados por los victimarios, que llevaban una prolija contabilidad macabra, sobre los verdaderos “números”. Si ese fuera el caso, bueno sería que informen en la justicia para que lo sepa de una vez la sociedad toda, el listado completo de las víctimas de la represión ilegal.

Las relaciones diplomáticas imponen apresuradas visitas a sitios como la ex ESMA o audiencias como las mantenidas con los organismos de derechos humanos, o reprogramar el itinerario de Obama, para que el próximo 24 de marzo se encuentre lejos de Buenos Aires, disfrutando de uno de los maravillosos paisajes de nuestro país. Pero no modifican las convicciones profundas.

Son actuaciones que reflejan que saben los límites con los que deben moverse, los puentes que deben dejar abiertos, para que la brecha que los separa de gran parte de la sociedad argentina no se vuelva un foso irremediable e imposible de cruzar. La derecha que nos gobierna hoy por el voto popular es culturalmente heredera de la que se impuso por la fuerza hace cuarenta años.

En este tiempo hemos logrado recuperar la democracia, incluso para que gobiernen ellos, sin venganza, pero con memoria, verdad y justicia. Con esas tres banderas seguiremos reclamando por cada uno de nuestros desaparecidos. Con la movilización y la organización popular, haciendo más sólido un nuevo piso civilizatorio que en toda partes y para cualquiera, demanda la vigencia plena del conjunto de sus derechos humanos, sociales y económicos.

Lic. Gerardo Codina

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